Proyecto PACYT: el final del Silicon Valley de América Latina

El megaproyecto latinoamericano que parecía traer una nueva puerta al progreso de la región del Biobío parece estar frente a sus últimos días. Tanto ex académicos que participaron del proyecto, como grupos ambientalistas y en pro de la conservación de la flora y fauna del cerro se han manifestado durante años en contra de este proyecto que hoy parece estar completamente muerto.

Los últimos antecedentes expuestos por la Universidad de Concepción y también por la Seremi de Obras Públicas ante el Core Biobío parecen sepultar el proyecto del Parque Científico y Tecnológico (PACYT) del que se venía hablando desde 2007. El proyecto presenta un modelo que la propia universidad ha reconocido “está obsoleto”, por lo que ahora se pretende transformar, reemplazando el parque por un distrito de salud.

El proyecto se estancó definitivamente cuando el intendente del Biobío, Sergio Giacaman, oficializó en 2019 la suspensión de las obras de urbanización hasta octubre de 2020. En abril, la empresa que se encargaría de realizar los trabajos manifestó al MOP su intención de no perseverar en el proyecto debido al largo proceso que llevaba el realizar las faenas. Todo esto luego de encontrar algunas especies protegidas dentro del terreno donde debía trabajar.

El proyecto

La idea nace en 2007 y con una colaboración entre el gobierno regional y la Universidad de Concepción, se aprobó un presupuesto de $14.000.000.000. El año 2016 se constituye el Directorio de la Corporación sin fines de lucro PACYT, con 11 miembros. El mismo año se firmó un convenio con el MOP para iniciar las obras de construcción de la urbanización. En 2017 se abre el proceso de licitación de las obras y en 2018 se cierra el de adjudicación a la empresa VALKO.

El presidente del directorio compuesto por 11 miembros es el rector de la Universidad de Concepción, actualmente Carlos Saavedra. Foto obtenida de El Resumen.

Se estimó que el plazo de urbanización sería en 730 días. A octubre de 2020 el proyecto reposa sin ver terminada esta primera parte. Luego de esto, se calculó que la infraestructura del proyecto tardaría 10 años en concretarse. 40 lotes en rengos de superficie desde 2.892 hasta 23.512 m2.

El argumento de base presentado era que la ciencia y tecnología son generadoras de riqueza y bienestar social a los países, por lo que Chile y especialmente un polo de urbe como lo es Concepción podrían dar valor agregado a productos y servicios. Se buscaba desarrollar un espacio donde convivirían empresas locales emergentes basadas en conocimiento, talento y tecnología e incluso atraer empresas globales.

La idea fue recogida mirando a países como Estados Unidos, específicamente al Parque de investigación y campus educativo de la Universidad del Estado de Carolina del Norte. Además de estar ubicado de uno de los países con más desarrollo científico y tecnológico del mundo, el parque de cinco mil metros cuadrados cuenta con 75 centros universitarios de investigación, institutos, laboratorios y unidades departamentales.

Del mismo modo, el PACYT buscaría atraer empresas de data, basadas en conocimiento y también en TICS, industrias creativas, Startups, Laboratorios especializados, Plataformas KPO (Knowledge Process Outsourcing) de empresas globales y generar espacios de interacción para ellas.

Las preocupaciones ambientales

El PACYT se realizaría, primero, por medio del loteo y urbanización de 91,3 hectáreas de superficie del cerro Caracol, ubicado a un costado de la Universidad de Concepción. El tres de abril del 2012 se registra la Resolución de Calificación Ambiental sobre el proyecto que planeaba intervenir un total de 255 hectáreas en los fundos La Cantera y El Guindo, terreno que iba a ser dividido en tres etapas. Todo esto con una alteración irreversible a las condiciones ambientales del cerro.

Recién en 2004 se dio cuenta de la existencia de esta endémica especie, el cangrejo tigre. Foto obtenida de la Universidad de Concepción.

Uno de los primeros puntos que se le criticó al proyecto fue que la resolución fue obtenida mediante una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), no realizando un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), ni una consulta a la comunidad.

Paulo Muñoz, miembro de la Coordinadora por la Defensa del Alto Caracol, enfatizó la idea de la perdida de la riqueza que el cerro presentaría de concretarse el proyecto. “Su biodiversidad presenta un aproximado de 106 especies de flora nativa, solo en ambos fundos. Su alto nivel de endemismo convierte a la zona en un santuario de conservación de flora que no existe en otros puntos del país”.

“La mayoría del cerro ya está cubierto por el monocultivo forestal y ya se ha visto afectado por la devastación que esta práctica ejerce sobre todo este ecosistema. Además de afectar el suelo, trae consigo incendios forestales, basurales, una nueva flora exótica e invasora y fauna asilvestrada”, lamentó el activista.

