Contaminación lumínica y acústica: aceptar y convivir, no hay otra alternativa

Ya casi no existen lugares habitados en el mundo donde no haya luces artificiales ni ruido. El estilo de vida moderno genera muchas exigencias que son cumplidas sin tomar en consideración los problemas que nacen producto de los avances de la sociedad.

Cuando se habla de contaminación no solo se apunta a la nube de gases tóxicos, el esmog, que rodea a las grandes ciudades, sino también al sonido y la luz que se produce en las urbes, las que también generan un impacto negativo para las relaciones entre los seres vivos que se encuentran inmersos en estos ecosistemas.

La perspectiva de la vida en la ciudad ha sido retratada miles de veces en las producciones cinematográficas, resaltando por sobre todas las cosas la cotidianidad de la vida en la urbe. Un diario vivir que está acompañado de sonidos fuertes, constantes y agobiantes. Sirenas de la policía, ambulancias, bomberos y los bocinazos de los autos.

A eso se suman iluminarias artificiales que cumplen el mismo propósito que la luna, pero que generan una serie de complicaciones.

Contaminación producida por la luz artificial

“La luz artificial no solo puede perturbar aspectos de la fisiología humana como el sueño, sino que también a los animales. En particular en la interfase entre zonas urbanas industriales y áreas naturales. Hay variados reportes que indican efectos adversos de la luz artificial sobre organismos en los ecosistemas. Si bien es un tema reciente, se requiere prestar más atención a este problema puesto que el impacto en los ecosistemas es aún desconocido, en especial sobre la biodiversidad” relata el Doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción y director de EULA-Chile, Ricardo Barra.

Hasta el pasado 22 de julio el Ministerio del Medioambiente se encontraba realizando una encuesta ciudadana como parte de un anteproyecto que busca regular la contaminación lumínica en Chile. Bajo este mismo contexto, se señala que según el Atlas Mundial de la Contaminación de 2016 menos del 1% de la población chilena habita en locaciones con luces artificiales. La misma situación se repite en el resto del mundo. Donde el brillo artificial alcanza al 83% de los habitantes del planeta tierra.

Vista nocturna de Concepción y la iluminación que acompaña a la ciudad. Francisco Méndez.

Los ruidos molestos

Según el Ministerio del Medioambiente el ruido es el “contaminante más común” y además uno de los más “complejos de medir y cuantificar”. Sin embargo, existe una normativa legal que limita la cantidad de decibeles permitidos en los diversos sectores de la ciudad.

Siguiendo el decreto 1018 “Aprueba Ordenanza Sobre Ruidos Molestos” se entiende el ruido molesto como “todos aquellos ruidos que excedan los niveles máximos permitidos por la ley, causando molestia al vecindario y afectando la calidad de vida”. En su artículo 2, se señala que legislación chilena permite un ruido máximo de 55 decibeles en zonas residenciales desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche. Y por la noche esta medición se reduce a 45 decibeles.

Sin embargo, los ruidos emitidos por el tránsito vehicular, aéreo, gritos o provenientes de fuentes fijas (actividades productivas como talleres, pubs, discotecas y las faenas constructivas) superan con creces las normativas chilenas.

Para el biólogo, Diego Dúran, el crecimiento de la ciudad se va “comiendo” a su entorno y genera que los ecosistemas se acostumbren a vivir bajo estas amenazas: “La contaminación acústica ya es un problema, es cosa de ir a diferentes locaciones de la urbe y escuchar los ruidos. Esto desorienta a los animales, por ejemplo, generando que no puedan realizar sus actividades relacionadas a la caza. Sin embargo, la biodiversidad se va adaptando a estos espacios, incluidos los seres humanos. Aunque no es lo ideal”, añadió.

Personal de la Municipalidad de Concepción realizando mediciones en la calle O’Higgins en el año 2017. Municipalidad de Concepción.

Paulina Cona, vecina del centro de Concepción, lleva poco más de 7 meses habitando el sector, específicamente en Ongolmo 551 edificio que colinda con la edificación encargada por la Inmobiliaria Ciss. Cona indicó que su vecindad ya se encuentra en reuniones para iniciar un proceso de demanda en contra de la empresa: “Ellos tienen un horario de trabajo en el cual emiten ruidos molestos muy fuertes, aunque estén dentro de una jornada laboral. Muchas veces no se puede ni hablar de lo alto que se escucha el ruido. Esto sumado a los sonidos asociados al diario vivir del centro hace que sea imposible descansar. Más aún cuando hace un par de días comenzaron a realizar trabajos sobre el pavimento a las 1 y a las 4 de la mañana. Todo en silencio y ellos con una especie de turbina emitiendo ruidos que despertaron a varios vecinos” acusó.

Finalmente cabe mencionar que en el caso de los ruidos molestos, las normativas vigentes datan del año 2009 y para la contaminación lumínica se realizó una actualización en el año 2013 a una ley promulgada en el año 1998. Esto denota un margen de años sin revisiones a estas negativas situaciones que son normalizadas como parte de la vida en la ciudad. Que dañan la salud mental y física de las personas y animales que habitan las zonas urbanas.

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