Los obstáculos laborales de la comunidad LGBTQ+ en Chile

La discusión sobre desigualdad está cada vez más presente en Chile, las aristas que se abarcan en relación al tema no suelen enfocarse en el mundo del trabajo. ¿Cuáles son los límites legales y las iniciativas actuales? Fuertes testimonios evidencian la necesidad de agilizar medidas.

José Ignacio Naredo es estudiante de Psicología y ha buscado empleo en cafeterías, tiendas de vestuario y supermercados. Pese al esfuerzo, nunca ha sido llamado a una segunda entrevista y jamás ha sido contratado en algún lugar. La realidad de José es similar a la de muchos otros desempleados en Chile: “ser trans influye en mi incapacidad de conseguir trabajo”. 

Esta árdua búsqueda parte y termina siempre de la misma manera. “Para encontrar trabajo, tengo que colocar mi nombre registral en lugar de mi nombre social” mencionó, refiriéndose a su currículum. Impedimentos como este suelen ser motivo de situaciones incómodas a la hora de presentarse a un puesto. “He sido afortunado, porque nunca he recibido comentarios discriminatorios, pero sí miradas desagradables” aseguró. Llegar a un lugar con apariencia masculina, luego de haber presentado documentos con un nombre femenino, es un obstáculo que debe enfrentar todo el tiempo.

La cobertura noticiosa sobre desigualdad suele estar enfocada en el matrimonio, la adopción homoparental o los crímenes de odio, pero poco o nada se habla de la ausencia de fuentes de ingreso de las disidencias. La discriminación laboral hacia la comunidad LGBTQ+ es una de las problemáticas sociales que más pasa desapercibida en Chile.

Investigaciones del Instituto Williams en Estados Unidos aseguran que no existe una relación entre la orientación sexual o el género de una persona y su desempeño o contribución a la sociedad. Sin embargo, muchas empresas y empleadores han decidido no contratar funcionarios a menos que sean evidentemente heterosexuales cisgénero. 

La discusión muchas veces gira en torno al proceso de contratación y selección de personal. Las diversidades suelen tener menos posibilidad de conseguir empleos si en sus currículum indican formar parte de una ONG que defienda los derechos de la comunidad. Usualmente, este es el indicador inicial que distingue si alguien es llamado a entrevista o no.


Portada de la 1era Encuesta Nacional de Diversidad Sexual en el Trabajo (vía sitio web de Fundación iguales).

Fundación Iguales y Gestión Social estudiaron la realidad de la desprotección laboral en Chile. De acuerdo a la Encuesta de Diversidad Sexual y Trabajo Independiente, el 49% de las personas homosexuales tiene mayor dificultad para encontrar trabajo. En el caso de personas trans, la cifra bordea el 66%. Según el estudio, el criterio más importante es si el empleador conoce o sospecha de la orientación e identidad del individuo. 

Pero no todo se queda en las primeras impresiones. Muchas veces, personas homosexuales, bisexuales o trans consiguen puestos de trabajo sin mayor inconveniente, pero estando inmersos en el ambiente es cuando comienzan a sufrir discriminación. 

De acuerdo al estudio Getting to Equal 2020: Pride, solo el 40% de los empleados LGBTQ+ son abiertos en cuanto a su identidad y apenas el 14% siente un verdadero apoyo de parte de sus empleadores. Esto hace que muchos deban ocultar quiénes realmente son, por miedo a perder su fuente de ingresos o a sufrir situaciones de violencia de parte de sus compañeros.

El miedo a los compañeros

La “salida del closet” suele ser más que un hecho aislado. En ocasiones, puede ser algo que se deba enfrentar todos los días. Escenarios como la oficina son el terror de muchos trabajadores “enclosetados”. Las burlas y chistes van y vienen, por lo que siempre se puede estar expuesto a un comentario incómodo que termine por revelar una identidad que se mantenía en secreto. 

Las cifras de Fundación Iguales revelan que al 2017 solo el 39% de las empresas encuestadas tenían políticas de inclusión. Esto aumentó hacia el 2020, alcanzando el 78% de las empresas, dando la impresión de ser un dato alentador para la comunidad LGBTQ+. Sin embargo, estos son indicadores de empresas grandes y no representan la totalidad del país.

