El sueñero: el cómic que rompió con las buenas maneras

Dotado de ausencias de luz, escenas surrealistas y diálogos para nada refinados, esta novela gráfica constituye una de las obras más importantes de la historieta argentina de las últimas décadas. Entre mercenarios, seres mitológicos y un trazo imaginativo, Enrique Breccia desliza apuntes sobre la dictadura argentina, la guerra de las Malvinas y el sentimiento nacionalista, de una forma espléndida.  

  

Publicado en la década de 1980, El Sueñero no estuvo exento de comentarios negativos, debido a la evidente crítica política y social que se refugia detrás de su historia de ficción. Creado por Enrique Breccia, historietista e ilustrador argentino, nos presenta un mundo surrealista, donde la voluntad de batallar y combatir se manifiesta como el oxígeno que dota de vida a los hombres.

Así lo evidencia Ñato, el mercenario protagonista que ve su vida sin sentido, luego de que la vieja práctica de la matanza y agresión visceral terminara siendo consumida por un periodo de absoluta paz. Los hombres, teniendo a la guerra como dogma, enfrentaron los tiempos de armonía como una insufrible epidemia, que debía ser resuelta a toda costa.

Es entonces cuando deciden crear un Coliseo Romano, para degustar -una vez más-  el sabor a la guerra. Este debía ser provisto de todo tipo de bestias y hombres con la capacidad de luchar, y es aquí donde Ñato realiza su entrada triunfal: es él quien debe suplir esta nueva demanda de gladiadores.

Así comienza una fascinante búsqueda y captura de estrafalarios combatientes, en un viaje marítimo a través de distintas épocas, que se gesta en un océano con la capacidad de transportarlo a cualquier tiempo y espacio.

Ñato y uno de sus seleccionados gladiadores: el minotauro. / Créditos: viñeta de El Sueñero.

Obviando el contenido rupturista, la ilustración no se queda atrás. En una ejecución brillante, Breccia –además- se hace cargo de todo el dibujo de la obra. Compuesta únicamente en tintas, con ausencia de luz y colores, la atmósfera que crea el autor va muy en línea con lo deshumanizados que están sus personajes.

Ahogándonos en muchos primeros planos, más dejando muchas emociones y eventos sujetos a la interpretación, Breccia es inteligente e intencional en cada viñeta que traza.

Toda la crítica política y los paralelismos con la historia de Argentina, escondida en las viñetas, no guardan relación alguna con la trama. Sin embargo, de una forma extraña, logra hacer conexiones que crean sentido para el lector. Así, con un ingenio único –y como buen argentino- Breccia no puede desmarcarse de su país, generando un diálogo entre los debates culturales eternos de su nación y personajes excéntricos de ficción.

Divertida, llena de simbolismos y altamente vanguardista, El Sueñero es una obra que va más allá de lo absurdo; mezclando lo mejor de la ficción, con la historia que ya está escrita y nos pertenece.

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