Los scouts no solo venden galletas

Este 21 de mayo el Movimiento Guía Scout de Chile cumple 115 años desde su creación. Llama la atención que, a pesar del tiempo, se sigue manteniendo e incluso representando al país en el extranjero. Por ejemplo, según los datos entregados por el Ministerio de Relaciones Exteriores, en el último Jamboree Scout Mundial, realizado en Corea del Sur, fueron 1 100 chilenos los que participaron en dicho evento. Pero ¿qué hay detrás de esta actividad tan significativa para los jóvenes?

Reunirse los fines de semana para realizar actividades al aire libre, cantar canciones bajo una noche estrellada y alrededor de una fogata, aprender clave morse, ayudar sin esperar una recompensa y «Dejar el mundo mejor de como lo encontramos», una de las frases más destacadas por el fundador Lord Robert Baden-Powell. Son algunas de las acciones que realizan los scouts y que se vuelven parte de sus vidas.

Vivir un campamento

Cada cuatro años se realiza el campamento Jamboree Scout Mundial. El próximo será el 2027 en Polonia. Foto de Maël Balland en Unsplash.

Dentro de todas las labores que se llevan a cabo durante el transcurso del año, una que se vuelve fundamental para los scouts es salir de excursión. Lo cual les permite conocer lugares nuevos por un par de días, estar lejos de los padres y desconectarse de la rutina diaria.

Armar la mochila con todo lo necesario para sobrevivir y luego traerla cargada de grandes vivencias, es lo que se busca lograr. «En los campamentos se viven experiencias nuevas e inolvidables, que te enseñan a poder adaptarse a condiciones sin ayuda de la tecnología y a tener conocimientos básicos de lo que es vivir sin la comodidad del hogar», expresó Francisca Muñoz, miembro del Grupo San Francisco de Asís de Puerto Montt.

La responsabilidad de un adulto

Desde el primer día, los scouts que ingresan a algún grupo están bajo el cuidado de un adulto, estos se distinguen por el nombre y cargo que reciben. En el caso de las mujeres, se les tiende a decir guiadora, mientras que, a los hombres, dirigentes. También, para ser alguno de ellos «es necesario mantenerse al día a través de los distintos cursos y capacitaciones para poder dirigir a las juventudes de hoy», enfatizó Lorenzo Reyes, adulto acompañante del Grupo Rucapeñihue de Concepción.

Aparte de acompañarlos, son ellos quienes les inculcan cómo ser buenos scouts «a través de una educación no formal. Se les enseña lo que es la empatía, la comunicación, el respeto y el trabajo en equipo. Estas cosas son los valores y virtudes que no se aprenden en los colegios ni en las universidades», concluyó Yovany Toledo, responsable de la Avanzada Hermano Sol y Hermana Luna del Grupo San Francisco de Asís.

Formar amistades

Rocío junto a sus amigos en el campamento Jamboree Scout Mundial del 2019, en Estados Unidos. Foto de Rocío Uribe.

Una de las cualidades positivas que se obtiene es el poder socializar y conocer a personas, ya sea del mismo grupo, como también de otras ciudades e incluso países. Debido a que, solo ellos entienden y comparten las mismas vivencias que suceden dentro del escultismo.

Esto quiere decir que «al pasar los años ya se considera una familia. Es un vínculo único que no he logrado encontrar en ningún otro lado, es como si los sábados y días de campamento hicieran que conozcas a las personas en su estado más puro. Mis amistades de scout son las más lindas y siento que serán para siempre», expresó Rocío Uribe, exparticipante del Grupo San Francisco de Asís.

Aquello refleja una conexión que perdura en el tiempo, puesto que «dentro del movimiento es común enfrentarse a varias situaciones que están fuera de tu zona de confort. Por eso siento que uno crea lazos más fuertes con la gente», comentó Natalia Guerrero, exintegrante del mismo grupo.

Los aprendizajes que deja

Francisca y sus compañeros en el campamento de verano de su grupo. Foto de Francisca Cabrera.

El escultismo se destaca por ser una actividad sana donde los exploradores pueden reír y jugar. A su vez, este deja una huella en el crecimiento personal de los jóvenes, dado que, les ayuda en la formación de su camino de vida.»Todos mis valores me los enseñaron en scout. Recuerdo que entré a los seis años y fue ahí donde aprendí a compartir, a ser solidaria y a incluir a las personas sin importar su origen», destacó Francisca Cabrera, del Grupo Alcatipay de Talcahuano.

En el caso de Francisca Muñoz, reconoció que: «Antes de ser escultista, era alguien que no sabía hacer cosas básicas y me costaba mucho levantar la voz. Pero ahora, gracias a scout, he aprendido cosas como, hacer fuego, a cocinar, ser independiente y a tener personalidad a la hora de hablar».

A su vez, otras de las buenas acciones que realizan son la conciencia y el cuidado con el medio ambiente. Esta responsabilidad la llevan a cabo a través de «distintas actividades, como limpiar playas, parques o recoger basura y colillas de cigarro. Además, el poder acampar dentro de la misma naturaleza nos enseña a mantenerla y valorarla», señaló Boris Villarroel, exmiembro del Grupo San Francisco de Asís.

Es por esto, que el lema «Una vez scout siempre scout«, refleja el gran compromiso que se tiene, pues no es solo es una actividad de una jornada, más bien, es un estilo de vida que  algunos la incorporan desde muy temprana edad y otros durante la adolescencia. Para los scouts, el poder disfrutar del encuentro tiene un significado que lo vuelve tan especial. Un movimiento algo desconocido por la sociedad, pero bien que les haría aprender un poco de aquel.

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