Análisis de la corrupción y la mediática impunidad

La figura del arresto domiciliario como herramienta de perpetuación del poder y la falta de escrúpulos.

¿Hay tedio en ser chileno? Pareciera que no. Nuestra esfera política se encarga de alimentar el humorismo público con escenas tan incomprensibles como hilarantes y, a la vez, patéticas. Sin embargo, detrás de todo el morbo mediático, que parece ser la máscara que suaviza el carácter del delito, subyace un panorama cargado de malversación y corrupción, profundamente arraigado en el corazón de nuestras afamadas instituciones públicas.


El abuso del arresto domiciliario


El caso que presentamos y que abre el debate en este editorial es el uso de la figura jurídica y penal del arresto domiciliario, definido como una medida cautelar cuyo propósito es garantizar el éxito de las diligencias investigativas.
Famosos son los casos de las figuras políticas que, este año, han sacado provecho de esta medida cautelar de arresto: Camila Polizzi y Cathy Barriga, ambas acusadas de malversación de fondos públicos. Con mentalidad de emprendedoras, se aprovecharon del auge de las plataformas de contenido para adultos para generar ingresos mientras se encontraban recluidas en sus casas.


La mediática distracción del delito


Ahora bien, la capacidad de emprender la tiene todo el mundo, y no hay trabajo que sea menos digno que otro. Sin embargo, nos encontramos ante un caso de absoluta falta de escrúpulos, donde queda claro que estas personas no realizan esta actividad por el mero hecho de generar ingresos —que según los reportes no son menores—, sino que parece que buscan desviar la atención pública de sus delitos hacia algo más. Este es un reflejo bastante lamentable de la sociedad chilena, que no solo se deja encandecer por la aparición de estas figuras en dichas plataformas, sino que además les regala lo más preciado que puede ofrecer una masa: influencia mediática.

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