El pasado 25 de julio, se estrenó oficialmente la tercera entrega de Deadpool en todos los cines del país.

Con el esperado regreso de Wolverine al universo cinematográfico de Marvel, el director Shawn Levy reunió en una sola película a dos de los personajes más queridos por los fanáticos. A diferencia de las versiones anteriores, Deadpool se encuentra alejado de su personaje hasta que una amenaza externa pone en riesgo a todos sus seres amados. Es ahí cuando decide viajar por el multiverso para encontrar una versión alternativa del hombre con garras y así luchar por su mundo junto a él.

Como es de costumbre en las películas de Ryan Reynolds, el absurdo es el motor de la producción. A lo largo de la entrega, el carácter humorístico se percibe de principio a fin, sin dejar de lado la seriedad de Wolverine. Asimismo, ambos personajes lanzan constantes mensajes subliminales sobre el mundo de Disney, haciendo referencias a los antiguos personajes del universo FOX y burlándose del mal momento de Marvel.

El largometraje presenta un equilibrio entre la acción y el humor negro. La inclusión de diversos personajes permite a los protagonistas mantener una interacción cómica durante toda la película, generando un enganche en los espectadores. A su vez, la combinación de Deadpool y Wolverine trabajando en un mismo equipo y uniendo sus poderes, deja las puertas abiertas para el futuro cinematográfico de la industria.

Sin duda, esta nueva edición de Deadpool superó todas las expectativas, remontando el mal momento de Marvel con sus cuestionados estrenos. Hasta la fecha, la película ha recaudado más de 800 millones de dólares, convirtiéndose en la más taquillera de la historia para una producción de clasificación R.

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