Las cosas que perdimos en el fuego: un presagio de nuestra realidad

Mariana Enriquez es una de las escritoras latinoamericanas más famosas de los últimos años. Sus cuentos de terror nos cautivan y nos hacen reflexionar sobre el futuro de la humanidad y de la sociedad.

Las cosas que perdimos en el fuego es una obra de Mariana Enriquez, la cual está compuesta por 12 cuentos de terror que abarcan temas como la depresión, la pobreza, problemas mentales y alimenticios.

Como dice la contraportada del libro: “El mundo de Mariana Enriquez no tiene por qué ser el nuestro, y, sin embargo, lo termina siendo”. Creo que esta frase describe a la perfección la esencia de estos cuentos, ya que me parecen relatos que provienen de la sociedad actual, que realmente es escalofriante, como: “El chico sucio” o “Bajo el agua negra”.

Los cuentos son hipnotizantes, pero siempre esperé un poco más de los finales, que rematara de manera épica. No creo que sea un problema de la autora, en realidad es una necesidad de esta exigente lectora.

La visión de Mariana sobre el feminismo

Lucas Nine y su adaptación gráfica de Las cosas que perdimos en el fuego.
Fotografía recuperada de: Página 12.

La emancipación es algo que predomina en esta obra. El apogeo de este movimiento lo contempla el cuento homónimo del libro: “Las cosas que perdimos en el fuego”, una historia que surge de los femicidios. En él, las mujeres actúan desde el miedo, prefieren atentar contra sí mismas, antes de que un hombre lo haga, lo cual me parece un acto muy resiliente.

Las mujeres se enfrentan a diferentes problemas y se caracterizan por ser independientes o que terminan siéndolo. Toman sus propias decisiones, ya sean buenas o malas, pero finalmente asumen las consecuencias de sus actos.

“I wish I were a girl again, half-savage and hardy, and free”, esta cita de Emily Brontë se encuentra en las primeras páginas del libro y hace alusión a la libertad y a la rebeldía de las mujeres descritas en esta obra. Algunas bordean la locura y tienen comportamientos erráticos, pero se caracterizan por estar emancipadas en sus narrativas.  Este texto se puede analizar desde varias perspectivas, pero creo que lo más valioso de esta obra es que resulta ser un presagio. Es una advertencia de que el mundo podría terminar siendo como Las cosas que perdimos en el fuego.

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Antonia Ortiz
Estudiante de cuarto año de Periodismo en la Universidad de Concepción.
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