¿Llegaron los días de sol tras el otoño feminista?

Durante el año 2018, el movimiento feminista se posicionó con fuerza en los medios de comunicaciones, estableciendo con potencia una agenda mediática que giró en torno al accionar de mujeres activistas que buscaban, mediante manifestaciones públicas y tomas de espacio, dejar de ser vulneradas por las instituciones que suponen, les deberían garantizar seguridad en distintos espacios.

Las universidades fueron el escenario más significativo para el llamado «otoño feminista», espacio del cual surge la organización de mujeres auto-convocadas que recogieron las demandas de distintas carreras para luego converger, y generar petitorios que iban desde una educación sin sexismo hasta protocolos de emergencia para denuncias de acoso, abuso y violación.

La zona sur del país, y por sobre todo, la Región del Biobío, no estuvieron ausentes: la Universidad de Concepción comienza en 2015 sus manifestaciones contra el acoso sexual con la campaña #ChaoAlarcón y en 2017 vuelve a la agenda mediática con #ChaoAcosadores, movilización que busca el despido de 4 docentes y desvinculación de un alumno por una extensa lista de denuncias de acoso y abuso sexual.

Con dichos antecedentes, y sin tener (en ese entonces) respuesta a los diferentes sumarios en curso, el movimiento feminista se posiciona con fuerza en distintas facultades de la universidad, solicitando en primera instancia, rapidez en la gestión de un protocolo a nivel universidad para poder enfrentar las diferentes denuncias, y luego una lista de demandas en el petitorio universitario que garantizaran la equidad en los espacios académicos.

En ese periodo de tiempo, y con el auge del feminismo en las casas de estudio del país, surge la organización el 1er Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas, realizado en el Edificio Gantes de la Universidad del Bío Bío, agregando una mayor carga simbólica a la instancia: dicha institución destaca por la masculinización de sus espacios así como también de sus carreras, otorgando una gran carga a las mujeres que cursan carreras socialmente características para los hombres, como lo son las ingenierías, las cuales tienen como sede dicho espacio.

Tras todos estos grandes hitos por la reivindicación de los derechos de las mujeres, con el fin del otoño se finalizan las movilizaciones tras diferentes acuerdos con las autoridades de las casas de estudios, y con ello se da paso a una ausencia de información en torno a los resultados que éstas tuvieron en las casas de estudios.

Y los días de sol, ¿llegaron?

Amapola, estudiante de Arquitectura en la Universidad del Bío Bío (UBB) sede Concepción formó parte del movimiento de mujeres auto-convocadas, así como también de la primera toma feminista y separatista en la historia de la casa de estudios.

«Cabe recalcar que la Universidad del Bío Bío, campus Concepción, de todas las carreras que tiene, la mayoría son ingenierías, y que la presencia de estudiantes hombres vs. mujeres responde a dos tercios de la cantidad de alumnado: o sea estamos en un campus tiene mucha presencia masculina y que las carreras que están en él, responden a un currículo oculto de género en el que se refuerza la masculinidad como propiedad de poder por sobre las carreras de cuidado, que rebajan la situación de la mujer y la femineidad en general. Hace que dentro de este espacio la cultura y lo simbólico del machismo se presente con mucha fuerza y violencia», relata, explicando el uno de los principales motivos por los que surgen estas movilizaciones.

«Lo primero en lo que nos centramos en las demandas para la universidad, es que profesores, administrativos y estudiantes con altos grados de acoso y abuso sexual sean desvinculados de sus tareas y de sus espacios para que nosotras podamos vivir en un ambiente seguro y sano. Como primera demanda, es fundamental para nosotras», agrega. Al igual que en diferentes casas de estudios, esta es la principal demanda de las estudiantes, ya que la ausencia de protocolos al iniciar el movimiento impide un proceso agilizado al actuar ante estas denuncias.

Por un lado, algunas demandas están ligadas a la visibilización de las mujeres en lo académico, en específico en el acceso a material bibliográfico escrito por mujeres y de carácter feminista, que permitan aprender y generar una crítica consciente a las problemáticas que aquejan la sociedad. Por otro lado, la falta de infraestructura relacionada con las maternidades también afecta a las estudiantes, al no contar con servicios de aseo.

«También tiene que ver con la entrega de educación y de información respecto a género, feminismo y las mujeres. No hay una capacitación general para ni profesores, ni administrativos, menos estudiantes, que tengan que ver con esas temáticas», destaca Amapola.

Lamentablemente, no todo lo requerido por las estudiantes se cumplió, dejando de lado grandes necesidades que tienen relación directa con las herramientas que la universidad puede entregar a todos sus estamentos: «Esta dirección de género, que era una de las peticiones, exigencias en realidad, que se hizo con un compromiso de parte de la universidad, partieron a principio de semestre trabajándose. Sin embargo, al final de este, no hay una prueba tangible de estas administraciones, de cómo va cambiando. Entonces se ve que una vez más, las promesas de la institucionalidad, al parecer va quedando sólo en los efectos inmediatos y lo que va apareciendo a la luz pública», concluye.

¿Y en la UdeC?

El panorama era similar, y al igual que en todas las casas de estudio del país que se movilizaron, el acoso, abuso sexual y violaciones, y la falta de protocolos para abordar estas denuncias, eran una de las necesidades que más rápido se debían atender.

«Dentro de las demandas más importantes de las mujeres autoconvocadas de la Universidad de Concepción se encuentran la creación de ramos obligatorios de género para las 91 carreras de la universidad, la implementación de una Dirección de Género que estuviese compuesta por mujeres capacitadas para recibir denuncias, el ajuste de sueldo para las mujeres docentes y funcionarias de la institución, la recepción de las más de 10 denuncias por acoso, abuso y violación, además de la desvinculación inmediata de docentes acusados por lo anteriormente explicitado», detalla Sofía Cifuentes, alumna de la universidad que participó de la toma feminista-separatista durante el otoño.

A diferencia del panorama en la UBB, las alumnas de la UdeC si lograron ver resultados de manera más rápida en cuanto a las demandas ligadas a lo administrativo: «Tras la movilización se consiguió que se creara un ramo de carácter complementario de género para las 91 carreras y la puesta en marcha de la dirección de equidad de género y diversidad con docentes capacitadas para recepcionar denuncias», destaca Cifuentes.

En cuanto a las necesidades más inmediatas solicitadas, que buscaban garantizar el bienestar de las estudiantes que denunciaron, también se consiguió agilizar los procesos. «Se logró ingresar a fiscalía universitaria las denuncias por acoso, abuso y violación en contra de docentes de la universidad. Dichas denuncias se encuentran actualmente en investigación. Finalmente se desvinculó a varios profesores acusados de acoso y abuso sexual», concluye Sofía.

Pese a la demora de estos procesos, y de la excesiva burocracia que se requirió para conseguir estos avances, aún no es posible garantizarle a las estudiantes que estos espacios son 100% seguros para ellas. Las denuncias continúan apareciendo, y dada la carga social que significa realizarlas, no todas están dispuestas a re-victimizarse en los procesos de investigación, dado el daño psicológico que esto puede llegar a significar.

Es por esto que la demanda de una educación no sexista cada vez resuena más fuerte en las manifestaciones de mujeres, quienes tienen la certeza que sólo a través del conocimiento y la conciencia se puede combatir el patriarcado, y con ello, transformar los espacios académicos en lugares libres de violencia y desigualdad.

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