Puente Los Batros: los problemas de la supuesta solución al tráfico sampedrino

Por años el alto flujo vehicular ha sido un dolor de cabeza para las y los vecinos de toda la provincia de Concepción. En particular, un proyecto que busca aplacar este efecto en la Ruta 160 ha despertado una serie de controversias por los daños colaterales que implicaría su realización.

El crecimiento urbano en el Gran Concepción no es un fenómeno reciente. Sin embargo, en los últimos años se ha hecho una realidad más evidente y presente en la vida de los habitantes de la intercomuna. Mayor congestión en las calles y rutas que conectan la provincia, auge inmobiliario, urbanización de viejos parajes naturales, edificios más, casas y sitios menos, entre otros factores. La ciudad crece y las demandas de los vecinos responden a este hecho.

Pero, ¿qué ocurre cuando lo que parece ser la solución a un problema resulta en otro dilema? El proyecto del puente Los Batros en San Pedro de la Paz es un ejemplo perfecto. El notorio crecimiento poblacional de la comuna, además de su posicionamiento geográfico que conecta Concepción con la zona manufacturera de madera hacia el sur, son algunos de los antecedentes que llevaron a idear una respuesta al alto flujo vehicular y de transporte productivo en la ruta.

La moción fue presentada en diciembre de 2016 como parte del Plan de Obras Públicas del Gran Concepción. Su diseño contempla la construcción de dos pistas, más una ciclovía bidireccional y aceras peatonales a ambos lados del trazado, con una extensión total aproximada de 2,5 kilómetros. ¿El costo tras este ambicioso proyecto? En materia económica se trataría de 25.000 millones de pesos; no obstante, tanto para las y los vecinos del sector así como para el ecosistema el precio a pagar sería mucho más alto e, incluso, incuantificable.

Durante los cinco años que el plan de un puente para Los Batros ha estado en pausa, se han realizado varias modificaciones al diseño original. La más importante es que se descartó la idea inicial de levantar una plataforma mecano y en su lugar se edificaría una en base a hormigón. No obstante, el tiempo que el proyecto ha tardado en concretarse no es únicamente asunto de variaciones y mutaciones en su planteamiento.

Desde un comienzo la voz de detractores ha estado sumamente presente en la discusión que envuelve la realización del puente. Por un lado, es un hecho que la construcción de la estructura implicaría pasar por sobre zonas de humedales en Los Batros y Los Huertos y con ello sacrificar un ecosistema rico tanto en flora como fauna; lo que ha despertado críticas desde defensorías de medioambiente y activistas ecológicos. Por otra parte, las y los vecinos del sector apuntan a que, si bien se descongestionaría la Ruta 160, el conflicto se trasladaría a sus barrios residenciales.

Volvemos a la pregunta inicial, ¿qué se hace frente a una aparente solución cuyos daños colaterales pueden ser irreversibles? A continuación, habitantes de San Pedro de la Paz, organizaciones medioambientales, urbanistas y geógrafos dan algunas luces.

¿Solución o problema?

Como se mencionó con anterioridad, este proyecto busca reducir el alto tráfico que transita por la Ruta 160, la cual presenta diariamente enormes tacos de muchas horas de duración en ambas direcciones. Se calcula que transitan en ella alrededor de 3.000 vehículos por hora. Además, el SERVIU (Servicio de Vivienda y Urbanismo) ha señalado en reiteradas ocasiones que esta es la alternativa más rápida para poder solucionar el problema.

Cabe mencionar que el puente Los Batros forma parte de un megaproyecto de urbanización de la comuna sampedrina, el cual también contempla la Ruta Pie de Monte y el Puente Industrial. Todo esto con el objetivo de enfrentar la alta congestión que supuso el crecimiento poblacional de la comuna, el cual se evidencia en los nuevos proyectos inmobiliarios en el sector.

La congestión vehicular forma parte de las demandas impuestas por los vecinos en un petitorio presentado a la ministra de Transportes, Gloria Hutt. Créditos: gentileza Canal 9

 A pesar de que el diseño del proyecto ya está casi listo, se espera que en febrero del 2022 se ingrese a un sistema de evaluación de impacto ambiental, lo que podría conllevar a algunas modificaciones. De no ser así, la construcción iniciaría en primera instancia en 2024, proceso que se extendería hasta 2025.

