Chile ha sido reconocido durante años por ser un país propenso a los desastres naturales en él. Ya sea por la diversidad de geografía que hay en el país, por estar ubicado sobre las placas tectónicas más activas, el cinturón de fuego, entre más.

Durante el siglo 21, el país ha sido azotado por distintos desastres que han generado significativos daños en el territorio nacional. Desde inundaciones, terremotos, aluviones, entre más. El máximo ejemplo de esto es el terremoto del 27 de febrero del 2010, con epicentro en Constitución, el que es el segundo terremoto más fuerte registrado en el país, después del terremoto de 1960 en Valdivia.

Manejo de los desastres naturales

El manejo que las autoridades gubernamentales tienen de los distintos desastres naturales en nuestro país muchas veces es de opinión pública. Por ejemplo, como apuntan a la expresidenta Michelle Bachelet por las muertes ocasionadas en el Caso Tsunami, por su poca responsabilidad en la alerta.

En muchos casos, las ciudades pueden tener la oportunidad de «renacer» luego de una catástrofe, para otras ciudades ha sido un desafío poder salir adelante luego de sufrir algún desastre de este tipo. Un ejemplo cercano es Villa Santa Lucía. Este pueblo, ubicado en medio de la Carretera Austral que luego de sufrir un aluvión que dejo enterrado el pueblo, no ha llegado a surgir de gran manera en la actualidad.

Casa en Villa Santa Lucía en febrero de 2020 – Bianca Salazar Alvarado

Los desastres naturales son un tema sensible para gran parte de la población chilena. Hay un gran trabajo de organismo como el SERNAPRED (u ONEMI antiguamente) para que la gente pueda aprender a como manejar esos contextos de crisis. La prevención es algo difícil, porque son sucesos que nunca van a saber cuanto pasarán. La conciencia es un trabajo colaborativo entre las personas y las entidades públicas, para evitar que estas tragedias empeoren.