La autora publicó su novela en 1847, bajo el seudónimo de Ellis Bell, la obra no fue bien recibida por el público, porque era considerada inmoral.

Emily Brontë tiene un ingenio para describir el ambiente en que se sitúa la obra, ya que te logra trasportar a los tenues páramos de Yorshire, donde desde el principio se siente la agresividad e incomodidad.

La relato comienza cuando el joven Lockwood quien arrienda la Granja de los Tordos, decide ir a visitar a Heathcliff, el dueño de esta, sin saber que el propietario está tan atormentado, que lo termina tratando fatal. El inquilino siente curiosidad por el hombre y pide a su ama de llaves que le relate la razón de su actitud.

La manera en la que está escrita la historia resulta dinámica, ya que continuamente se encuentra viajando desde el presente al pasado. Por lo que al leerla es como si te estuviesen contando los rumores de las familias Earnshaw y Linton.

Los personajes de la novela están llenos de detalles y descripciones específicas, esto hace que puedas entender lo complejo que resultan sus emociones. Los protagonistas se dejan arrastrar por sus sentimientos que terminan consumiéndolos por completo y los llevan a tomar decisiones erráticas.

El libro está repleto de pasión, rencor y sobre todo venganza, esta última es quien encamina la historia. Durante el inicio del relato, el personaje de Heathcliff atraviesa por muchas injusticias y maltratos, esto genera una sed de reivindicación, que lo persigue durante todo momento y mueve cada una de sus decisiones.

Uno de los objetivos de la obra, es demostrar como repercuten las acciones de los personajes, paulatinamente se va mostrando de qué manera crece y se expande el odio a través de libro, y este continúa pasando a la siguiente generación. El rehusarse a dejar ir el pasado genera grandes consecuencias ya que, al estar cegado por la venganza, puedes perder lo que más quieres y que tus decisiones te atormenten para toda la vida.

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