Claudia Rodríguez: docencia en tiempos convulsos Portada SociedadPor Claudio Venegas y Benjamín Rodríguez - 21 marzo, 2025 Siempre lejana a las matemáticas, dijo entre risas, pero cercana a sus sueños. Así se describió nuestra entrevistada Claudia (31). Por esas casualidades y causalidades de la vida, nació en Santiago y vivió en Curicó cuando era bebé. Pese a ello, se define penquista de toda la vida. De padre carabinero y madre trabajadora del comercio, se denomina a sí misma como hija de Hualpén y su educación pública. Aquí ya empiezan las risas, quizás entre los nervios de desnudar su alma. Nuevamente, las casualidades de su vida le cambiaron el rumbo y terminó la enseñanza media en un difunto colegio del sistema «2×1» en el lejano 2012. Ya se colaron las matemáticas en la entrevista. Lo que le obligó a tomar la modalidad especial de egreso fueron, precisamente, esas bestias de los números. Y le perseguirían por la eternidad. «Me costó mucho matemática durante toda mi vida. Por eso, mi educación media y vida escolar ha sido bastante complicada», nos comentó. «Se puede igual», agregó con tono de optimismo. El trabajo de Claudia principalmente se ha desempeñado con jóvenes o menores de edad. En esta oportunidad, de 2024, se encuentra con niños de quinto a octavo básico. Cedida por Claudia Rodríguez. En 2014, aclaró sus ideas, rindió la PSU e ingresó a estudiar Pedagogía en Educación Diferencial en la Universidad San Sebastián. Eso es lo que quería. Sin embargo, el enemigo anterior reapareció con inusitada fuerza. «Por temas de matemáticas, me cambié a Pedagogía en Educación Media en Inglés, de la misma sede», explica. Y ahí sí le acertó. Tras los cinco años de estudio, egresó titulada en 2020. ¡Oh, ese fatídico 2020! Bien risueña como siempre, dice que «soy parte de la primera generación de profesores que se titularon y trabajaron en la pandemia». Claudia pandémica y trabajólica Aunque realizó pasantías dentro de su casa de estudios, el trabajo profesional no llegó hasta 2020. «En paralelo a los primeros trabajos, hice un postítulo en necesidades educativas especiales, que me sirvió para combinar las ramas de la pedagogía que me gustan», expuso, en referencia a su fallido paso por la carrera de educación diferencial y su exitoso ciclo por la pedagogía del inglés. «Me sirvió bastante ese postítulo», remarca. Por las particularidades del periodo pandémico, se fue de cabeza a realizar clases particulares virtuales de idioma. «Durante la pandemia fue un boom prácticamente. Todo era online, entonces llegué a tener 10 clases de lunes a viernes durante toda la semana», en lo que define como un gran momento en lo laboral. La «nueva normalidad» que surgió en 2021 y 2022 la hizo, por primera vez, trabajar en un colegio real, o al menos parcialmente. «Mi primer trabajo formal en colegio fue en el Colegio Palestino de Palomares», contó. «Me tocó este híbrido entre virtualidad y clases presenciales», agregó, lo que no fue una experiencia muy grata. «Tenía que estar pendiente de los chicos que estaban en la sala y pendiente de los chicos que estaban en el computador, pero sí sirvió para que yo obtuviera un poco más de experiencia». Ese empleo sólo duró unos meses. Luego, ejerció jefatura de un curso en otro colegio, pero el bichito de la pedagogía ya controlaba a nuestra Claudia. El vínculo con la Universidad de Concepción Su experiencia laboral se entrecruzó con la Universidad de Concepción. Así, a inicios de 2024, ingresó a dictar clases en Talentos UdeC. Para quien no lo conozca, es un programa de educación de la Universidad de Concepción que busca desarrollar «el talento académico, socioemocional y el sentido de la responsabilidad social en niños, niñas y adolescentes». Cientos de estudiantes de enseñanza media de las regiones de Ñuble y Biobío forman parte de este programa. Talentos UdeC potencia las capacidades de estudiantes, a la vez que se enfoca en sus necesidades educativas especiales. En ese sentido, Claudia caía como anillo al dedo. Sus estudios inconclusos, el diplomado y la pedagogía en inglés, junto a ese encantador estilo risueño, calza a la perfección. «He realizado talleres para niños en edades desde quinto a octavo básico», nos dijo. «Primero, realicé un taller sobre cómo dar instrucciones para llegar a lugares en inglés», recordó. Parece algo sencillo, pero ninguno de los dos