Olas de calor y su estrecha relación con los incendios forestales

Llegan los días calurosos y, con ello, se comienzan a activar las alertas en Bomberos, la CONAF y, cómo no, entre los vecinos. Los incendios forestales se han vuelto una tónica en la temporada estival y el tiempo de verano nos mantiene prestos ante cualquier suceso de esta índole.

Por Deniss Monsalve y Sofía Sepúlveda

Los incendios y el fuego -en particular- nos han acompañado desde tiempos inmemorables. Antiguamente se usaban esas mismas llamas para el desarrollo de algunos ecosistemas, en aquel tiempo cuando los bosques estaban lejanos a las ciudades y una propagación a zonas urbanas era casi impensada. Sin embargo, el tiempo corre y con ello, las cosas comienzan a cambiar. Hoy el fuego no es considerado parte esencial de la vida humana, sino más bien, una temible amenaza.

“En ese momento se nos fue todo encima”, así lo relató María Sánchez. El año 2017 vivió uno de los días más trágicos de su vida cuando su propiedad, ubicada en la localidad de Curepto, en la región del Maule, fue consumida por las llamas. Para aquella fecha los termómetros en el país marcaron un peak de temperaturas. Chillán, por ejemplo, alcanzó los 41.5 °C en zonas interiores y desde ahí se comenzó a dilucidar la velocidad con la que había avanzado el inminente cambio climático.

Una sequía prolongada, el estrés hídrico y las fuertes olas de calor que azotaron al país no dieron tregua a uno de los años más catastróficos en materia de siniestros. Y el panorama no ha cambiado en demasía, al contrario, aquellos factores que dejaron ver la peor cara de un país golpeado por los incendios han seguido acompañando la vida de los chilenos y chilenas, esperando la acción particular para desencadenar otro desastre ambiental.

Este año, las altas temperaturas se dejaron sentir desde el mes de septiembre en el territorio nacional. 38 °C marcaron los termómetros el día lunes seis de diciembre de 2021 en algunas localidades de la zona centro sur del país y, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas del año 2020, las olas de calor aumentaron de nueve a 62 en las últimas 10 temporadas en Chile, cifras alarmantes si se hace la debida relación entre la temperatura y el fuego.

El calor no cesa y la temporada de incendios parece haber comenzado. Esta vez fue la comuna de Nacimiento, en la región del Biobío, la que se vio afectada por un nuevo incendio forestal que consumió 190 hectáreas de bosque de pino radiata y eucalipto. El verano aún no llega, pero la advertencia es clara: el fuego podría estar a la vuelta de la esquina.

¿Qué opinan los expertos?

Las condiciones climáticas son -efectivamente- un factor importante a la hora de iniciar el fuego. Datos importantes a considerar es que según un estudio del Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), en la actualidad y dentro de los próximos años se evidenciaría una reducción significativa de las precipitaciones, lo que agudizaría aún más la sequía que afecta al país. Además y, acorde a lo que señaló la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en el Manual con Medidas para la Prevención de Incendios Forestales, las altas temperaturas permiten que el fuego se tope con las condiciones propicias para la creación y propagación de un incendio, situación que se hace cada vez más frecuente.

Respecto a ello, el geógrafo de la Universidad de Concepción, Felipe Herrera, agregó que  “el aumento porcentual de las temperaturas que se va incrementando cada año, sumado a las grandes extensiones de monocultivos, son un incentivo para la creación de siniestros graves”. Para el especialista, estas variaciones en las condiciones climáticas que afectan al país reflejan la huella que está dejando el cambio climático.

Herrera confirmó la compatibilidad entre las altas temperaturas y los incendios y añadió que “los principales riesgos que se pueden tener ante las olas de calor es que la probabilidad de emisión de los combustibles (como el pasto) sea mayor y, por ende, se prenda”. Tal como explicó el profesional, cuanto más sea el calor, es menor la humedad relativa, por lo que las posibilidades de que una fuente de energía externa entre en emisión y se incendie, son aún mayores.

Otro punto que destacó el geógrafo es la expansión de los monocultivos, una práctica agrícola que concentra toda su plantación en una misma especie y que ha sido fuente de varias catástrofes que afectan la forestación de pinos y eucaliptos, dos de los monocultivos más predominantes en el país. Este método tiene como objetivo responder a la alta demanda de la especie pero, al mismo tiempo, genera un considerable desgaste del suelo. La intervención en la diversidad de organismos que allí habitan produce -a mediano y largo plazo- una reducción de la fertilidad de la tierra.


El pino radiata representa el 68% de las plantaciones forestales en Chile. Fotografía: Agencia Atom.

Cristian Venegas, ingeniero en prevención de riesgos y especialista en incendios, señaló que sí existen factores de propagación del fuego de tipo meteorológico, entre ellos, el viento. El profesional destacó un fenómeno conocido como el “factor 30”, que se desarrolla cuando se dan tres situaciones en particular: temperatura de 30 °C, un 30 % de humedad relativa y vientos de 30 kilómetros por hora. Estas condiciones generarían el escenario propicio para el inicio de un incendio forestal.

De todas formas, hoy en día se hace imposible saber con certeza en qué situación en particular puede comenzar el fuego. “En este momento, lo único seguro es que el viento predominante en nuestro país es el sur oeste, lo que nos permite entender que el fuego se propaga de sur a norte, sobre todo en las zonas costeras. Aun así, sigue siendo muy difícil predecir hasta dónde puede llegar”, comentó Venegas.

