Inglourious Basterds: la satisfacción de la venganza junto a Tarantino EntrelíneasPor Aníbal Torres Durán - 8 octubre, 2021 La película estrenada en 2009, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, es una de las más reconocidas de Quentin Tarantino. Es la obra que no cuenta la ocupación y crímenes de los nazis con un libro de historia en la mano, sino que lo hace a través de los ojos y la peculiar mente del director. Quentin Tarantino cuenta historias de venganza como nadie más, eso está más que claro. El poco miedo a ensuciarse las manos son un sello de distinción en sus películas. En Inglourious Basterds, su séptima obra, nos transporta a la Segunda Guerra Mundial para contarnos la historia de Shoshanna Dreyfus, una judía refugiada que, tras presenciar el asesinato de su familia a manos del frívolo y maquiavélico coronel nazi Hans Landa, decide huir para luego adquirir una nueva identidad como la dueña de un cine, esperando el momento perfecto para ejecutar su plan de venganza. Bajo la línea que ha marcado su forma de hacer cine, a la vez se cuenta otra historia por el lado de la milicia. El teniente Aldo “El Apache” Raine reúne a un grupo de soldados judíos con la misión de matar a la mayor cantidad de nazis en Alemania, con un tono de turbia competencia y retribución. Los soldados son conocidos como “Los Bastardos” y avanzada la trama se da a conocer que unen fuerzas para derrotar a los líderes del nazismo con la indirecta ayuda de Shoshanna. No se puede negar que el reparto de la película le da una base firme a la película. Cada personaje es mejor que el otro. El más característico es el que interpreta Christoph Waltz, actor que encarna a Hans Landa, quien es un despiadado nazi que sabe más de lo que demuestra, que gusta de la conversación y que disfruta de un enfermo juego detectivesco, que a veces raya en lo ridículo. De seguro debe ser que el director consideró que eso fue suficiente para que Landa genere tensión dentro de cada escena. Christoph Waltz ganó el premio Óscar como mejor actor de reparto con su papel de Hans Landa.Créditos: Cultura colectiva. Sin vivir en la época, Tarantino supo captar de manera evocadora la sensación de indignación que los judíos han sentido durante milenios por ser blanco de la violencia, la discriminación y la opresión absoluta. Parte de esto proviene de cómo la película cambia los roles históricos: los judíos, a quienes la historia casi siempre les entrega el papel de víctima, aquí pueden vengarse de algunos de sus perseguidores más notorios. En definitiva, los personajes que lideran las historias son judíos que consiguen virar la historia a su favor, algo que rara vez se ve en el cine, pero cuyo mensaje consigue que esta película se mantenga vigente tras haber cumplido más de una década de vida.