La cantidad de especies únicas encontradas y de clasificación endémica ha puesto en tela de juicio la necesidad de una intervención tan grande en una de las pocas reservas naturales que todavía posee la región del Biobío y en específico para el gran Concepción. Por otro lado, otras voces incluso han hecho críticas mucho más suspicaces al proyecto.

Lo sospechoso

Antonio Zelda, Arquitecto y ex académico de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción, señaló que, cuando comenzaron el trabajo en conjunto entre las facultades de ingeniería, ingeniería forestal, arquitectura y geografía, les bloquearon una opción de proyecto de parque científico que parecía ser más sustentable y sin necesidad de utilizar tantas hectáreas. Entre una serie de sucesos extraños en cómo se estaba gestionando el proyecto.

“Cuando nos quitaron el presupuesto y desecharon nuestro estudio de casi dos años, acusándonos incluso de una mala utilización de los fondos, nos dimos cuenta de que, en fondo, lo que a la universidad le interesaba era urbanizar y hacer un negocio inmobiliario. Este proyecto, el PACyT, era una pantalla”, acusó el arquitecto.

El ex académico aseguró que su renuncia fue posterior al ver que el proyecto no estaba siendo pensado necesariamente para un desarrollo científico y tecnológico, sino que también parecía tener otros fines, que poco a poco se han ido revelando. Sin embargo, la inversión ya ha sido realizada.

Del mismo modo Jaime Soto, miembro de la Escuela latinoamericana para el desarrollo sostenible (ELADES), recalcó que lo que los diversos grupos ambientalistas y asociaciones han sostenido es que la resolución ambiental dada para el loteo de esta zona es cuestionable y pese a que las recomendaciones del Comité pro-defensa de la flora y fauna (CODEFF) eran a no intervenir, la superintendencia de medio ambiente aprobó dicha resolución.

“El parque científico y tecnológico no tiene permisos ambientales y nunca los ha tenido, solamente el loteo de los fundos La Cantera y El Guindo tuvieron aprobación del gobierno regional”, afirmó.

Los alumnos UdeC

La desconfianza frente al proyecto rápidamente movilizó a muchos estudiantes de la Universidad de Concepción en contra de la realización del proyecto. Además, los vecinos del sector de la Agüita de la Perdiz también apoyaban la no intervención del cerro Caracol.

Otros puntos que fomentaban la desconfianza sobre el proyecto es la adecuación de mallas curriculares a los intereses que ciertas empresas podrían tener, considerando las necesidades de estas antes que los de generar conocimiento.

Manuel Torres, estudiante de Geofísica en la Universidad de Concepción señaló respecto al miedo a que más que un parque científico fuese un parque inmobiliario que “carece de sentido pelar un cerro con dos especies autóctonas tan especiales para la mantención de la fauna, simplemente para realizar un negocio”.

Por otro lado, Nicolás Águila, también estudiante de Geofísica, con especialización en ingeniería física, ve con mejores ojos la realización de un centro tecnológico como el que el proyecto PACYT propone, ya que por lo menos para su área sería un gran avance en cuanto a recursos humanos y tecnológicos.

“Podrían llegar varios profesionales a enseñar nuevas materias que hacen falta y también podría fortalecer el empleo con la cantidad de proyectos que venían dentro del PACYT, además varias empresas podrían venir a invertir a Concepción”, señaló. Sin embargo, también denunció los graves efectos que podrían surgir del uso residencial del terreno.

“En teoría -el proyecto- no está enfocado en que inmobiliarias puedan poner viviendas, pero está dentro de las posibilidades. Haciendo residencial al cerro se afectaría a la naturaleza, dejando de lado todos los beneficios medioambientales que el PACYT podría tener”, lamentó.

El cerro Caracol es uno de los puntos verdes más importantes del Gran Concepción. Foto obtenida de El Resumen.

El proyecto está estancado y pese a las intenciones de la Universidad de Concepción en transformarlo en un nuevo distrito de salud, la autoridad regional parece no estar muy convencida de la idea. Los constantes ruidos en torno al proyecto desde su nacimiento lo han debilitado y han enlodado la imagen no solo de la Universidad, sino también de un sinfín de estudiantes y docentes que se vieron involucrados en el proyecto.

La historia detrás de este megaproyecto latinoamericano parece tener los días contados, pero los diversos grupos sociales y medioambientales que se manifiestan en contra de la intervención al cerro Caracol todavía hacen un llamado a estar alertas frente a los posibles nuevos avances del proyecto.

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