¿Vida en Venus? El problema de la desinformación

Académicos de la Universidad de Cardiff en el Reino Unido anunciaron esta semana uno de los más grandes hitos científicos de los últimos años. El hecho no pasó desapercibido y generó discusión en redes sociales.

En un artículo para la revista Nature Astronomy revelaron haber descubierto rastros de fosfano en Venus. Jane Greaves, la profesora que dirigió la investigación, fue inmediatamente celebrada en redes sociales. Estos gases son liberados en fenómenos naturales como la descomposición, por lo que se asoció el hallazgo a la posibilidad de vida microbiana. 

El hecho, que fue anticipado a través de rumores desde inicios de septiembre, llamó rápidamente la atención de la agenda mediática. Fue a partir de la difusión de la noticia que se cometió un gravísimo error: hablar de vida extraterrestre.

Con la información dando vueltas por internet apenas un par de horas, los usuarios asumieron que habrían seres antropomórficos en Venus y procedieron a especular la posibilidad de poblar dicho planeta con humanos. Se divulgaron artículos de los medios más prestigiosos avalando el hecho y se discutió la veracidad de lo que compartían.

La comunidad científica se vio obligada a responder a estas fake news. Si bien estos gases se asocian a material biológico, los procesos geoquímicos de Venus son totalmente distintos a los que acostumbramos. Las condiciones extremas de temperatura y falta de oxígeno descartan toda posibilidad de vida similar a la de la Tierra.

Es sabido que algunos periodistas tienden a recurrir al sensacionalismo para obtener visitas y hacer que la gente lea sus publicaciones. No es sorpresa que las más grandes cadenas de prensa nacional y mundial exacerbaran la noticia, puesto a que ha sido recurrente en materias científicas. 

El caso más común del último tiempo ha sido la desinformación producto del Covid-19 y sus diversos estudios. La utilidad de las mascarillas, lanzamiento de vacunas de extraña procedencia y discusión del origen animal del virus fueron alimentados por la falta de rigurosidad de los medios.

Descubrimientos como estos no suelen hacerse todos los días, por lo que es importante que los profesionales de la comunicación sean precisos con lo que comparten. No basta con que corroboren sus datos, sino que también utilicen el lenguaje correcto,  sobre todo si se trata de algo tan exacto como la ciencia.

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