autores de esta entrevista pudo darle instrucciones correctas a Claudia en inglés, a modo de prueba. Nos hizo falta una profesora como ella. «Luego, hice un taller de gamificación (en español, reconocido como ludificación), donde aprendemos inglés mediante el juego, de mesa o de cartas», profundizó. En esa misma línea, dictó otros dos cursos. Uno, de emocionalidad a través de las canciones en inglés y otro, de cultura británica. En el de emocionalidad, explicó que «los chicos trabajaban con canciones en inglés y veían los sentimientos que se podían encontrar en esas canciones». El de cultura británica no tiene tanta explicación la verdad, pero ella agrega que lo repetirá en este 2025 para chicos de quinto y sexto básico. Claudia Rodríguez premiando a los egresados de Talentos UdeC en 2024. Claudia, a fecha de la entrevista, sigue trabajando en el programa. Foto: Cedida por Claudia Rodríguez. «Talentos UdeC me gusta mucho. Obviamente, uno tiene que seguir unas instrucciones básicas de cómo trabajar en este proyecto. Sin embargo, es un lugar donde yo puedo hacer lo que a mí se me ocurra dentro de mi área», confesó en un tono más serio y fortaleciendo su posición. «Esto todo lo hago para que los chicos vean el inglés más allá de las listas de vocabulario, de las guías, de las películas y todo eso», sumó. Es todo lo que ambos redactores hubiéramos querido para nuestra educación. Los desafíos de la docencia en un contexto enrarecido Con Claudia tomamos la máquina del tiempo un poco y retrocedemos en esta entrevista. Precisamente, al punto en que comentó someramente su experiencia como profesora jefe de un curso. «Llegué a reemplazar a una amiga primero, y luego me dieron jefatura de marzo a diciembre de un quinto básico», rememora. A la par, enseñó inglés y lidió con estudiantes con necesidades educativas especiales. «Como es algo que me gusta, no es tan complicado. Lo que sí son complicados son los apoderados», comentó. El mismo día en que esta conversación tuvo lugar, un alumno TEA de primero medio agredió hasta dejar en estado grave a su profesora en Trehuaco, región de Ñuble. Y claro, el joven atacó a su docente, pero ampliamente comentada es la conducta de sus padres, justificando y bajando el perfil a la agresión en medios nacionales. Retomando la mención a los apoderados, Claudia enfatizó que «son complicados muchas veces. No entienden que las cosas que les dices, aunque suenen feas, son por algo. Nosotros vemos a los niños de lunes a viernes casi todo el día, entonces sabemos cómo se comportan fuera de la casa y los papás no nos creen». Su diagnóstico es claro: todo parte por casa. Y si usted, querido lector, pensaba que los apoderados son fuente inagotable de pensamientos intrusivos para los profesores, imaginen cómo era en pandemia tratar con los apoderados en clases online. «Muchas veces tenían el computador en el comedor, o se conectaban por el celular y no prendían la cámara», lo que dificultaba todo tipo de interacción tripartita entre profesor, alumno y apoderado. «Más aún, trabajar con diversidades en ese formato también fue complicado». Claudia disfrutando un regalo del Día del Profesor 2024. Para la fecha, se desempeña en Talentos UdeC y realiza clases particulares de forma virtual y presencial. Cedida por Claudia Rodríguez. Claudia, ¿seguirías siendo profesora toda tu vida? Para cerrar la conversación, le planteamos a Claudia una gran duda. Y la respuesta no tiene desperdicio. «Seguiría siendo profe toda la vida, pero no en colegio», dijo. «Me gustaría ser la jefa de UTP o trabajar en convivencia escolar. Igualmente, me gustaría trabajar en una universidad», como ha sido su trabajo en Talentos UdeC. Incluso se aventura más allá. «También podría trabajar en otro país. Ser profesor es una herramienta, una llave para trabajar en varias áreas», propuso. «No me veo trabajando en aula con niños toda la vida», recalcó. «Me gusta, pero no está dentro de mis planes, y no se relaciona tanto con las circunstancias de la actualidad. Hablar de futuro puede salir muy bien o muy mal. No sabes si de aquí a que yo tenga mis 60 o 65 años haya mejorado algo o todo siga peor», reflexionó. «Los colegios son muy rutinarios, entonces al final le vas perdiendo el amor a lo que haces y eso es en lo que no quiero caer», cerró. Lo bueno de esto, es que no tendrá que aprender matemáticas nunca más.