A partir de este punto surgen varias preguntas al respecto, ¿valdrá la pena la espera de tantos años?, ¿es tan rentable como dicen las autoridades?, ¿qué dicen los vecinos del sector?

La construcción de este puente no está exenta de polémicas dentro de la comunidad, ya que según ella no podría ser tan beneficioso como se espera, e incluso, piensa que le podría perjudicar. Como se mencionó, la idea principal es trasladar el tráfico hacia el sector de Candelaria, lo cual supondría que la alta afluencia vehicular estaría concentrada en las vías de sectores residenciales, algo que no deja para nada contento a todos los vecinos.

 Al respecto, Javiera Vásquez, residente del sector Las Torres en Candelaria, menciona que no está para nada de acuerdo con la ejecución del proyecto. “Para mí esto no es beneficioso. Se trasladará todo el tráfico de la ruta hacia nuestro sector, el cual no es el ideal para que transiten vehículos pesados. Además, aquí viven muchos adultos mayores, los que no podrían descansar tranquilos”, sostiene la vecina del sector.

Cesar Espinoza, quien vive hace más de 20 años en Villa Springhill, señala que no tiene una postura clara sobre el tema, ya que considera que se debería construir el puente, siempre y cuando no los afecte a ellos. “Los tacos en San Pedro son insoportables. Si se soluciona este problema, estaría bueno que se construya. Sin embargo, dentro de la comunidad está el temor que se destruyan las calles y haya congestión en el sector, lo que no sería para nada bueno”, profundiza Espinoza.

Los vecinos viven con la incertidumbre de qué pasará con este proyecto, quienes temen que su voz no sea escuchada por parte de las autoridades. En primera instancia, este será uno de los principales puntos a estudiar en la evaluación de impacto ambiental, ya que se considera por parte de la comunidad y de expertos que no se solucionaría el problema, sino que se traslada hacia otro sector.

Centralización y medioambiente

El caso del puente Los Batros no es el primero que enciende la alerta por motivos de riesgo ambiental en la provincia. Sin ir más lejos, en 2021 la más reciente modificación al Plan Regulador Metropolitano de Concepción se enfrentó a una fuerte y mediática anticampaña debido a que permitiría urbanizar zonas naturales y humedales. ¿Pero qué hace tan esenciales a estos ecosistemas? La respuesta no es simple ni obvia. “Además de mantener biodiversidad, los humedales son reservas importantes de agua dulce y ayudan a reducir los gases del efecto invernadero”, explica Luis Felipe Herrera, geógrafo de la Universidad de Concepción.

En Chile existe una amplia variedad de zonas de propiedades geológicas como lo son ciénagas, esteros, marismas y pantanos; y cada una de ellas alberga una exuberante cantidad de especies de flora y fauna. Sin embargo, el acelerado crecimiento urbano ha llevado a extender la edificación más allá de los límites preestablecidos, lo que recae en una invasión a reservas ecológicas. “Ya las ciudades y los espacios naturales no tienen fronteras”, comenta Herrera.

¿Cómo, entonces, se podrían resguardar las denominadas zonas verdes ante la aplastante demanda inmobiliaria? Lamentablemente, en nuestro país no existe ninguna ley que regule el desarrollo urbano en esa materia. En resumen, los planes reguladores de cada comuna o provincia son definidos por los gobiernos locales según criterios políticos independientes.

Humedal Los Batros tendrá resguardo del Minvu a partir del 2022. Créditos: gentileza Ladera Sur.

Francisco Astorga es abogado y ha trabajado con la ONG Defensa Ambiental siguiendo de cerca el proyecto del puente Los Batros. Al consultarle sobre los estudios de impacto ambiental, Astorga comenta: “Estos han arrojado que es una zona de sacrificio gigante, la cual tiene que estar protegida. Ahora bien, aún estamos a la espera de que el proyecto finalice su etapa de creación para evaluar si impactará enormemente al ecosistema del sector”. Así, pese a que los resultados de análisis evidencian el peligro que corre el humedal en el lugar con la realización del puente, estos estudios no son vinculantes; es decir, no implican ningún tipo de influencia en el desarrollo del proyecto.

