Cada persona logra observar el mundo desde sus propios ojos, de la forma en la que le nace, de la que siente. Hay múltiples realidades rodando en la mente de los humanos, miles de alternativas esperando por ser concretadas.

¿Te has imaginado vivir una vida que tú verdaderamente desees? ¿Cómo sería? ¿Has pensado en cómo podría ser esa realidad? ¿Qué verías cuando te despiertes? ¿Qué ruidos habría a tu alrededor? ¿Estarías en soledad o acompañado?

La sociedad nos impone un estilo de vida como si fuera un modelo a seguir, en donde no están aceptadas las equivocaciones, tampoco las alternativas. Tal como si se tratase de un linaje familiar que hay que cumplir. Asimismo, las redes sociales hacen lo suyo, generando modas una y otra vez.

Deberíamos preguntarnos más a menudo si vivimos la vida que queremos. Sin embargo, hay una cuestión esencial, es importante saber que tenemos el derecho y la opción de vivir de la manera que anhelamos. Existe esa oportunidad, merecemos cumplirla, nos la debemos.

Considero que nunca me sentí tan a gusto con un estilo de vida, quería un poco de cada una de esas alternativas. En parte, creo que aún sigue siendo así. No obstante, llegó a mí un concepto que pareciese ser más mío que de cualquiera.

Una cozy life se traduce en una forma de vida ‘tranquila’ o ‘acogedora’, en la cual puedes permitirte estar en tu zona de confort y priorizar tu comodidad. Este estilo combina una serie de elementos que están entrelazados, puede ser usar un pijama de algodón, tomar una taza de chocolate caliente, leer un buen libro o tener luces cálidas en casa.

Una vida sencilla y relajada, donde no ocurran muchas cosas. Con esto no me refiero a que no suceda nada, sino a que no se traten de hechos que alteren mi espacio o que sean bruscos. Personalmente, prefiero vivir desde la simplicidad, desde el silencio, desde la templanza, desde lo intangible, desde lo que no se ve a primera vista.

Espero poder vivir una vida que me permita encontrar paz, en la que pueda ir andando con tranquilidad, con sutileza. En donde los placeres se traten de un té caliente por las mañanas, una chimenea y un jardín lleno de rosas.

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