Valentina Valdés es estudiante universitaria, pero trabaja en una heladería durante los veranos. Desde los 15 años que está inmersa en este ambiente laboral, rodeada de mujeres mayores de edad. En este contexto, se esperaría un espacio femenino de comodidad y sororidad, pero para una adolescente lesbiana aún no declarada con su familia, fue todo lo contrario.

Hace cuatro años surgió el tema de la homosexualidad en una conversación, estando ella presente. “Te respeto, pero mientras no lo vea” fue la frase que más marcó a la estudiante, dentro de una serie de comentarios despectivos dirigidos a las personas con su orientación sexual. Su madre se encontraba presente y hasta el día de hoy recuerda su cara de incomodidad al escuchar aquellos dichos. 

Para Valentina, ser lesbiana no es un tema dentro de su ambiente laboral: “No hablo mucho de mi vida privada. Los chismes son recurrentes en el trabajo y como mi mamá trabaja conmigo, siempre he sido cuidadosa para que no le llegue algún comentario negativo”, confiesa, a pesar de que actualmente es abierta en cuanto a su sexualidad. En algún momento, su mayor temor fue que sus compañeras se enteraran de su vida amorosa y que la juzgaran por esto.

En algunos casos, existen canales de denuncia para tratos discriminatorios e incluso entrenamientos internos sobre inclusividad, con el fin de evitar situaciones homofóbicas y transfóbicas dentro del trabajo. Lamentablemente, estas medidas son aisladas o simplemente no implementadas en la mayoría de los empleos. 

Ronald Osorio Cuitiño, trabajador social, menciona que su labor como profesional consiste en generar el bienestar humano. En el caso de las disidencias, esto se logra visibilizando sus situaciones y generando estrategias que permitan una adecuada inclusión e igualdad. De acuerdo a él, la inserción laboral es una problemática que debe ser resuelta para poder hablar de un trabajo integral en Chile.

“Diversas municipalidades del país disponen de la Oficina de Intermediación Laboral (OMIL), que ayuda a las personas a incorporarse en lugares de trabajo y a generar capacitaciones. Personalmente me dediqué a consultar si existía alguna implementación orientada a las diversidades sexuales y no existe este enfoque de atención. Es un limitante”, afirma Ronald con preocupación.

El derecho a la inclusión

En Chile existen tres mecanismos que regulan las leyes laborales y protegen a las diversidades. La primera es la Constitución Política de la República, que asegura a todas las personas la igualdad ante la ley, respeto a sus derechos humanos y a la integridad física y psíquica. A través de recursos de protección, se regulan este tipo de faltas.

Otro mecanismo es el Código del Trabajo, que elimina toda forma de discriminar dentro de la relación laboral, tanto a la hora de contratar a alguien como durante la vigencia del contrato. Así también, existe otro procedimiento conocido como Tutela Laboral, que permite demandar ante tribunales laborales el respeto a los derechos fundamentales de alguien discriminado. Según el caso, se puede obtener alguna reparación monetaria o alguna sanción a la empresa. 

El tercer mecanismo es la Ley Zamudio, que permite a una persona afectada interponer un recurso de protección contra su empresa o compañeros de trabajo, en el caso de vivir situaciones de discriminación. Acciones como estas son fundamentales para que las minorías encuentren socorro legal ante burlas, malos tratos o violencia. 

Fotografía de Christian Águila (proporcionada por el entrevistado).

Christian Águila es abogado egresado de la UCSC y actualmente se desempeña como Juez en el Tribunal de Letras y Garantía de Lota. “Soy gay y estoy fuera del closet desde los tiempos de la universidad” mencionó, recalcando que su sexualidad nunca ha sido tema de discusión dentro de su trabajo. Para él, esto es evidente en aspectos de su personalidad y vida privada que expone en sus redes sociales.

Pese a nunca haber enfrentado algún tipo de discriminación para encontrar trabajo, entiende que mucha gente sufre de esto y que es una realidad que él desconoce, producto de sus privilegios por ser considerado como una autoridad en el rubro. “Si alguien tiene un problema sobre mi sexualidad, claramente no está en una posición para decírmelo”, afirmó.

