Lo que falta

De nada sirve que la capital del Biobío sea reconocida como “una de las mejores ciudades para vivir”, si se mantiene en la línea de la mediocridad.

El pasado 22 de junio, el Índice de Calidad de Vida Urbana, elaborada por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), posicionó a Concepción como la segunda mejor ciudad para vivir fuera de la región Metropolitana, colocándose por detrás de Concón y por encima de La Serena, San Pedro de la Paz, Rancagua y Machalí.

La metrópoli penquista destacó por sus áreas verdes y buena calidad del aire, lo cual es un halago, tomando en cuenta que otras comunas que tuvieron un crecimiento demográfico más grande no contaron la misma historia.

Sin embargo, el mismo informe arrojó que Concepción decae cuando se habla de vivienda y entorno. Otro aspecto lo es también la conectividad, en referencia al transporte público con todas sus deficiencias; y las oportunidades de trabajo.

La capital del Biobío, pese a ser reconocida como una ciudad prominente por el informe de la CChC, sigue al debe con sus residentes cuando se trata de ofrecer, por ejemplo, mejores servicios de transporte público.

¿Cuánto falta hasta que las empresas de microbuses normalicen el número de máquinas en circulación, en especial en horas nocturnas? ¿O hasta que se implemente un nuevo sistema de pago que permita eliminar las pesetas? ¿Y qué hay sobre el transporte interurbano, en especial a zonas más apartadas como Bulnes, en donde un bus demora horas en llegar? ¿Y la renovación de la flota?

Lo mismo ocurre con las ofertas de trabajo. El Gran Concepción es ahora una “ciudad dormitorio”, en donde las personas llegan para reunirse con su familia y disfrutar los periodos intermitentes de vacaciones, antes de volver a otras ciudades con mejores oportunidades laborales. Este es el caso de las comunas del Gran Santiago, que en el mismo informe  superan en todos los aspectos a las de regiones, salvo en materia medioambiental.

Esto quiere decir dos cosas: una, la más evidente, que el centralismo del país es uno de los principales obstáculos en el desarrollo de la comuna penquista; y dos, no se está haciendo lo suficiente para avanzar en la materia.

Concepción es, en teoría, una ciudad “buena” para vivir, pero no excelente. Hasta que los penquistas se hagan cargo de los grandes problemas de la ciudad, desde el transporte público, la infraestructura vial, el entorno y las oportunidades de trabajo, el reconocimiento de la CChC no será más que un adorno en la pared del municipio, sin mayor significado para quienes, de verdad, viven en la capital del Biobío.

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