Una hinchada sin categoría: el caso de Naval de Talcahuano DeportePor Sebastián Pavez Hitschfeld - 13 junio, 2025 La hinchada constituye uno de los elementos más importantes en el mundo del fútbol. El aliento y apoyo que entregan desde las galerías siempre es un aliciente para su equipo. Este fenómeno es transversal, no entiende de edades, creencias o colores políticos, y todos tienen una sola cosa en común, la pasión por sus colores. Hay muchas personas que se hacen llamar hinchas, aunque en la práctica son meros aficionados, entendiendo las diferencias entre estos dos conceptos. Las hincha siempre va a estar, a pesar de que el barco se esté hundiendo, estará ayudando a salir a flote. Mientras que el aficionado es más bien un seguidor pasivo, puede que se interese por el club, pero no de una manera más activa y constante como la del hincha. Esta distinción entre hincha y simpatizante se hace más visible cuando se observan realidades alejadas de las convencionales. Mientras muchos siguen equipos por sus grandes triunfos y hazañas, hay quienes lo hacen por un sentimiento más profundo y arraigado. En la comuna de Talcahuano se encuentra el histórico Naval, escuadra que ya no milita en Primera División, como en sus años gloriosos. Sus partidos ya no son televisados como en tiempos de antaño. En su césped ya no brillan los goles del Jurel Herrera. No se aprecian las impresionantes atajadas del Rambo Ramírez. Ni se deleitan con la clase del Mortero Aravena. Pero sigue teniendo a su costado una figura resiliente, que nunca lo abandonará: su hinchada, una que no necesita de títulos ni grandes hazañas para continuar cantando. Jugadores de Naval junto a su hinchada en el Estadio El Morro. Créditos: Naval de Talcahuano en X. Naval: una pasión que no entiende de categorías ni edades Hasta este entonces, la escuadra navalina se mantiene en el amateurismo, puesto que disputa la Tercera División A, la que corresponde a la cuarta categoría del balompié nacional. A pesar de esto, la gente sigue asistiendo al mítico Estadio “El morro” y apoyando al equipo como siempre. Jorge Yánez ha sido hincha de Naval durante toda su vida, incluso pudo ser parte de la institución, y describe con añoranza todos los años vividos. “Para mí ser hincha de Naval es lo máximo. Pase por todas las etapas, fui hincha desde cabro chico en los 80`, después pase a ser paramédico en la rama de inferiores y más adelante del equipo profesional, donde trabaje 27 años. En el tiempo que yo trabaje, creo que perdí más plata de la que gane, pero me siento feliz por estar ligado siempre a mi equipo” comentó. Esta pasión no solo es exclusiva para los más veteranos. Benjamín, joven de 21 años, mantiene un importante lazo con Naval, puesto que defendió su camiseta de pequeño en las series inferiores. “Con este club tengo mucha historia, ya que desde pequeño tuve la oportunidad de defenderlo es sus inferiores. Fin de semana tras fin de semana jugando por este club, por lo cual en esos años se fueron formando lasos que hasta día de hoy mantengo. Aunque la situación actual no sea favorable, nunca dejaría de apoyarlo por todo lo que me ha entregado y por todos los recuerdos que me ha dado”, asegura con emotividad al recordar el pasado. Identidad y tradición eternas Históricamente, cada vez que el equipo salía a la cancha y anotaba un gol, un gran estruendo recorría el estadio. Era el sonido de un cañón, que cargado con pólvora, retumbaba en las galerías. Poco a poco, por determinaciones de autoridades, este elemento dejo de estar presente, aunque en la actualidad, gracias a un fiel hincha, esto cambio. Carlos Muñoz, de 76 años de edad, es quien trajo de vuelta esta memorable tradición. Con un pequeño cañoncito artesanal, busca revivir la vieja costumbre. “Desde que tengo conocimiento soy hincha de Naval y para no perder la tradición del cañón, lo reactive con esta nueva versión. La idea es que cuando entra el equipo a la cancha, cañonazo y cada gol se celebra también con el cañonazo”. Cuenta con una sonrisa orgullosa. Carlos Muñoz, dueño del nuevo cañoncito de Naval. Créditos: Sebastián Pavez. Pequeños gestos como este, pueden parecer solo una anécdota. Pero la acción de Carlos es un acto de memoria. Mantiene viva una tradición que logra conectar el presente con los años pasados, cuando el puerto era un carnaval cada vez que jugaba Naval. Con la figura del cañón, se rememoran estos años dorados y dejan en claro que las tradiciones no se extinguen ante los descensos. Más que fútbol: una forma de vida Naval no vive sus mejores momentos futbolísticamente hablando, pero lo que nunca cambiara es el apoyo incondicional de su hinchada. En Talcahuano, alentar no es una moda ni una acción condicionada por los resultados. Forma parte de una histeria colectiva y compartida entre cada hincha que salomónicamente, donde sea que esté jugando, lo acompañará fielmente. Mientras exista gente en sus galerías, Naval jamás jugará solo. Si quieres leer más sobre Naval, podrías leer este artículo sobre la historia del club.