El capital cultural y la educación emocional, se relacionan directamente con el nivel socioeconómico de cada persona. Esto crea una diferencia exponencial en cuanto a la comunicación entre las generaciones de antaño versus las de hoy.

En la actualidad es común usar el concepto “generación de cristal”, como una forma de denostar las sensibilidades individuales y la poca tolerancia que existe en las redes sociales que utilizan los jóvenes.

Expresiones como “ya no se les puede decir nada”, o “¿por qué tan sensible?”, son algunas de las típicas frases en respuesta a comentarios que buscar ser justicieros o héroes de otras personas.

En la época actual, la tolerancia se ha vuelto un concepto susceptible a las subjetividades. Unos cuantos extrañan reírse con chistes ofensivos y otros expresan abiertamente que no los soportan. Cabe destacar que la falta de sensibilidad marcó cada generación que nos antecede, en gran parte de manera negativa.

El hecho de que ya no esté permitido disfrazar ofensas en formato de broma es una consecuencia de la evolución que ha tenido el pensamiento colectivo de la sociedad. Lo cual es, en definitiva, gracias a las nuevas generaciones y su cercanía con las redes de comunicación.

Pero el rechazo al humor cruel, aunque algunos no lo noten, es justamente lo que nos está convirtiendo en una mejor sociedad. Un colectivo capaz de ofrecer espacios seguros para los más pequeños y herramientas emocionales que nosotros no tuvimos.

Dejar en el pasado los chistes acerca de pobres, ricos, minorías y colores políticos, permite unir y ayudar a homogeneizar los diferentes grupos sociales. Mientras más rápido nos despidamos de la burla ofensiva, más pronto dejaremos los segmentos y la discriminación en sus distintas formas.

Quizás lo que nos pueda ayudar a abrazar las sensibilidades que nos rodean, sea creer que, así como los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres sensibles pueden crear tiempos mejores.

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