Junto con ello, el ingeniero resaltó que la temporada de incendios ya no comienza con la llegada del verano, como era antiguamente, situación que resulta bastante preocupante dada las condiciones climáticas actuales. Según aseveró Cristian, “los equipos de voluntarios necesarios para combatir los siniestros graves no se encuentran disponibles (…) tanto los vecinos como las autoridades no están preparadas para afrontarlos”.

Las voces de las víctimas

Inolvidables parecen los años 2016 y 2017 para los habitantes de zonas como Navidad, Curepto y Santa Olga, quienes a raíz del fuego perdieron sus hogares y con ello, gran parte de su vida. María Sánchez, vecina de la localidad de Curepto, vio cómo hace más de cuatro años las llamas arrasaron con su casa y con parte de sus animales. “Estábamos rodeados de cenizas. Sentimos un miedo muy grande, sobre todo por nuestras vidas. Perdimos casi todas nuestras pertenencias”, detalló Sánchez.

Juan Gajardo, otro habitante de la comuna de Curepto, rememoró de manera triste aquel fatídico suceso y comentó que para sus padres -adultos mayores- fue aún más lamentable la pérdida. “Para ellos fue un dolor y un trauma muy grande, porque son sus cosas. Son años que se han esforzado para tenerlas”, agregó el hombre.

Según relató Gajardo, aún viven con la inseguridad y el miedo de que algo así vuelva a suceder, la pena y el dolor son sentimientos que todavía habitan en ellos y añadió con inquietud que “hay veces en que vemos un poco de humo por el sector y se nos viene a la mente la imagen y pensamos: ‘¿Lo irán a combatir? o ¿lo irán a controlar?’”.

Los siniestros ocurridos el 2017 en nuestro país fueron de tal envergadura que, según el Sistema de Protección Civil de la Unión Europea, el fenómeno superó las líneas de medición hasta ese entonces establecidas. Tal como detallaron desde la entidad, aquellos incendios fueron catalogados como “tormenta de fuego”, la que tuvo una velocidad de propagación mayor a los seis kilómetros por hora y su avance alcanzó -en promedio- 115 mil hectáreas en 14 horas.

Los siniestros ocurridos en Chile, el año 2017, consumieron 518.174 hectáreas de superficie. Fotografía: Corporación Nacional Forestal.

Desafíos y medidas preventivas para las próximas temporadas

Uno de los principales problemas al momento de hablar de incendios forestales es la cercanía que existe entre bosques -particularmente de monocultivos- y las zonas urbanizadas. Respecto a ello, el diputado ecologista, Félix González, señaló que “nosotros hemos planteado que este tipo de plantaciones deben estar, al menos, a un kilómetro de distancia de centros poblados”. La idea anterior podría materializarse a través de ordenamientos territoriales, que consisten en hacer uso de un espacio de manera organizada y sustentable, un plan que no ha logrado llevarse a cabo con éxito.

La autoridad electa por el Distrito 20 de la región del Biobío, reparó en que parte del problema es la escasez hídrica en localidades donde las plantaciones forestales han avanzado de manera acelerada. Según agregó González, muchos habitantes deben abastecerse de agua por medio de camiones aljibes, situación que igualmente los imposibilita a la hora de querer combatir el fuego por sus propios medios. Acerca de aquello, el diputado añadió que “garantizar el agua para el consumo humano es una de las políticas públicas base en las cuales se deben trabajar para combatir el cambio climático y sus consecuencias”.

Con respecto a los desafíos para prevenir estos desastres forestales, la CONAF se ha centrado en la fiscalización de las acciones desarrolladas por la ciudadanía en áreas rurales. Las imprudencias o negligencias en el uso del fuego son algunas de las causas de estos siniestros, por lo que la institución ha centrado sus esfuerzos en precaver estas situaciones a través de inspecciones en el uso de herramientas de corte y maniobras peligrosas empleadas por los pobladores o agricultores.

La CONAF proyectó la conformación de 32 brigadas para esta temporada 2021 – 2022. Fotografía: Agencia EFE.

Fernando Ramírez, director del Departamento de Prevención de Incendios Forestales de la CONAF, aseguró que parte importante de esta prevención se logra a través de la educación. Por ello, el ingeniero forestal propone una enseñanza temprana en los colegios en relación con la percepción que se tiene, por ejemplo, de la vegetación. “Es fundamental saber la conducta que se debe tener ante el uso de fuego en la naturaleza”, comentó Ramírez.

Dentro de la Corporación Nacional Forestal existen cuerpos legales de uso, control y prohibición del manejo de fuego en ubicaciones geográficas específicas, aunque las campañas de concientización son siempre parte de la agenda. Sobre aquello, Fernando enfatizó en que “la clave está en no prohibir, sino regular y educar”.

Las investigaciones, respecto a las causales de los incendios forestales anteriores, han permitido diseñar y elegir las mejores estrategias para evitar y hacer frente a episodios de la misma o mayor envergadura.

Por ahora, la CONAF y su equipo se preparan para enfrentar un verano marcado por las fuertes olas de calor, una época que se avecina difícil de sobrellevar. A causa de ello, la entidad hizo el enfático llamado para que los habitantes que se encuentren cerca de bosques o sitios eriazos mantengan las áreas aledañas despejadas, además de fabricar cortafuegos para evitar que posibles siniestros puedan afectarlos. Vale recordar que hay veces en que sabemos dónde los incendios empiezan, pero no siempre dónde terminarán.

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