Peyman Behirad: adaptarse a los cambios de la vida

Peyman Behirad

Desde muy pequeño, Peyman tuvo que adecuarse a los cambiantes y errantes caminos del destino para poder llegar a ser la persona que es hoy en día. 

Imagen cortesía de Peyman Behirad.

Peyman Behirad nació hace ya varias décadas en Teherán, la capitán de Irán. En dicha ciudad gozó de una infancia relativamente normal, estudiaba, jugaba a la pelota y compartía con sus amigos, como cualquier niño. El entrevistado inició sus estudios en el colegio alemán de su localidad, lugar donde pudo aprender el idioma germano, sumado también al inglés y obviamente su lengua materna, el farsi. 

Mientras Peyman continuaba creciendo, como cualquier niño, Irán se sumió en una crisis política inmensa, provocando una inestabilidad total en el país. Es por esto último que la familia Behirad tuvo que escapar de su patria.  

“Salimos de Irán y fuimos a Alemania, porque yo tengo parientes allá. Estuvimos un tiempo ahí y después nos vinimos a Chile a juntarnos con mi papá, ya que mis padres estaban separados”, contó Peyman, mientras comentaba que Amir Behirad, su figura paterna, vivía en los Estados Unidos de América.  

Chile, un destino peculiar

Behirad llegó a Chile en octavo básico, en septiembre, justo cuando las clases estaban terminando, lo que le dio alrededor de nueve meses de vacaciones. Durante ese tiempo, se dedicó a aprender español, memorizando 50 palabras y conjugando tres verbos al día. 

Peyman y su padre se encontraron en este país porque un amigo de su familia les había comentado que era un buen lugar para vivir. «Tenía razón», afirmó.  

Inicialmente, se instalaron en la capital por tres meses, pero luego se trasladaron. “El primer contacto que tuvimos fue con los bahaís de Santiago, quienes nos conectaron con otros en Temuco”, explicó Peyman. “Nos recomendaron un colegio fácil para evitar problemas con el idioma”. 

¿Por qué Temuco? Esa decisión se basó en la opinión del amigo de su padre. “Él vivió ahí y nos dijo que era una buena localidad, tranquila, con el campo y todo lo demás”.  

Behirad reflexionó sobre cómo ha cambiado la ciudad en estos años: “El centro de hoy ni se compara con el de cinco años atrás. Donde solíamos jugar fútbol y cazar camarones de barro, ahora hay malls y montones de cosas”.  

En cuanto a su formación académica, Peyman asistió a tres colegios en total. “Primero fui al colegio adventista, luego a uno alemán. Ahí recuerdo una anécdota interesante”, relató. “Cuando termino el segundo medio llega un comunicado del Ministerio de Educación que decía que yo tengo que revalidar estudios hasta cuarto básico porque no era reconocido lo que yo había estudiado. Entonces tenía que dar una prueba que se rendía en el liceo de hombres de Temuco, Pablo Neruda. Así que yo le dije a mi papá que para conocer a los docentes y saber lo que me iban a preguntar, me cambiara a ese establecimiento. Aquí estuve los últimos años. Conocí a los profesores y se reían, ya que me decían que igual me harían la prueba”.  

Behirad aún mantiene contacto con sus amigos. “Buenos compañeros, hasta el día de hoy, con la tecnología de WhatsApp, estamos unidos. Nos juntamos una vez al año en Temuco, pasamos una noche juntos y conversamos”.

Vida universitaria

Terminada su educación media, tuvo que tomar la siempre difícil decisión de qué estudiar y dónde. Peyman tenía más que clara la carrera, la de ingeniería, pero sin saber muy bien qué lugar elegir, parecía que el destino decidió por él. “Yo en cuarto medio estaba pololeando con una chiquilla, y sus hermanos ya estaban estudiando en Concepción, así que ella decía que se iba a venir a la UdeC. A mí me alcanzaba para cualquier universidad, así que me inscribí para estar con ella”, contó el entrevistado explicando su elección. 

