La nueva miniserie británica viene como una tormenta inesperada, fugaz y arrasadora

Con tan solo cuatro capítulos de una hora, Adolescencia, el nuevo producto de Netflix, se las arregla para contarnos una historia redonda y muy completa.

La trama en sí aparenta ser bastante sencilla, nada que no se haya visto antes. Trata de Jamie, un niño de trece años, quien es sospechoso desde el primer capítulo de asesinar a su compañera de clases.

Si bien él es el personaje principal de esta historia, la policía, sus padres y la psicóloga también mostraron una gran dosis de protagonismo.

Algo que me agrada mucho de la serie Adolescencia es el giro que hace con una trama que es muy usada en los largometrajes de carácter policiaco.

Desde el principio nos indican quién es el culpable, porque esta no es una serie de misterio, sino de realidades.

La idea no es analizar pistas, es más que nada observar el camino de toda una familia que se cuestiona qué hizo mal, pese a que ya no hay vuelta atrás y nada va a remediar lo pasado.

Jamie es un niño, pero eso no quita lo que hizo y lo que piensa al respecto. Por eso, encuentro tan valiosos estos cuatro capítulos, porque nos dan una perspectiva de una crianza y una familia muy unida, que con el mayor de los esfuerzos no logró alejar a su hijo de un lado de la sociedad que no solo desprecia a las mujeres, sino que se desprecian a sí mismos.

El lado técnico de la serie Adolescencia

En sí, creo que todos los capítulos están muy bien ejecutados, lo cual no es fácil si consideramos que cada episodio fue realizado sin cortes en medio.

Algo muy notorio durante toda la producción es que cada vez que pensaba que cambiaríamos de escena, la cámara solo se deslizaba a otro cuarto, siguiendo a un personaje. Lo cual encuentro muy complicado, en especial para el capítulo tres, que transcurre en una sola habitación.

Adolescencia da mucho para reflexionar y es increíble que este sea el primer rol actoral de Owen Cooper, actor que interpreta a Jamie Miller.

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