Detrás de cámaras del famoso influencer: @Otakin_antiinfluencer

Rodrigo, conocido por su seudónimo Otakin y su etiqueta de “antiinfluencer” en honor a Nicanor Parra, ha marcado su camino en las redes sociales gracias a sus sinceras reseñas de locales de comida en la provincia de Concepción, cargadas de humor, sátira y una compulsiva honestidad. 

En su infancia, Rodrigo fue criado por sus abuelos hasta que ellos fallecieron. Destaca que nunca le gustó la manera de percibir la vida de su familia, pero agradece los valores que le inculcaron. “Es extraño, porque yo siempre he sido de Concepción, o sea, de Hualpén. Estudiaba en Talcahuano, en el Etchegoyen, ya que mi casa eran muy retraídos con el ‘qué dirán’, entonces nunca me dejaron en colegios cerca de la comuna. Siempre me enviaban a establecimientos de un estrato social más alto, cosa que a mí no me gustaba, pero como era niño, tenía que aceptarlo”.

Otakin recuerda que, a pesar de la humildad y sencillez que demuestra en sus videos, y que la gente hace latente, los valores de su familia distaban de ello. En su infancia era conocido como “el cuico del barrio”, algo que lo afectó profundamente. “Nosotros no salíamos a jugar a la calle. Si íbamos al jardín, no nos dejaban almorzar con los otros niños porque decían que teníamos que dejarle el cupo a uno que realmente lo necesitara. Todo eso realmente repercutió en mí”.

El fallecimiento de sus abuelos fue un golpe de realidad para Rodrigo, y sus nuevos valores se formaron a raíz de esta tragedia, demostrando quién es Otakin. “Cuando se murieron mis abuelos, me di cuenta de que no tenía nada. No era como decían, que el dinero y la estabilidad económica eran de ellos. Pero yo… nada, con las manos vacías. Ahí viene la humildad, la transformación política, de pensamiento”, relata.

Rodrigo describe su crianza como una “cunita de oro”, una situación que cambió drásticamente cuando su madre tuvo que asumir su crianza. “Tengo primos que se criaron conmigo y aún viven en la burbuja, porque sus papás pudieron mantener ese estilo de vida. Mi mamá soltera no pudo sostenerlo y se reventó”.

“Siempre estuve esperando que alguien me encontrara”

Desde niño, Otakin mostró talento para el canto, el baile y la actuación, pero nunca fue elegido por sus profesores para representar un gran papel. Según Rodrigo, cinco años en las sombras fueron necesarios para que su desempeño artístico fuera apreciado. “Había dos preferidos. ¿Pero qué hacía el Otakin? El árbol, el burro, cosas muy secundarias. Sin embargo, todo cambió en primero medio, durante la celebración del Día del Profesor, cuando mis maestros finalmente notaron mi talento para el canto. Un profesor de música me dijo: ‘Oye, ¿cantemos?’ Y se dieron cuenta de que yo cantaba”, recuerda Rodrigo.

Imagen extraída del Instragram de @Otakin_antiinfluencer.

“Tuve una vida bien movida”

Durante su proceso escolar, Rodrigo estuvo en distintos establecimientos. Comenzó en el Sagrado Corazón y luego intentó entrar al Colegio Salesiano, donde no quedó seleccionado. “No quedé en el Salesiano porque mis papás son separados. En ese tiempo, si no tenías la carta de un cura que certificara que estaban casados, no quedabas”.  Posteriormente, ingresó al Colegio Etchegoyen y después al Albert Einstein. “Tuve una vida muy movida, en el sentido de situaciones. He pasado por muchas, y siempre esperando que alguien me encontrara, que alguien me valorara, que alguien se diera cuenta de lo que yo podía hacer en las comunicaciones”, enfatiza.

Después de la muerte de sus abuelos, el antiinfluencer tuvo que mantenerse por su cuenta, ya que su madre no lograba hacerse cargo de su crianza. “Trabajo desde los 14 años; empecé como empaquetador, compraba y vendía cosas. Me encantaba revender, compraba en la Cueva del Tango y vendía de mi compañero las novedades. Después fui DJ y animador”, comenta Otakin sobre el inicio de su vida laboral.

