La salud mental de los jóvenes penquistas a casi un año de perder las noches

En menos de 30 días se cumple un año desde la primera prohibición de tránsito nocturno en Concepción. La rutina de la ciudad penquista se vio acechada e interrumpida por tanques y armas de fuego recorriendo las calles, en un intento de acallar las protestas que se esparcieron como fuego a lo largo de un dolorido Chile.

Lo que inició como una forma de limitar altercados entre autoridades y ciudadanos, rápidamente se convirtió en una nueva rutina para gran parte de las ciudades de Chile. La popular bohemia penquista quedó acallada en el estruendoso golpe del viento cortado por las hélices de los helicópteros, paseándose por el atardecer de la capital regional.

A pesar de que las medidas tomadas por las autoridades fueron suspendidas después de una semana, el miedo vistió las calles y cerró locales durante el resto del año. Las manifestaciones por parte de los ciudadanos y la represión de las instituciones uniformadas se hicieron parte del paisaje de la ciudad, retrato que mostraba su parte más violenta cuando el sol se escondía. 

De esta forma, la ciudad que antes se encendía en luces y era recorrida por jóvenes peatones en busca de un rincón amistoso para compartir con sus pares, se tornó un lúgubre campo de batalla. La movilización a través de las diferentes comunas se volvió casi imposible después de las 18:00 horas, momento de las manifestaciones con mayor concurrencia, por lo que el horario de recreación más cotizado luego de una jornada universitaria, también se vio privado. 

Reunión masiva de jóvenes con fines recreativos | Canal 9

Cuando parecía que la memoria de los chilenos dejaba atrás este panorama, los toque de queda y cuarentenas por la pandemia de Covid-19 alrededor de todo el mundo, volvieron a poner en peligro todas aquellas instancias de dispersión. El turno de Chile fue en marzo, mes que volvió a limpiar las nocturnas calles penquistas de jóvenes buscando recreación.

“Este quiebre abrupto en las rutinas de las personas, puede traer sintomatología ansiosa, como miedo excesivo al futuro, trastornos del sueño, irritabilidad, dificultad para la concentración, entre otros síntomas”, comienza Catalina Nova, psicóloga. “Hay jóvenes que logran adaptarse a esta nueva modalidad de recreación, generalmente son quienes cuentan con mayores recursos sociales. Por otra parte, algunos jóvenes no lo logran y ven trastocada su interacción con pares”, explica la experta.

Los paralelos de la recreación en línea

A cada lado de la línea divisoria mencionada por Catalina, se sitúan jóvenes penquistas que vieron su rutina afectada de manera abrupta y permanente, lo que se desencadenó de manera distinta para cada uno. Ambos, con ritmos y costumbres parecidas de socialización, se vieron arrojados a lados contrarios de esta dicotomía online.

“La recreación nocturna, para mi era una forma de canalizar el estrés que me provoca la universidad y el cambio a esta modalidad online no ha sido capaz de reemplazar el contacto humano que necesito”, comienza Francisca Vidal, estudiante de psicología de tercer año. “En lo personal no encuentro la cercanía, ni los espacios de tiempo. Además de que la capacidad de coordinación es mucho más alta, porque no se da de forma espontánea, como ir a comer o tomar algo después de clases”.Lejos de este panorama, se encuentra Diego Calderón, estudiante de cuarto año de Ingeniería Comercial, quien se reúne con amigos, a través de diferentes plataformas, a diario. “Por lo general jugamos. No conversamos tanto, pero cada dos semanas más o menos, nos juntamos en un grupo mucho más grande y carreteamos. Ahí hablamos de cómo nos sentimos y tratamos de hacer las cosas como antes, como normalmente lo hacíamos”, termina su relato de forma casual, destacando la resignación en su voz.

Zoom, plataforma de videoconferencias que ganó popularidad en contexto de pandemia | Getty Image

“Hay personas que utilizan actividades en plataformas online, como los juegos o videoconferencias para desviar su mente a una distracción. Evitan enfrentarse a la realidad que podría desencadenar pensamientos y actitudes negativas. Es un mecanismo de autodefensa”, explica la psicóloga refiriéndose al grupo de jóvenes que busca el reemplazo de la sociabilización a través de las plataformas digitales.

“Es super monótono estar frente a una pantalla todo el día. Cuando termino con mi carga académica, ya estoy demasiado agotada como para hacer algo más frente al computador. La ansiedad y el estrés me dificulta querer buscar comunicación a través de esta interacción”, agrega Francisca, compartiendo el tono de resignación de Diego. 

Para ambos estudiantes, el ambiente nocturno que solía albergar la bohemia penquista, era parte fundamental para generar un equilibrio con el estrés y ocupación universitaria. A pesar de que solo uno ha logrado mantener un contacto constante con sus pares, ambos han visto sus noches arrojadas a una virtualidad que no logra cumplir con sus expectativas, ni satisfacer sus necesidades. 

A pocos días de que se cumpla un año desde que los penquistas perdieron la libertad simbólica y legal de transitar las calles bajo un firmamento opacado por las luces de los edificios, cabe preguntarse cuáles son los motivos que impulsaron a detonar el miedo a volver a salir a oscuras y si estos se justifican, considerando que Concepción lleva poco menos de 30 días en cuarentena total, sin embargo, la prohibición de tránsito nocturno restringe nuevamente a la ciudad desde abril. 

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