Las niñas araña: de la realidad a la pantalla EntrelíneasPor Millaray Mariqueo - 3 diciembre, 2021 Basada en la obra de teatro de Luis Barrales y el caso real, esta película señala la otra cara de las chicas de 13 años conocidas como “las arañitas”. Dejando de lado los prejuicios y estereotipos, la cinta nos invita a conocer los sueños y particularidades del mundo de cada una de ellas Este filme dirigido por Guillermo Helo, narra la vida de tres jóvenes pertenecientes a la conocida toma modelo de Peñalolén en 2005 cuyo caso recorrió las pantallas producto de transformarse en una banda delictual famosa en los barrios más pudientes de Santiago. Su método era escalar los edificios para poder ingresar a sus dependencias, haciéndole honor a su nombre, sin embargo, detrás de la polémica generada por los robos y el particular recurso utilizado para llevarlos a cabo, había mucho más que escuchar. La narración describe las vivencias de Avi, cuya familia marcada por el alcoholismo y la violencia derivan en una niña que busca proteger a su hermana y su integridad a toda costa. Su historia es el eje bajo el cual la cinta retrata la precariedad de la infancia al interior de los campamentos. La necesidad de salir de este mundo impulsa a la protagonista y sus amigas Cindy y Estefany a entrar a departamentos en Las Condes, para obtener una felicidad momentánea de lo que sería tener la comodidad que anhelan. Sin embargo, también pretenden encontrar una forma de solucionar los problemas económicos en sus familias. Parte crucial del diálogo y conflictos de las jóvenes se efectúo en un punto en altura desde donde podían ver el campamento, una vez iniciados los robos, comenzaron a ver un horizonte distinto desde los edificios. Imagen gentileza del Festival Nacional del Nuevo Cine Latinoamericano. La película hace un gran énfasis en el contraste de estratos sociales entre el barrio alto y la pobreza de las tomas, cuyo tópico esencial es exponer el entorno que maltrata y abandona a diario, dejando a los personajes sin un real consuelo. A pesar de ser un tema ya abarcado en el cine chileno, este rodaje logra transmitir la desprotección e injusticia sin caricaturizar los personajes marginales. Por consiguiente, el espectador puede captar con facilidad el mensaje y empatizar con las situaciones de cada una. Por otro lado, los diálogos recalcan una crítica social a la diferencia de oportunidades y los estigmas que se potencian a través de los medios de comunicación. Sumado a esto, el factor de inocencia que las niñas agregan al papel a causa de su edad, entrega una visión más humana de ellas, ayudando a flexibilizar argumentos, y conclusiones respecto a los actos catalogados como moralmente incorrectos. No se quiere justificar ni mucho menos victimizar a las adolescentes, sino que mostrar con mayor cercanía los pensamientos y sentimientos que las componen.