Cuando no hay villanos que enfrentar, solo la adversidad de la vida, que quita y da sin piedad.

La nueva propuesta de Netflix nos presenta a IU, la famosa actriz y cantante, en un papel completamente nuevo y más complejo que nunca.

Debo confesar que lloré y me emocioné en casi todos los capítulos de Si la vida te da mandarinas. Me hizo empatizar con situaciones que como hija he sentido o puedo entender y que me hace mirar con otros ojos a mis propios padres.

Pienso que este es el mejor rol que ha tomado IU, desde que la conocí en Scarlet Hye Ryo, yo sabía que llegaría lejos y nuevamente me lo demostró.

Todo el elenco está bien elegido, Park Bo Gum lo hizo excelente y ni hablar de los dos actores que se robaron el show en la segunda mitad, con la versión más adulta de los protagonistas. Pensé que era una idea arriesgada, ya que las producciones coreanas no tienden a dejar que los papeles principales los interpreten personas de mediana edad.

Si la vida te da mandarinas nos cuenta una historia en los años cincuenta, sobre Ae Soon, que quiere ser poeta, y Gwan Sik, dos personas oriundas de la isla de Jeju.

Me encanta la manera en que la historia transcurre cronológicamente a través de tantas décadas, porque nos da a conocer toda sus días en la tierra.

Con la continua modernización de infraestructura, la política y la tecnología, todo influye en la existencia de ellos. Asimismo, hace un recuerdo al espectador sobre lo que es un hogar, tiene esa nostalgia impregnada en cada secuencia.

Esta serie es la perfecta idealización de un romance hetero de antaño, con valores y esfuerzo mutuo para crecer como individuos y posteriormente como familia.

Son una pareja con problemas, pero se aman y que harán todo lo posible para sobrellevar los desafíos que les trae la vida.

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