Efecto Lázaro: 10 especies reencontradas post extinción

El efecto Lázaro en la biología de la conservación hace referencia a la historia bíblica del personaje que resucitó. En este sentido, existen diversos casos de especies en la naturaleza que se creyeron o fueron declaradas oficialmente extintas y se han vuelto a encontrar. 

El accionar humano en los ecosistemas se refleja en varias situaciones. La caza, el uso de tierras para la agricultura, la actividad ganadera y la urbanización producen efectos devastadores en la naturaleza, afectando a la flora y fauna del lugar. En los peores casos, se provoca la extinción de las especies. El cambio climático también juega un rol fundamental en esto. 

Hoy se habla de la sexta gran extinción de especies. Quiere decir que ya han habido, al menos, cinco extinciones masivas a lo largo de la historia. Sin embargo, la actual tiene relevancia y un principal culpable: la influencia del ser humano. Esta acción ha provocado que la serie de desapariciones ocurra más rápido comparado a las anteriores registradas. 

La desaparición de una especie dentro de un ecosistema afecta al impactar en la cadena trófica y su funcionalidad dentro del ambiente. Sin embargo, en la experiencia se ha demostrado que otro ser vivo de su mismo género puede suplirlo en el rol de la función que cumple. El gran problema es cuando comienza a desaparecer el género completo, teniendo que pasar milenios para que la cadena evolutiva en el ecosistema se recupere.

El desafío del efecto Lázaro

En este sentido, que se produzca el efecto Lázaro en la naturaleza brinda un atisbo de esperanza para la caótica situación. Sin embargo, son muchísimos más los casos de “murió el último ejemplar de x especie” que “se encontró tal animal que se creía extinto”. 

Lo difícil y el desafío que plantea el efecto Lázaro es que la mayoría de las especies reencontradas y que se declara que no están extintas, pasan a estar en peligro crítico de extinción. Esto porque las poblaciones encontradas no suelen superar el centenar de ejemplares con vida. Así, protegerlas es fundamental para que logren reproducirse y aumentar su cantidad.

Sin embargo, no todos los casos cuentan con centros de conservación para la especie, quedando en el ecosistema donde fueron encontrados y que normalmente es un hábitat bajo distintas amenazas causadas por el ser humano.

Lo esperanzador es que también han sucedido ejemplos donde se ha confundido el estado de las especies debido a una mala identificación en su momento, como sucedió con el ratón de Gould (detallado en la línea de tiempo). También ha sucedido que hay especies que habitan en lugares de muy difícil acceso y existe poca información científica. La casi nula documentación abre la puerta a suponer que se ha extinto un animal, por lo que es necesario realizar expediciones e investigaciones para actualizar su situación.

El delicado proceso

Un intento para preservar una especie es introducir algunos ejemplares que se encuentran en cautiverio en un ecosistema. También puede pasar que, para conservar un animal, se aisle un ambiente donde se encuentra. Así pasó con la mariposa hormiguera de lunares en Inglaterra, un interesante insecto. 

La mariposa hormiguera de lunares tiene ese nombre gracias al lugar donde hace su metamorfosis. Cuando se transforma de oruga a mariposa y se envuelve en su crisálida, queda dentro de un hormiguero con una especie de hormigas específica. Ahí, mediante químicos, engaña a los residentes para que no la ataquen, aprovechando la estructura para protegerse de algún depredador. 

Cuando se descubrió el último lugar donde habitaba la mariposa hormiguera de lunares en Inglaterra, los entomólogos cercaron la zona y la dejaron sin intervención del ganado que pastaba por ahí. Esto provocó que los pastos crecieran, desencadenando un aumento de temperatura en el suelo. La hormiga que convivía con la mariposa, sensible al ambiente, migró a otro lugar dejándole el espacio a otra especie de hormigas que no identificaban los químicos que emanaban de la crisálida, atacándola y acabando con los últimos ejemplares en Inglaterra.

Por esto, conservar una especie tiene que ser un proceso estudiado a fondo y analizado en todos los posibles escenarios.

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