Neurodiversidad: el reto de la inclusión en la pedagogía

La tragedia ocurrida en Puerto Varas, donde una madre y su hijo fueron encontrados muertos, dejó una incógnita que es necesario abordar.

La información inicial sobre el niño de seis años, es que tenía un diagnóstico catalogado dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA). Las primeras hipótesis indican que lo sucedido pudo deberse a su condición y a la presión que sentía la madre, quien no contaba con las herramientas necesarias para sobrellevar la vida de ambos. 

Es pertinente preguntarnos si la sociedad chilena está preparada para tratar con la neurodiversidad. Este caso en particular nos lleva a cuestionar el equipamiento existente en los colegios y centros educacionales.

La impacto del sistema educativo en la formación de personas

Los niños se insertan en un sistema educativo durante toda su infancia y adolescencia. Este hecho amerita la existencia de herramientas integrales para abordar los casos con necesidades educativas especiales (NEE).

Imagen de Kyklos.

Katherine Mora, educadora diferencial, menciona que ha notado una gran brecha en las medidas de integración entre la educación pública y privada.

“A nivel municipal los equipos multidisciplinarios están mejor preparados en comparación con colegios particulares. Allí el nivel de las medidas de integración es mucho más deficiente. Esas comunidades educativas ni siquiera cuentan con programas o protocolos a seguir para casos de estudiantes con necesidades educativas especiales”, expresó.

La dinámica en materia educacional en Chile no ofrece métodos de planificación o herramientas de evaluación adecuadas al trabajo con estos estudiantes. Sin embargo, exige que los establecimientos presenten protocolos propios para abordar esos casos.

Así se puede ver el panorama desde una mirada interna. La apreciación de una profesional del área de la neuro divergencia que debe luchar todos los días por la integración efectiva de sus estudiantes. 

La lucha de los padres de niños TEA

Pero también es sumamente importante considerar la realidad de los padres de niños con diagnóstico TEA, para quienes la tarea es todavía más pesada. 

Imagen de Kdoce.cl.

Carolina Cortez, madre de un adolescente autista y profesora de enseñanza básica, comentó acerca de su experiencia de crianza y la relación que tiene con el establecimiento educacional de su hijo.

«Los colegios no están preparados para la inclusión de personas en el espectro del autismo porque involucra una gran cantidad de aptitudes que no todos los profesionales tienen. Yo estoy convencida de que tener la voluntad de incluir va más allá del título profesional. Muchas veces los ayudantes de la educación como los auxiliares o inspectores son mucho más comprensivos y hospitalarios con los estudiantes TEA en comparación a los profesores y directivos titulados”, señaló.

Este relato deja ver cómo es la cultura intrínseca de los chilenos frente a la inclusión y el trato que se da a las personas que tienen características diferentes a lo que conocemos. 

“Desde mi experiencia como mamá de un niño que está dentro del espectro autista, puedo dar prueba de lo complicado que es este tema en la educación, sobre todo en la enseñanza media. A los profesores de este nivel les cuesta mucho más aceptar la neurodiversidad. Siguen teniendo un paradigma muy anticuado y academicista. Se preocupan más de los contenidos que de preparar una evaluación enfocada en las competencias y necesidades de los estudiantes”, sentenció. 

La voluntad y la vocación hacen la diferencia

A pesar de que en algunos establecimientos existan ciertas medidas, sigue siendo necesario que los profesores tengan una cuota importante de vocación que les permita comprometerse a integrarlos correctamente en la comunidad educativa. 

Imagen de Unir.net.

En ese sentido, dijo que “con nuestro hijo comenzó a ser difícil cuando cumplió trece años. Las hormonas llegaron a romperlo todo durante el inicio de su adolescencia. Él siempre ha tenido terapia ocupacional externa, cosa que nosotros hemos tenido el lujo de tomar, pero hay muchas familias que no pueden hacer ese gasto. La intervención en los colegios debería estar enfocada en terapia ocupacional e integración conductual considerando su entorno y a sus pares”.

Para Cristina Carrasco, psicopedagoga de la Comunidad Educativa Cayuman, el panorama no se ve tan diferente en un centro educacional privado.

“Considero que en los colegios no hay preparación de ningún nivel para la integración de niños con TEA, desde la cantidad de alumnos por sala que puede alcanzar los 45 estudiantes, hasta la poca información que hay a nivel de profesores y alumnos. Los colegios tienen una sala apartada para tratar a niños con TEA, y así jamás se da una real integración, ya que solo conviven con otros en su misma condición y eso les impide prepararse para enfrentar el entorno real”, comentó.

Podemos ver cuánto hemos avanzado a nivel legislativo en materia de inclusión pero todavía falta internalizar la empatía para con quienes no lo tienen tan fácil en nuestro entorno.

Es necesaria la visibilización de estos casos en contextos educativos y que nos involucremos cada vez más como individuos. Ya sea siendo parte del área educacional o simplemente como sociedad. De esta forma podremos avanzar hacia la creación de una comunidad más inclusiva, en la que prime tolerancia y empatía con nuestro entorno.

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