Proceso universitario: “Estudié cuatro carreras”

En 2009, Rodrigo ingresó a la Armada y sirvió como Infante de Marina por dos años. “No tenía nada, no sabía qué hacer. Entonces dije: ‘La forma más fácil de darle un orgullo a la familia es ponerme un uniforme”, comentó Otakin. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que el servicio militar no era para él. “Ahí se notó mucho el cambio de clase social, y después de eso, ingresé a Psicología, luego a Periodismo, y finalmente a Publicidad y Relaciones Públicas”, relata Rodrigo. 

Rodrigo estudió Periodismo en la Universidad del Desarrollo por imposición de su abuelo. “Encajaba poco, no era mi perfil para nada. Después, con mi vida real normalizada, y tras el fallecimiento de mis abuelos, tuve que sostenerme solo”, explica.

En su faceta de actor, Rodrigo trabajó con Cristián García Huidobro. “Me llamó para que actuara con él. Estuvimos seis meses colaborando en conjunto, a tiempo completo. Luego fueron tres años intermitentemente haciendo una obra de teatro, hasta que terminó el proyecto en 2015”, relató el creador de contenido, quien tras el fin de la colaboración con García Huidobro, tuvo que reinventarse, y fue en ese proceso que incursionó en las redes sociales. 

Proceso como influencer

Por supuesto, Otakin no comenzó a ser una figura pública en TikTok, incluso su seudónimo viene desde mucho antes, del año 2004. Cuenta que en su adolescencia, tuvo un canal de YouTube en el que bailaba. “Después me enamoré de una chica, y borré todo el contenido. Si no, esto hubiese explotado hace mucho tiempo. Hubiese sido conocido, así como El Tarro, o alguna cosa así: desde chico”.

Sus primeros encuentros con la fama fueron algunas apariciones en el canal de televisión Vía X, en la serie Súper Canal Copano, conducida por Nicolás y Fabrizio Copano. También estuvo presente en sitios web virales del año 2010, como Jaidefinichon y Porlaputa

Su primera reseña negativa fue de Funpark, lugar que odió tras llevar a su hija, y decidió que “tenía que avisarle a la gente. Pero ahí quedó guardada hasta que una niña subió el mismo video del Funpark, y se hizo conocida aquí en Concepción gracias a eso”. Después de esto, se atrevió a subir el material que había preparado, pero dos semanas después. “Tuvo impacto, pero nunca tanto como el de ella”.

Origen de su nombre y relación con lo geek

Su grupo de amigos, y él mismo, eran otaku. Pasaba tardes enteras en la Biblioteca Viva en lo que llamaba “ciclos de anime”. En ese entonces, era difícil tener acceso a series, así que era un valiente el que tenía que conseguir los CDs. “Veíamos tres, cuatro capítulos o a veces la serie completa”, cuenta con entusiasmo.

Compartir series de anime era algo que unía al grupo, y la forma que existía de hacer vida social. Relata también que pasaba sus tardes en el local Gioccos, jugando en las máquinas de baile. Comenta que todos se apodaban como los personajes de sus series favoritas. Por supuesto, a sus 14 años, él no podía ser menos. «Pero no había ningún personaje gordo y no me iba a poner Majin Buu. Entonces… otaku, otaku pequeño, 14 años… ¡Otakin!”

El anime era parte importante de su vida, y confiesa que hay dos series que marcaron un antes y un después en él: Gantz y Cowboy Bebop. Ambas series tienen una filosofía similar al nihilismo, que resalta lo frágil e insignificante que puede llegar a ser la existencia humana, lo que llama a “vivir el momento”, igual que lo hace su personaje Otakin.

“Siempre estoy en búsqueda de algo y no te diría de algo más, pero sí en búsqueda de algo”

Producto de su estilo de vida actual y la estabilidad que este le ofrece, Rodrigo declaró sentir una seguridad basada en la felicidad que brinda a su familia. Sin embargo, siempre busca nuevas formas de emprender: “Creo que la plenitud no debería existir, menos para los emprendedores o para una persona que quiere surgir más, o hacer un cambio en su vida. Porque aquí en Chile la movilidad social es muy poca y cuando tratas de alcanzarla, tienes que seguir”, afirma al respecto el creador de contenido.

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José Delgado Yáñez

y

Antonia Ferrada

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