¿Por qué pareciera que la protección del medioambiente y el crecimiento urbano son ideas opuestas? Ricardo Soto, arquitecto de la Universidad de Concepción, apunta a que dicha premisa es errada, pese a lo que ha evidenciado la experiencia. “Tiene que ver con la enorme centralización en la provincia donde todas las comunas dependen de Concepción”, explica. En ese sentido, el hecho de que Coronel, Chiguayante, Hualpén, Hualqui, Lota, Penco, San Pedro de la Paz, Talcahuano y Tomé no cuenten con una oferta de servicios y empleos suficientes, obliga a sus habitantes a viajar constantemente a la capital de la región al no poder satisfacer sus necesidades en sus propias comunas. De esa manera, es natural que las rutas que conecten a la intercomuna se saturen aun más cuando la centralización llega acompañada de una constante alza en la densidad poblacional. “No debería ser un problema, pero lo es porque tanto el MOP (Ministerio de Obras Públicas), como el SERVIU y el Servicio Regional de Medioambiente trabajan por separado cuando deberían estar unidos para resolver este tipo de necesidades”, profundiza el arquitecto.

En una sociedad consciente con autoridades preparadas, un conflicto tan grande como el que ocurre con el proyecto del puente Los Batros no tendría lugar. No obstante, el fenómeno de la sobrepoblación ha crecido demasiado rápido como para ser debidamente atendido por quienes deberían hacerlo. “El medioambiente no es una idea opuesta al crecimiento urbano, pero la mala planificación urbana ha llevado a que se convierta en eso”, concluye Ricardo.

¿Hacia dónde va el puente?

Durante la última década ha habido una mayor concientización sobre el cuidado del medio ambiente, esto está fuertemente vinculado con el cambio generacional. Se ha visto cómo los jóvenes han sido los grandes protagonistas de movimientos que buscan que las industrias y fuentes de poder de alrededor del mundo cambien sus políticas contaminantes. El cambio climático es una realidad de la cual no se debe bromear.

El otorgamiento sostenido de permisos de edificación en sectores de alta riqueza en biodiversidad es una amenaza para la conservación de este y de las ciudades. Es importante destacar que el rol que protagonizan los humedales en espacios urbanos es de vital significación en la descontaminación del agua y del aire, siendo estos algunos de los principales problemas de las grandes urbes.

Sumado a lo anterior, en Chile existe un gran problema de políticas de urbanización, esto producto al crecimiento exponencial de habitantes en varios sectores del país. Las principales dificultades se encuentran en las comunas que están en los alrededores de las grandes ciudades, en las cuales habitan población circulante; es decir, pobladores que no laburan dentro de estas. Un claro ejemplo de esto es San Pedro de la Paz, la cual se ha visto enormemente afectada por la congestión que se produce cada día, producto del traslado de personas hacia diferentes sectores del Gran Concepción.

Según el Censo del 2017, la población del Gran Concepción superó el millón de habitantes. Créditos: gentileza TVU.

Ante el crecimiento que vive la comuna, esta necesita una planificación que esté acorde a las necesidades de sus habitantes. Sin embargo, también se debe tener en cuenta el impacto ambiental que podría traer la ejecución del proyecto.

La construcción del Puente Los Batros se concretará a pesar de los cuestionamientos por parte de los expertos y de los vecinos del sector. No obstante, su planificación quedará en veremos, puesto que el proyecto aún está sujeto a evaluación ambiental, del cual probablemente surjan nuevas acusaciones en contra de él y por ende, posibles aplazamientos y modificaciones.

Considerando la palabra de las y los expertos en el tema, la pregunta queda instaurada: ¿Vale la pena sacrificar un espacio rico en biodiversidad en un proyecto que probablemente no solucione el problema que busca resolver? El tiempo lo dirá.

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