La ranita de Darwin, una bandera de la defensa de los bosques

Si se pone mucha atención a la hora de caminar por un bosque nativo que sea muy húmedo, existe una pequeña (pero no imposible) probabilidad de escuchar un canto que proviene del suelo. Entre medio de las hojas, el musgo, las ramitas y la tierra podría encontrarse un ejemplar de la ranita de Darwin, anfibio en peligro de extinción debido a la creciente desaparición de su hábitat y el calentamiento global.

Habita bajo los canelos, arrayanes, coigües y otros árboles de los bosques templados chilenos. No necesita desarrollarse cerca de cuerpos de agua como lagos, ríos o lagunas, pero sí requiere ambientes muy húmedos. Por eso, el clima de la espesura valdiviana es ideal para la Rhinoderma darwinii, conocida como ranita de Darwin. 

Por estas características, el pequeño anfibio es un símbolo para la conservación de la flora y fauna nativa, ya que su presencia es un bioindicador del estado del hábitat.

La ranita de Darwin no suele medir más de 4 centímetros, siendo un poco más grande que una moneda chica de cien pesos. Sin embargo, su reproducción lo diferencia del resto de casi 7 850 anfibios registrados en el mundo, similar al caso de los caballitos de mar. 

Cuando llega la época de reproducción, entre primavera y verano, la hembra coloca los huevos en el suelo. Al pasar un período de dos a tres semanas sin cuidado parental, y al haber movimiento de los renacuajos dentro de su burbuja, el macho los introduce en su boca. Las crías se desarrollan ahí hasta terminada la metamorfosis, pudiendo pasar más de dos meses. Este proceso hace que la ranita de Darwin sea la única de los anfibios donde los machos se “preñan”.

Además, el color de este pequeño animalito varía según la zona donde se encuentre. Por esto, hay colonias de ranitas de Darwin de tonalidad verde claro intenso hasta café oscuro. Esta característica es para poder camuflarse según el suelo del bosque en el que viven. 

Sin embargo, la deforestación de los bosques nativos para plantar pinos y eucaliptos ha causado que cada vez sean menos los espacios habitables (considerando además que las características de su hábitat ya son específicas). En un intento de preservar y estudiar más a la Rhinoderma darwinii, la Universidad de Concepción (UdeC) y el Zoológico de Leipzig crearon la Estación de Biología para la conservación y reproducción ex situ de la ranita de Darwin en 2009.

La experiencia de la Estación

La investigación se realiza ex situ, es decir, se extraen los ejemplares para poder criarlos y estudiarlos fuera de su ambiente natural. Sin embargo, se imitan las condiciones para que puedan vivir su vida normal bajo la presente investigación. Según el Dr. Juan Carlos Ortiz, profesor del Departamento de Zoología de la Udec y director de la Estación, un objetivo del proyecto es poder reintroducir poblaciones de ranas si es que su hábitat así lo permite. 

“Esta crianza puede permitir que, si hay una extinción local de la especie pero siguen las condiciones para sobrevivir, se reinserten”, declaró. Además, en el caso de poblaciones de ranas que se vean disminuidas por factores desconocidos, una reintroducción “podría servir para rejuvenecer genéticamente y se puedan recuperar”.

Ranita de Darwin situada sobre un pequeño tronco. Su camuflaje sirve para ocultarse de depredadores como el chucao y el hued hued. Créditos: Rodrigo Sandoval Álvarez.

El proyecto es pionero en Chile, por lo que la investigación ha ido avanzando gracias al ensayo y error. En este sentido, han ocurrido situaciones que por diversos motivos tuvieron resultados trágicos para las ranitas de Darwin. Sin embargo, las experiencias sirven para el aprendizaje de estos estudios.

Una de ellas permanece sin explicación hasta el día de hoy. “Una de las enfermedades más comunes en los anfibios es la presencia del hongo quitridio, que se desarrolla sobre la piel de ellos”, explicó. Sin embargo, tras enviar muestras a distintos laboratorios de varios países, ninguno pudo establecer qué fue lo que causó su muerte. 

Otra experiencia fue un detalle que también hay que tener en cuenta a la hora de hacerlo ex situ. “Pedimos a un grupo que trajera hojarasca para cambiarla. Pero no nos trajeron del bosque valdiviano, sino de uno esclerófilo con muchas hojas de boldo”. Este específico detalle también tuvo resultados fatales en los terrarios donde se cambió la hojarasca.

Dentro de la Estación

Catalina Martin es veterinaria y la encargada del día a día del proyecto desde 2019. Comentó que el alimento también debe ser criado como las ranitas, teniendo especial cuidado para no significar un riesgo a los anfibios. “Su dieta consiste de crías de cucarachas, moscas de la fruta y tenemos grillos y tenebrios por si llegara a pasar algo”, detalló.

Catalina Martin junto a los terrarios de las ranitas de Darwin. El espacio de estos anfibios es distinto al de los sapos de pecho espinoso, ya que no requieren de tanta agua para su hábitat. Créditos: Rodrigo Sandoval Álvarez.

La estación también tiene una colonia de sapos de pecho espinoso de Vanzolini, anfibio endémico de la zona de Nahuelbuta. Está considerada en estado de conservación en peligro, debido a que el territorio donde vive se encuentra intervenido por las empresas forestales. Además, no está muy estudiada.

Martin comentó que es un anfibio que presenta dimorfismo sexual, donde el macho “es mucho más corpulento que la hembra. Además, en época de reproducción le crecen varias espinas en su pecho, de ahí el nombre”. Sin embargo, no se ha podido estudiar el apareamiento debido a que se cuentan con pocos ejemplares.

Los anfibios son una parte importante del ecosistema, controlando plagas de insectos y también siendo alimento de aves y animales depredadores. Si continúan disminuyendo, se provoca un desbalance en su hábitat, por lo que se deben proteger los bosques donde viven para no afectar negativamente su fauna.

Top