Imagen cortesía de Peyman Behirad.

“En esos tiempos los papás nunca acompañaban a los estudiantes a matricularse”, contaba Peyman mientras agregó que él fue a inscribirse solo a la universidad. “Estaba en la fila para matricularme, y cuando me tocó firmar, le pedí el lápiz a una cabra que estaba enfrente de mí”, narró el entrevistado. Aunque después admitió que realmente ya tenía con que escribir en el papel, pero quería una excusa para hablarle a la joven. Sea cosa del destino o casualidad, dicha estudiante es la actual esposa de Behirad, y madre de sus tres hijos. 

Una vez dentro de la carrera y ya pasado su primer año de plan común, se dispuso a decidir cuál rama ingenieril escoger: “Cuando yo entré a la universidad quería la especialidad de civil, pero después me di cuenta de que la física no era mi fuerte, así que elegí un campo que manejara más, por eso opté por Ingeniería Química”. 

Durante la carrera, Peyman vivió varias experiencias, algunas mejores que otras. “Una buena anécdota es cuando fuimos a conocer Lota Schwager, pero a la parte de frente, donde estaban trabajando de verdad”, contó el entrevistado. Durante el tour bajaron 500 metros en ascensor y se adentraron ocho kilómetros dentro de la mina, en lo que, según el señor Behirad, “fue una irresponsabilidad por parte de la universidad permitir este viaje”. 

Doble ceremonia y la fe bahaí

Imagen cortesía de Peyman Behirad.
La ceremonia católica de su matrimonio se realizó en la Iglesia San Agustín, en el centro de Concepción.

Peyman tuvo dos ceremonias de casamiento en el mismo día. “Primero hicimos la católica en la iglesia y de ahí la bahaí en el hotel. Nos casamos por las dos religiones”, explicó.

Como comenta Peyman: “La ceremonia fue muy bonita porque tenía sentido haberla hecho de las dos formas. Al principio, tuvimos problemas en la iglesia debido a que era complicado casarse con una persona que no era católica. Pero al final tuvieron que hacerlo”. 

Durante la ceremonia bahaí, se leyeron unas tablas que explican cómo convivir, respetarse y cuidarse mutuamente. Finalmente, se dio el consentimiento matrimonial. “Algo interesante de esta fe es que pide la aprobación de los padres para el matrimonio, sin importar la edad de los novios. Además, permite el divorcio, pero antes de la separación legítima, exige un año de distanciamiento. Este período de tiempo está destinado a que la pareja reflexione sobre si pueden reconciliarse o si, en definitiva, deben separarse completamente”, mencionó Behirad. 

Ida a Estados Unidos y el porqué de su regreso

En el año 2000, Peyman y su familia se fueron a vivir a Atlanta por motivos de trabajo. Reflexionando sobre esa etapa, comentó que “la experiencia en Estados Unidos fue muy bonita, nada que decir”. 

Para él, cualquier cambio de destino en la vida es una oportunidad que debe aprovecharse, ya que permite conocer culturas diferentes y agregar valor a su existir. 

Sin embargo, después de cuatro años, decidió regresar a Chile porque considera que es un mejor país para que los niños crezcan. Así, pidió su traslado de vuelta. 

Saber adaptarse como estilo de vida

Peyman Behirad es una persona que ha tenido que adaptarse a las circunstancias de la vida, pero según sus propias palabras, “uno siempre debe estar dispuesto a los cambios”. A veces las alteraciones son moverse de país o quizás solo de ciudad, experimentar un idioma y una cultura totalmente distintas, casarse por una religión que no es la propia, o crear una familia a miles de kilómetros de la nación que te vio nacer.

De la misma manera que el barco de Teseo, no importan realmente los cambios externos que sufras, mientras sepas la forma de tu alma, uno siempre debe estar dispuesto a las nuevas experiencias. Tal como lo dice Peyman Behirad, “uno tiene que ser flexible frente a la vida”. 

Top