Sin reglas, todo vale

Las principales caras opositoras a la medida gubernamental de adelantar vacaciones de invierno no son muy distintas de los mismos personajes de siempre.

La decisión del gobierno de adelantar las vacaciones de invierno, esto a raíz de la grave alza de contagios no solo de Covid-19, sino además de influenza y virus sincicial, parece no tener un apoyo transversal dentro de la comunidad educativa, así como tampoco un rechazo completo.

Lo que llama la atención es que, entre los propios críticos, están ex autoridades de gobierno, tales como el ex ministro de educación, Raúl Figueroa.

Este acusó un análisis “escaso”, apelando a la salud mental de los estudiantes que no han podido asistir a clases presenciales durante dos años de pandemia. Aunque suene a empate, se podría decir lo mismo del retorno forzado que intentó llevar a cabo el ex ministro, con apenas meses de empezada la pandemia y con las camas UCI comprometidas con casos fatales de Coronavirus.

Los efectos de dos años alejados de las salas son evidentes, pero equiparar la salud mental con el estado sanitario para justificar la crítica a la propuesta de gobierno, es usar una falacia de falsa equivalencia.

Gobierno adelanta vacaciones de invierno ante aumento de enfermedades respiratorias en niños y niñas
El adelanto de las vacaciones de invierno trae complicaciones, pero las críticas a ella han venido de caras hipócritas. Foto extraída desde ADN.

Las declaraciones de Figueroa se suman a otras observaciones hechas por Paula Daza y Jaime Mañalich. Por su parte, la ex subsecretaria acusó improvisación y la necesidad de aplicar medidas drásticas, mientras que el ex ministro de salud suscribió las palabras de Daza, pero yendo un paso más al frente acusando un “fracaso en la vacunación de la cuarta dosis”.

La política pública impulsada por el gobierno es tan aceptable como lo fue la suspensión de eventos masivos o la cancelación de cualquiera actividad no esencial durante los tiempos más difíciles de la pandemia, impulsada por los personajes ya citados.

La diferencia radica en que Figueroa, Daza y Mañalich juegan un papel de “todo vale” cuando se trata de una medida aplicada por un ejecutivo que no los representa. Esto es una práctica estúpida, pero común para cualquiera dependiendo de quién maneje el país.

Los mismos hechos se repetían hace un año con varias de las caras del actual gobierno. Sin ir muy lejos, Gabriel Boric votó a favor de las acusaciones constitucionales contra Figueroa y Mañalich, así como también al sucesor de este último, Enrique Paris.

Al final, son diferentes hechos, distintos protagonistas, y las mismas actitudes.  

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