Los foráneos: en la búsqueda de cumplir un sueño 

Según un informe realizado por el Servicio de Información de Educación Superior (SIES), solo en el 2023 se matricularon 1 249 401 estudiantes en pregrado. De los cuales, el 72 % del total se concentran en las regiones Metropolitana, Valparaíso y Biobío.

En la vida universitaria no todo es fiestas, libertinaje y alegrías, sino que para los foráneos significa sacrificios, soledad, crecimiento personal y metas por cumplir. Se cree que por ser una persona que comienza la etapa adulta tendrá las herramientas necesarias para enfrentar el ingreso a la educación superior y la ardua carga académica que conlleva. Sin embargo, en la práctica no siempre es así, sobre todo, al tratarse de un estudiante que proviene de otra ciudad, ya que son múltiples los factores que debe que cargar. Pero, ¿quién los orienta para enfrentar este cambio?

Dejar el hogar

La vista desde la venta del avión alejándose de la ciudad. Foto de Bárbara Arias Oyarzún.

Salir de casa a temprana edad con el anhelo de educarse y obtener un título profesional no es tarea fácil. Para lograrlo implica cerrar un ciclo, se deja atrás la ciudad de origen, el barrio, los amigos de la vida y la familia. Al estar lejos de todo aquello, la letra de la canción Té para 3 de Soda Stereo se vuelve más significativa: «No hay nada mejor que casa».

Bien saben del tema los estudiantes foráneos que se mudan de localidad para entrar a la universidad. Ignacia Glavic estudiante de Antropología, migró de la ciudad de Antofagasta y relató que: «Lo más complejo es adaptarse al nuevo estilo de vida, entender que tienes que ser muy ordenado porque si no las cosas van a resultar mal. Debes aprender a manejar la plata, a ser responsable y sobre todo independiente».

En el caso de Martina Argel, estudiante de Tecnología Médica y oriunda de Puerto Montt, consideró que: «Es complicado tener que vivir solo y hacer todo uno mismo. El miedo de no tener cerca el apoyo al estar lejos es difícil. También, hay que ser autosuficiente y considerar todo, no solo los estudios, sino además cuidados personales, alimentación, orden y limpieza».

El proceso de adaptación a un territorio desconocido

Llegar a una ciudad extraña requiere de tiempo para conocerla, internalizar la cultura y esencia que esta tiene. Para lograrlo, «va a depender de las características personales del alumno y la calidad de sus redes de apoyo. En un periodo de uno o dos meses ya se va a adaptar a esa nueva vida y va a comenzar a generar el sentido del porqué está ahí. Se necesita mucha perseverancia y convicciones muy claras», expresó Javiera Espinoza, psicóloga clínica.

Son tantos los cambios que deben afrontar los foráneos de un momento a otro que para muchos repercuten en la salud mental. Puesto que, no es sencillo pasar a estar solo de la noche a la mañana, no tener a los padres cerca y que nadie te reciba luego de un día difícil. «Empiezas a cuestionarte la vida, a decirte que no eres capaz, a deprimirte y pensar que ocurrirán cosas negativas. Finalmente, eso radica en trastornos ansiosos, anímicos y adaptativos. Gente que quizás jamás tuvo una crisis de pánico las llega a conocer en la universidad porque se sienten muy desprotegidos», sostuvo Javiera.

Una realidad que solo entienden y viven los foráneos. Foto de Joice Kelly en Unsplash.

Costo económico

Otro de los temas que los padres y estudiantes consideran al momento de marcharse, es el lugar donde van a vivir. Solo en Concepción «aproximadamente el valor de un departamento con un único dormitorio, sin estacionamiento ni gastos comunes incluidos, bordea alrededor de $350 000 a $400 000», afirmó Ana María Valdivia Novoa, corredora de propiedades.

Además, otro problema que enfrentan es que «existen más cláusulas de prohibición hacia los estudiantes, aparte de que se tengan que regir por el reglamento interno del edificio. También, los propietarios dejan establecido las multas por el no cumplimiento del documento, porque se les tiene mayor desconfianza», aclaró Cristina Godoy, corredora de propiedades.

Lo positivo que trae salir de la zona de confort

No todos los cambios que enfrentan los foráneos son negativos. Igualmente les trae cosas positivas, como por ejemplo, aprendizajes, crecimiento personal y mayor conciencia del esfuerzo que realizan sus padres a distancia, son solo algunas de ellas. Es lo que les ayuda a la construcción de una identidad propia y camino de vida a seguir.

«Ser foránea me ha ayudado positivamente a madurar, porque tengo responsabilidades que no tendría si estuviera viviendo con mi familia, por ejemplo, tener al día las cuentas del hogar o el orden. Sobre todo, el tema financiero», destacó Ignacia.

Nadie está preparado para enfrentar la vida adulta, menos un joven que a los 18 años define lo que realizará el resto de su vida. No existe un manual para afrontar los cambios pues nunca son fáciles de llevar, es la consecuencia que implica arriesgarse con la idea de que traerá frutos.

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