Sacarse la mascarilla y ponerse la empatía EntrelíneasPor Antonia Oviedo - 26 septiembre, 2022 Las medidas sanitarias han sido diversas y cambiantes a lo largo de la pandemia, nadie sabía cómo enfrentar una situación así, pero a estas alturas, no se puede hacer vista gorda a lo aprendido y seguir como si nada. Chile ha destacado a lo largo de la pandemia por ser uno de los países con restricciones sanitarias más estrictas y prolongadas. Entonces, uno podría preguntarse si las medidas estaban siendo efectivas; las respuestas llegaron el miércoles 21 de septiembre, cuando el gobierno anunció la eliminación de los pases de movilidad, además de liberar la decisión de utilizar mascarillas a menos de encontrarse en un centro médico. Aun con estas libertades, la sociedad debe internalizar que esto no es volver al 2019, sino justamente lo contrario. Hay que aprender de todo lo vivido en estos años de restricciones, no se puede tomar a la ligera las enfermedades, los cuadros respiratorios y por sobre todo, hay que ser más conscientes de las cargas virales en lugares con alta afluencia de personas. En Chile se han administrado 62.288.546 dosis de vacunas para combatir el coronavirus, lo cual ha permitido avanzar en las medidas sanitarias. Crédito fotográfico: gestion.pe. A partir del primero de octubre, según el Ministerio de Salud, será altamente recomendado utilizar mascarillas en lugares donde se reúnan grupos de personas en espacios acotados, transporte público y en caso de encontrarse con malestares propensos a ser contagiosos, además de seguir con la obligatoriedad al asistir a centros médicos. Es responsabilidad de todos tomar medidas preventivas en caso de presentar fiebre o algún síntoma viral. Gran ejemplo de esto son las sociedades asiáticas, que tienen como parte de sus reglas socioculturales implícitas, el mantener distancia y utilizar mascarilla en caso de encontrarse enfermo. No así los chilenos, que muchas veces necesitan amenazas de multas para cumplir con medidas que parecieran mínimas. Es momento de romper con esa característica tan propia, para comenzar a respetar y empatizar con quien, sin conocer, compartes un metro cuadrado en el transporte público, el cine o la arena de un concierto. Si esta crisis sanitaria ha logrado algo, es visibilizar las desigualdades que existen dentro de la sociedad, tales como el acceso a la salud, los espacios personales limitados, las exigencias laborales, e incluso las dificultades que conlleva el presentar una licencia médica. La empatía no puede quedar como un aprendizaje pasajero. El bien común es tarea de todos, en esta edición de Entre líneas queda explicitado en textos sobre la inclusión de las neurodivergencias en la educación o el legado social que han dejado personajes como Baldomero Lillo o Patricio Guzmán.