Un adolescente llamado Jim Hawkins, comienza una travesía por el espacio para encontrar un tesoro legendario. Sin embargo, su aventura lo llevará a conocer su propósito y a la vez confrontar la ausencia de una imagen parental.

Dentro del mundo de Disney, existe una película denominada «El planeta del tesoro«, lanzada en 2002. Es una adaptación de la clásica obra de aventuras escrita por Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro, desde un enfoque basado en ciencia ficción. Dirigida por John Musker y Ron Clements, la cinta se destaca por su enérgica combinación de la animación clásica junto a elementos generados por computadora, estableciendo un universo deslumbrante para el espectador.

La trama nos presenta a Jim Hawkins, un adolescente indisciplinado con un pasado alborotador, que se embarca en una aventura espacial tras descubrir un mapa secreto que lo llevará al mítico Planeta del Tesoro. Entre la gran variedad de personajes, aparece un carismático cíborg, John Silver, un pirata que acompañará al personaje principal a buscar su verdadero propósito mediante desafíos que se presentarán durante el camino.

Uno de los aspectos más destacados del filme es su estética original. El diseño visual mezcla componentes futuristas con un toque clásico, logrando equilibrar lo común y lo exótico. La animación, combina técnicas tradicionales y CGI (Computer-Generated Imagery), es fluida y detallada, esto lleva al espectador a sumergirse hacia un universo mágico.

La banda sonora, compuesta por James Newton Howard, complementa la acción y la emoción de la trama, enalteciendo tanto los momentos de aventuras como los introspectivos. Canciones como Sigo aquí, de Alex Ubago, capturan la entidad de la lucha interna de Jim, resonando con su viaje de autodescubrimiento.

Aunque El planeta del tesoro no logró el éxito comercial esperado, muchos la consideran una joya subestimada de Disney. Su combinación de una narrativa clásica con un entorno futurista la convierte en una película que la comunidad cinéfila debería redescubrir.