Correr para comprar y comprar para correr

En algún momento se resumió el pesimismo de Schopenhauer con la siguiente frase: “La vida es un péndulo que oscila entre el sufrimiento y el tedio.” Y dispuestos a enfrentar la frase de Schopenhauer con la de otro filósofo. Nietzsche dice en su libro “La genealogía de la moral” lo siguiente: “El hombre, el más valiente de los animales y el más acostumbrado al sufrimiento, no repudia el sufrimiento como tal; lo desea, incluso lo busca, siempre que se le muestre un sentido, una finalidad del sufrimiento.” Entonces pareciera que ante el sufrimiento, el ser humano no puede hacer más que aceptarlo, pero justamente en esa aceptación reside la capacidad de sostener su propio equilibrio y no caer en un pozo de pesimismo.

No obstante, pareciera que hoy en día más que el sufrimiento, el primer síntoma de malestar apunta más a un cansancio exacerbado. Pero este es un cansancio producido por la celeridad de la rutina y el consumismo exacerbado. Una rutina además sustentada en crear el mayor excedente posible para después comprar cosas que no necesitamos pero que nos producen un efecto placebo lo suficientemente convincente como para olvidarnos que el sistema económico castiga a quién produce menos que el otro.

Tal como dice Gilles Lipovetsky en su libro “La sociedad de la decepción”: «La exigencia de realizarse y ser felices se intensifica incluso cuando las dificultades objetivas aumentan un punto. Bajo el efecto de esta confluencia, la decepción es una experiencia que se extiende”. 

En su libro, «La sociedad del cansancio», el filósofo surcoreano Byung-Chul Han ejemplifica la frustración del consumismo a través de Prometeo y su tragedia.
Pintura del siglo XVII de la autoría del artista belga Theodor Rombouts titulada «Prométhée». Obtenida vía www.historia-arte.com.

Durante las marchas de octubre del año 2019, los graffitis de las calles denunciaban varios slogans de distintas susceptibilidades. Pero uno de ellos llama especialmente la atención por su aparente simpleza: “No era depresión. Era capitalismo.” Y es que da la impresión que en algún momento, en Chile se repartía el falso discurso de que cualquiera podía obtener una fortuna. Cualquiera, no todos. Y cuando todos aspiran a ser ese cualquiera no solo la (nada sana) competitividad aparece, sino que la sobreexigencia en trabajos que cada vez pagan menos se pondera por sobre todo lo demás, como lo puede ser el ocio o el amor.

Graffiti hecho en la fachada de un edificio en Santiago durante las protestas del 2019.
Fotografía obtenida vía www.elperiodista.cl.

Y a diferencia de antes, hoy el neoliberalismo y el hiperconsumo han creado una idea del éxito totalmente anclada a nuestras capacidades. Tal como dice Lipovetsky: “Todos, al menos en espíritu, nos hemos vuelto hiperconsumidores. Los educados en un cosmos consumista y que no pueden tener acceso a él viven su situación sintiéndose frustrados, humillados y fracasados.” La fiesta consumista no nos deja nada que celebrar. Y finalmente, seguimos anclados a una sociedad líquida, dónde todo es efímero, todo es artificial. Y dónde la sensación constante de insatisfacción nos sigue incitando a comprar.

Top