Malas prácticas en la industria de los videojuegos: «crunch»

Los programadores de videojuegos no dan más con los abusos laborales. Es hora de reflexionar: ¿qué tan mala es la piratería en la industria?

Imagen destacada: Youtuber Noodle

En el submundo del gaming, los juegos “triple A”, también llamados “AAA”, son aquellos en los que se han invertido grandes cantidades de dinero para su desarrollo. Esta nomenclatura tiene origen en la nota que usan las empresas calificadoras de riesgos para denotar qué tan riesgoso es invertir dinero en cada país.

Por supuesto, quienes invierten en proyectos ambiciosos, tienen también expectativas ambiciosas. Así, los estudios desarrolladores se ven presionados a cumplir con plazos acotados en los que deben generar un retorno económico para sus inversores. Muchas veces el tiempo que se da es insuficiente en comparación con la complejidad del producto final.

Títulos como Fallout, Cyberpunk 2077, y Red Dead Redemption II tienen en común que —además de ser triple A— para su producción se aplicó un método de trabajo más que cuestionable. Esta práctica se conoce como crunch, que en inglés significa “reventar o quebrar un objeto”. Se trata de una analogía bastante cruel que hace alusión a la forma en la que “revientan” a los trabajadores con una sobrecarga laboral que muchas veces no es remunerada ni compensada.

El crunch en el desarrollo de los videojuegos es, coloquialmente hablando, hacer todo a última hora. Se acerca la fecha de publicación, y falta la mitad del trabajo. Este plazo estrecho hace que los trabajadores se vean obligados a trabajar horas extra. Pero llamar “horas extra” a jornadas semanales de 100 horas no le hace justicia. Un título con 60 horas de juego fácilmente puede requerir de cinco años de desarrollo, y necesita de un equipo de trabajo grande y coordinado.

Imagen: Chiqac News

Por prácticas como estas es que se ha hecho habitual ver entregas de juegos incompletos, cuyas primeras versiones están llenas de errores, y que haya que esperar a las actualizaciones para que se solucionen. La explotación laboral de la industria ha convertido a los usuarios en beta testers involuntarios (y sin salario). Con esto, en la actualidad, comprar un juego se convierte en un dilema ético.

En la cultura gamer, comprar es la forma que existe de premiar a los devs y fomentar la creación de más juegos, llegando incluso a ser común el comprar el mismo en varias plataformas, solamente a modo de compensar a sus creadores. Con la situación actual, la piratería cada vez suena como una acción menos descabellada.

Antonia Ferrada
Estudiante de periodismo periodístico en la Universidad de Concepción. Quinto año (con asignaturas de cuarto).
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