Menstruación sostenible: un cambio necesario

Cada toalla femenina de carácter desechable demora aproximadamente entre 600 y 800 años en degradarse, y considerando un uso aproximado de 4 a 5 toallas diarias por persona, el daño ambiental es desproporcionado, sin embargo, no parece ser una temática de urgencia para las autoridades, pues la accesibilidad a los productos sustentables sigue siendo costosa para muchas. 

Bastaron años de educación para integrar nuevos paradigmas respecto a la menstruación  y poder informarnos sobre ella, desde luego hoy en día se habla de los cambios hormonales y los procesos naturales que conlleva el desprendimiento de un óvulo no fecundado, sin embargo, aún existe una gran deuda con la comodidad de las mujeres y una mucho más grande con el impacto ambiental de los productos menstruales.

Desde toallas desechables que producen hongos vaginales, a tampones que introducen partículas de plástico en el organismo femenino, los recursos más conocidos para sobrellevar la menstruación han ido empeorando su reputación por el descubrimiento de sus fallas y perjuicios a corto y largo plazo.

Gracias a la mayor representación de mujeres en los espacios de inteligencia y desarrollo cada día se presentan más opciones que satisfagan las diversas necesidades de cada mujer, sean comodidad, estética, salubridad, etc. 

Ahora bien, la emergente condición climática que nos envuelve ha generado un cambio de paradigmas enorme que ha incorporado una nueva necesidad en el mercado de productos y servicios: la sustentabilidad.

Compresas de tela hechas de tejido orgánico, una alternativa sostenible para el flujo menstrual. (Fotografía por El Mostrador)

Tal como una necesidad diaria y de sobrevivencia, la menstruación es un proceso que no discrimina etnia, religión o clase, y por lo mismo, debe tener la importancia que requiere tanto en el aspecto educativo como en la accesibilidad a los productos relacionados a ella.

El uso de productos como copas menstruales, compresas de tela, entre otros,  aún no se masifica y por ende su precio y variedad es mucho menos accesible que los productos desechables. Obligando a un gran porcentaje de la población al uso de elementos que dañan su organismo y su ecosistema.

Por ende, comenzando desde el autoconocimiento y la educación al respecto, se debe continuar con un cambio a nivel macro, es decir, políticas públicas que incorporen como prioridad la disminución de residuos y en relación a eso,  uso y acceso a productos para la menstruación que puedan satisfacer los estándares impuestos en tales reglamentos, y por sobre todo, las necesidades particulares del organismo femenino, para lo que es primordial y casi obligatoria la presencia femenina en estos espacios de debate y creación de una nueva modernidad.

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