Las precarias condiciones laborales a la que se enfrentan los trabajadores acuícolas en el sur austral de Chile

El incumplimiento de los protocolos, el actuar negligente de las partes involucradas y las precarias condiciones laborales que tienen estas empresas subcontratadas por la industria salmonera terminan siendo una combinación fatal.

Por Cristian Márquez.

La tarde del miércoles 15 de diciembre marcó un antes y un después en la vida de una familia de Puerto Cisnes, en la Región de Aysén. Esto luego que el padre de dicho clan, que se desempeñaba como buzo, falleciera mientras se encontraba trabajando a bordo de una embarcación en el centro de cultivo de salmones Krauss, todo esto en la localidad de Isla Magdalena, ubicada a 20 minutos de Cisnes.

Personal especializado de la Armada recién pudo rescatar el cuerpo del fallecido en horas de la mañana del día jueves, por lo que posteriormente se iniciaron las diligencias para esclarecer los hechos y determinar cómo ocurrió el deceso en cuestión.

Este lamentable suceso volvió a poner sobre la mesa las muertes de trabajadores acuícolas en centros de cultivos de salmones que se han producido en el sur austral de Chile. Solo hasta abril de 2021 se generaron ocho accidentes, en donde fallecieron 4 personas, es decir, un muerto por mes. Lo anterior tuvo lugar en centros de cultivo de la Región de Aysén y la Región de Los Lagos, específicamente en Chiloé, en concesiones marítimas pertenecientes a las empresas AquaChile y Salmones Blumar, por ejemplo.

El incumplimiento de los protocolos, el actuar negligente de las partes involucradas y las precarias condiciones laborales que tienen estas empresas contratadas por la industria salmonera terminan siendo una combinación fatal.

Personal de la Armada se sumergió a 95 metros de profundidad y no logró dar con el cuerpo del hombre fallecido en Puerto Cisnes en primera instancia. Fotografía de Diario El Divisadero.

Riesgos del rubro 

El síndrome de descompresión o también llamado coloquialmente mal de presión es el gran causante de los decesos de trabajadores acuícolas en centros de cultivo de salmones. Esta enfermedad consiste en la alteración o modificación brusca de la presión arterial de una persona, lo que desencadena en la formación de burbujas de nitrógeno en el cuerpo -tanto a nivel intravascular o como extravascular-, las que además se diluyen en los tejidos del afectado. En algunos casos esta enfermedad también se manifiesta con una parálisis transitoria o permanente de distintas partes del cuerpo, y en ocasiones puede llegar a provocar la muerte.

César Molina, instructor de buceo de Puerto Aysén, comentó los riesgos de este rubro: “Por lo general, las complicaciones más graves con respecto al mal de presión ocurren con el rápido ascenso en aguas frías, en los fiordos, que llevan a cabo los buzos, ese es un escenario habitual para que el mal de presión o síndrome de descomposición se haga presente”.

Molina también se refirió al tratamiento que deben recibir las personas al momento de presentar esta enfermedad: “La única medida terapéutica manejada por la ciencia hasta el momento tiene que ver con la ocupación de una cámara hiperbárica para ir nivelando lentamente la presión y devolver el oxígeno a los tejidos de la persona”.

Nuevos estándares en los protocolos

Debido al turbulento inicio de año de la industria salmonera -luego de los casos de trabajadores fallecidos- es que el Consejo de Salmón de Chile (CDS), integrado por las empresas Salmones Chile, AquaChile, Cermaq y Mowi, elaboró una serie de protocolos para aumentar el estándar de los trabajos de buzos en sus centros de cultivo de salmones, esto para impedir que se sigan produciendo decesos en sus instalaciones o en las concesiones marítimas y así lógicamente salvaguardar la integridad de los trabajadores acuícolas, que están expuestos a distintos peligros al momento de llevar a cabo su labor.

Cada empresa de las mencionadas anteriormente se comprometió a hacerse cargo de los procesos relativos a las operaciones marítimas tanto antes, durante y después de los trabajos de buceo. Asimismo, este protocolo -que se estableció a mediados de agosto de 2021- se enfocó en aplicar controles y procedimientos adicionales a los que ya tenía cada empresa, lo que se suma además al Reglamento de Buceo para Buzos, que pertenece a la Armada de Chile, otra de las entidades pertenecientes a este rubro.

A la fecha es evidente que estos nuevos protocolos han disminuido los accidentes fatales en los centros de cultivo, sin embargo, no fueron eficaces para evitar el fallecimiento del trabajador acuícola durante la tarde del pasado miércoles 15 de diciembre en la Isla Magdalena, distante a 20 minutos de Puerto Cisnes.

Según indicó la Dirección del Trabajo, las empresas tienen 24 horas para informar sobre la muerte de un trabajador. Fotografía de Diario El Divisadero.

Fiscalización 

Uno de los factores primordiales que posibilitaron el fallecimiento de los trabajadores acuícolas mencionados anteriormente es la poca fiscalización de parte de la Dirección del Trabajo.

Y es que desde la misma institución reconocen las dificultades que existen para estar pendientes del cumplimiento de las normas y los protocolos laborales en este rubro, así lo detalló Christian Aros Troncoso, director regional subrogante de dicha entidad: “No tenemos la capacidad para acudir constantemente a los centros de cultivo de la región y mucho menos para fiscalizar a las empresas contratistas que trabajan en cada uno de estos lugares, que es donde terminan ocurriendo estas tragedias”.

En febrero de 2021 el buzo Héctor Lagos Peñaillillo falleció en Puerto Aysén luego de sufrir el mal de presión. Según mencionaron testigos, el hombre dio aviso a su supervisor, pero este no le creyó y le ordenó ir a otro centro. Fotografía de Diario El Divisadero.

Es de esperar que se sigan elevando las normas y afinando los protocolos, tanto para las empresas contratistas como para la industria de la salmonicultura en general, pues en los casos de personas fallecidas anteriormente descritos, no solo son los protocolos los que no se cumplen -tanto por parte de los mismos trabajadores, como también por parte de las empresas- sino que además existe una precariedad en las condiciones laborales y a nivel de conectividad, pues el hecho de que estos centros de cultivo de salmones muchas veces queden alejados de las comunidades, de las ciudades, de los centros hospitalarios también termina provocando problemas de transporte y conectividad, los que finalmente propician los lamentables decesos de gente humilde, esforzada que muere en su mismo lugar de trabajo.

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