El 2020 ha sido un año plagado de anomalías. La pandemia impactó de lleno al estilo de vida de todos, no dejando indiferente a nadie. La humanidad acongojada y una comunidad científica que comenzaría el gran desafío de este año, acabar con el COVID-19.              

A nueve meses de la propagación mundial del virus, la efectividad de las vacunas contra el coronavirus, finalmente tienen resultados positivos, lo que es sin lugar a duda, la gran noticia de este año. Al menos tres vacunas, ya cuentan con una efectividad sobre el 90%:  la Pfizer, Sputnik V y Moderna, presentan una prometedora eficacia en la fase tres de los estudios clínicos.

La vacuna desarrollada por Pfizer y la biotecnológica alemana Biontech, cuenta con un 95 % de efectividad. Actualmente, la FDA de Estados Unidos aprobó su uso de emergencia, la cual se comenzaría a inocular en personal esencial, la próxima semana. De igual manera, Chile ya cuenta con un acuerdo preliminar con la farmacéutica estadounidense, además para fines de 2021, se espera que el 80% de la población nacional este vacunada.

Sin embargo, aún existen muchas interrogantes que son válidas en estas circunstancias. Dudas que nacen a partir de los acotados tiempos, en cuanto a la creación y la metodología aplicada en la creación de estos antídotos, los cuales normalmente tardaban años. Un miedo creciente, sobre todo por las consecuencias o efectos secundarios que puede provocar la anhelada vacuna.

En base a la postura anterior, resultaba lógico pensar que, con el simple hecho de acabar con la pandemia las personas estarían dispuestas a administrarse la vacuna. Del mismo modo, era esperable que la sensación de escepticismo fuera minoritaria. No obstante, han salido a la luz diversas encuestas del extranjero y nacionales esclarecedoras.

 Una encuesta del Ipsos en conjunto con el Foro Económico Mundial arrojó que un 27 % a nivel global, no estaría dispuesto a inocularse la vacuna. Del mismo modo, otra consulta realizada por la Universidad del Desarrollo reveló que cuatro de cada diez chilenos, no se vacunaría ante el COVID-19.

La administración de una cura aprobada por los organismos oficiales, en materia científica, bastaría para convencer sobre su utilidad. Lamentablemente, esto aún no ha ocurrido. La posible cura recién comenzará sus testeos masivos desde este mes e irá evolucionando paulatinamente.  La población está consciente de aquello, y es válido ser cauteloso, más aún en estos tiempos, donde tenemos muchas incógnitas y pocas certezas.