Chile es un país afectado por prácticamente todos los desastres naturales existentes, sobre todo los terremotos y sus posteriores tsunamis.

Algunos son más largos, otros más intensos, incluso pueden tener ruido. El terremoto como tal forma parte de nuestra historia y, por qué no decirlo, de nuestra identidad como nación. Tradiciones, modos de actuar y hasta memes surgen tras cada evento telúrico. Tenemos un chip integrado en el cerebro, con tantas experiencias pasadas, que nos obliga a sujetar el televisor en cada sismo, por ejemplo.

La geografía y la tectónica de placas es la gran responsable de tantos terremotos en Chile. Según consigna SENAPRED, Servicio Nacional de Prevención de Desastres y que reemplaza a la ONEMI (Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior) los terremotos en Chile tienen causas claras y estudiadas. Mayormente, «están relacionados al movimiento convergente de la placa de Nazca por debajo de la placa Sudamericana». El movimiento, denominado subducción, acumula cantidades enormes de energía. Cuando la energía es mucha, las placas se mueven de forma abrupta y generan los temblores.

La misma entidad estatal explica que hay dos formas de medir a los terremotos. La escala Mercalli, del I al XII, mide los daños y sensación del movimiento. La energía que liberan los terremotos en la zona de ruptura del sismo se miden con la escala Richter, que no tiene límite superior. En Chile, por ejemplo, el terremoto de Valdivia de 1960 recibió el reporte de categoría XII (Extremo) y 9.5 en Richter.

Si bien todo el territorio nacional posee un amplio historial de terremotos, la mayor cantidad de estos y los que han tenido mayor magnitud ocurrieron en el norte y centro-sur del país. Zonas como el centro o el norte grande experimentan una «laguna sísmica», nombre con que se denomina un periodo considerable de tiempo sin terremotos de magnitud suficiente para liberar la energía mencionada antes. El caso de la zona austral es distinto. La placa de Nazca acaba a la altura de la península de Taitao, en la región de Aysén. De ahí hacia el sur, la reemplazan las placas Antártica y Scotia, que tienen menor energía y velocidad de choque. Por ello, no existen registros de terremotos gigantes; el más fuerte ocurrió en 1949 en la Tierra del Fuego (7.7mW).

Estos son los 10 terremotos más fuertes que se han registrado en Chile: