Una realidad oculta en Plaza Bicentenario

Jóvenes ensayando en la plaza de Barcelona

Situada en Concepción, Plaza Bicentenario se volvió un espacio seguro para muchos bailarines que gustan del pop coreano y su entretenimiento; sin embargo, este lugar mostraría la otra cara de la moneda de su comunidad de dance cover.

La danza es considerada una expresión del alma con el cuerpo, un calmante natural o un escape de la rutina. Plaza Bicentenario se volvio un lugar para los aspirantes a bailarines de K-pop como en otras partes del mundo.

De manera gratuita y autónoma, miles de grupos conformados por fans para fans, pasan horas ensayando y perfeccionando sus coreografías con el objetivo de presentarlas en un escenario como sus artistas favoritos. Esto ha generado una comunidad de amantes de Corea del Sur y su cultura del entretenimiento desde hace 9 años.

Sin embargo, detrás de los reflectores, aparecieron en redes sociales comentarios de estos bailarines, refiriéndose a la complexión física, salud mental y habilidades de baile de los participantes de una forma despectiva.

Se desconoce desde cuándo exactamente empezó esta situación, no obstante, los diversos testimonios vieron la luz. Muchas personas dieron a conocer sus historias de ciberbullying, donde muchos dejaron de asistir a sus ensayos por miedo o vergüenza. Era un hecho, Plaza Bicentenario se había vuelto hostil.

¿A qué se debe tanto odio en algo tan bonito como el baile? ¿La obsesión y reflejarse como ídolos es responsable de estos malos trato?

Plaza Bicentenario, Concepción, foto: Natalia Jara

El poder del grupo y la necesidad de superioridad

Para empezar, hay que entender que es inherente del ser humano poseer estas dinámicas de grupos y sentimientos de pertenencia. Todos queremos sentirnos incluidos; de alguna forma, el conflicto llegará tarde o temprano.

El estudiante de último año en Sociología, Egiglio Ibáñez, lo explica mejor para este caso específico: “Viéndolo desde esa perspectiva, se pueden dar personas mediadoras, pero pienso que estas mismas, que tengan una actitud más relacionada con liderazgo, pueden también ser las gestoras del bullying en estos espacios”.

En este contexto, el ciberbullying les permite a estos jóvenes llevar a cabo el conflicto de manera cómoda. Considerando, además, que el rango de edad rodea entre los 14 y 20 año, donde se emplea el desarrollo de la identidad, definiendo quienes son, quién podría agredir o ser agredido.

Pamela Grandón, una de las profesoras del departamento de Psicología de UdeC, orienta sobre este caso: “Ha aumentado el fenómeno de la violencia a partir del uso de redes sociales porque el contacto no es cara a cara y si a todo eso le sumamos que tenemos una cultura de la cancelación, obtendremos una dinámica de grupos tóxicos”, afirmó asertiva pero preocupada.

De acuerdo con fuentes profesionales, el motivo de acosar o molestar viene motivado por alguna carencia emocional y una necesidad de imponerse sobre otros.

Aquí se presentan un sinfín de factores que pueden empujar a estas personas a agredirse entre grupos, desde la validación de otros hasta una posible presión social. A pesar de ello, ninguno suficientemente justificable para querer dañar a propósito a alguien.

Ciberbullying, Foto: Pichincha.com

<Son peleas de niños ¿Qué es lo peor que podría pasar…?>

Las consecuencias de esta situación para los involucrados son variadas, mas no menores. El individuo puede adoptar un miedo o desánimo de visitar Plaza Bicentenario y desarrollar conductas defensivas y hasta autodestructivas, lo cual es más que preocupante.

“Puede afectar mucho su identidad personal, su autoimagen y autoestima, crearse trastornos depresivos y si se mantiene en el tiempo, más que perder el interés en el baile, puede perder el interés en realizar cosas básicas, como salir” afirmó el psicólogo Eric Franco con algo de miedo.

“Si para alguien el baile es un escape de su vida a un lugar más bonito y lo vuelven un entorno destructivo, el mundo se empieza a ver más gris de lo común, en términos de psique eso es peligroso», expresó cerrando su análisis.

En este contexto, se vuelve innecesario que pase una tragedia para tomarle el peso a estos insultos y a esta circunstancia en general, entonces, ¿Qué se puede hacer para prevenirlo desde hoy?

Unidos por el amor al baile

El concepto de “funa” para este caso no es viable, ni diplomático por ser un castigo social muy violento, por lo cual, la opinión profesional indica que es necesario cambiar las normas sociales y usar la comunicación como herramienta fundamental para acuerdos, no peleas.

“Conversar y sacarlo del grupo, eso es una sanción social, así de simple, y si lo hacen así, te aseguro que van a notar un cambio, porque lo que quiere la gente es el respaldo y para eso hay que comunicarse y respetar ciertas normas sociales”, declaró Pamela Grandón, finalizando con algo de esperanza para la comunidad.

Los seres humanos somos animales sociales, pienso que los jóvenes aprenden a enfrentar conflictos y conversar en circunstancias como esta. Hay que recordar que nos une el amor por la danza, la interpretación, el escenario y los grupos de K-pop.

Si el cambio empieza con un pequeño grupo de gente que propone acuerdos, es suficiente para empezar a transformar la comunidad de Plaza Bicentenario en un lugar para divertirse y disfrutar del baile como debe ser.

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