En una oportunidad puntual, Christian vivió malos tratos por parte de un ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, pero lo considera un hecho individual y que no ensucia el respeto que ha recibido dentro del poder judicial. “Me he sentido valorado por quien soy, independiente de quién tengo de pareja” comentó, volviendo a reconocer que su posición es distinta a la de otras personas disidentes.

Así mismo, confiesa que tiene barreras sociales autoimpuestas y que de a poco las ha ido derribando. “Actualmente me pinto las uñas y me hago diseños, he ido a trabajar así”, mencionó, haciendo alusión a atributos que suelen ser motivo de discriminación en el trabajo. Según el abogado, nunca ha visto malas actitudes en relación a esto, pero eso no descarta la posibilidad de que las personas piensen algo distinto a su espalda.

¿Qué han hecho las empresas?

En el 2017, la consultora Mercer aplicó una encuesta sobre beneficios LGBTQ+ en compañías transnacionales con presencia en 50 países. En ella se investigó las medidas con las que contaban empleados pertenecientes a la comunidad alrededor del mundo, así como las razones por las que algunas empresas carecen de este tipo de protocolos.

Cuando se discute la ausencia de fuentes de ingreso para las disidencias, se asocia inmediatamente a la falta de oportunidades laborales o a la discriminación como tal. Pero hay muchos otros factores que perjudican a todo este segmento de personas, tales como la readecuación médica y legal para personas trans, la cobertura de salud o el acceso a otro tipo de beneficios económicos.

Este estudio reveló cifras alarmantes. Solo el 28% de las compañías cuentan con medidas especiales de apoyo para diversidades sexuales y de género. Además, apenas el 20% incluye a estos grupos en sus políticas de inclusión y el 28% le otorga libertad a sus empleados para identificarse como LGBTQ+. 

El miedo de muchos se vuelve realidad al buscar trabajo. Tener que reprimir los gustos, personalidad, comportamientos o apariencia es una responsabilidad que la mayoría de los empleados disidentes se ven obligados a asumir. La brecha entre la vida personal y la laboral en homosexuales, bisexuales y personas trans es uno de los obstáculos más grandes para constituir un ambiente inclusivo.

Afiche promocional de Expo Diversidad. Foto recogida de @expodiversidadoficial.

Pero el escenario es prometedor. En Chile, compañías políticas pro-diversidad se han encargado de garantizar el respeto a los derechos de los trabajadores. No existen normas que permitan que seguros de vida, salud y jubilación sean arrebatados de las manos de alguien por su identidad sexual o de género.


Dentro de este marco surge la Expo Diversidad, el evento cultural para la inclusión más grande en América Latina. Con sede en Chile, la actividad pretende reunir año a año a la comunidad mediante shows, conversatorios y visibilización de emprendimientos. La exposición, que se llevará a cabo el 2020 el 12 de diciembre, también asume un rol importante en materias laborales.

“Esta exposición es un evento en el que se presentan distintos artistas,  profesionales y empresas, para visibilizar a la comunidad en las distintas áreas laborales y artísticas”, menciona Juan Cristobal Concha, psicólogo disidente invitado a la Expo Diversidad.  De acuerdo a él, las empresas que participan “solicitan currículum a los profesionales asistentes, con el fin de insertarlos en el mundo laboral”.

Esta medida ha sido crucial para recordarle a muchas personas disidentes que sus identidades son válidas y que sus capacidades son valoradas en muchos puestos de trabajo. Iniciativas como estas permiten incorporar a grupos que han sido marginados sistemáticamente a nivel nacional, así como visibilizar la falta de oportunidades y formular soluciones.

Sin embargo y para evidenciar cambios mayores a futuro, es necesario que las autoridades gubernamentales se pronuncien en relación a esto. Si no existe un diálogo que gire en torno a la discriminación laboral hacia la comunidad LGBTQ+, miles de personas seguirán injustamente desempleadas y sin fuentes de ingreso, pese a los esfuerzos por derribar estas barreras.

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