El resurgimiento del arte de tejer

El tejido gana popularidad como pasatiempo y herramienta terapéutica, aportando a la salud mental y promoviendo el desarrollo personal de todas las edades.

El arte de tejer es socialmente conocido como un pasatiempo relacionado con las mujeres, especialmente de rangos etarios mayores. No obstante, es una práctica milenaria, cuyo desarrollo se remonta incluso a los pueblos indígenas de Chile, como los aymara. La fabricación de textiles a partir de hilados, en tiempos antiguos, era un trabajo enseñado a las niñas pequeñas con el fin de crear las vestimentas usadas por el pueblo aymara para paliar los efectos de las bajas temperaturas y para simbolizar elementos de su cultura. Hoy por hoy, el tejer a crochet o a palillo es una afición practicada por personas de cualquier edad y género, y ha estado pasando por un resurgimiento a través de los últimos años.

¿Qué suele inspirar las ganas de tejer?

Foto de Kelly Sikkema en Unsplash. Se observa un tejido a crochet, disciplina dentro del mundo del tejido que suele ser confundida por el palillo (tejido a dos agujas), pero que puede lograr resultados parecidos a ese último.

Francisca es una joven de 22 años que suele pasar al menos una tarde a la semana desarrollando este pasatiempo en su habitación. “Yo siempre vi a mi mamá, hacer un chaleco, ropitas para mis sobrinos, cuando van a nacer. Uno siempre quiere hacer lo que la mamá hace, entonces por eso siempre tuve el gusto por tejer” dijo. Y es que este arte aún se socializa entre las personas que saben y quienes desean aprender, a pesar de la existencia de una infinidad de recursos para aprender en línea. No obstante, en la actualidad converge la sabiduría con el internet, así lo evidencia Valentina, trabajadora social de 23 años, quien hace un año aprendió la técnica del crochet mediante un taller que duró solo tres clases. Si bien para ella no fue suficiente, continuó tejiendo en casa: “También aprendí por mi cuenta viendo videotutoriales o preguntándole a mi abuelita”, indicó Valentina.

Tejiendo el combate contra los estereotipos

Los públicos que adquieren lanas son cada vez más variados. Según Pamela Luengo, dueña de El Dedal Cordonería, ha rebrotado la disciplina del tejido a palillo y a crochet. Además, mencionó que ha habido un aumento considerable en la cantidad de gente joven que compra lanas. Luengo, quien lleva más de siete años vendiendo hilados, define a su público como variado. ¿Cómo no? Si en nuestro país existen incluso grupos de hombres que se dedican al tejido, como lo es la Agrupación de Hombres Tejedores. Su perfil de Instagram da cuenta de su dinámica, la cual consiste en la realización de jornadas llamadas Encuentro Tejeril, las cuales buscan socializar el arte del tejido, compartir una tarde de “buena charla, experiencias y compañía”, y lo más importante, romper con los estereotipos de género relacionados con la labor textil. Así mismo lo expuso Valentina: “Creo que a través del tiempo ha pasado a ser una afición o un oficio para todos; todas las personas pueden tejer. Yo le enseñé a tejer a mi pololo”.

Una herramienta terapéutica

Imagen de Freepik. Los hombres llevan años incursionándose en el rubro del tejer, muchos incluso lo usan como fuente de ingreso.

“Siento que me ayuda bastante cuando estoy emocionalmente mal. El tejer me distrae totalmente de lo que estoy pensando y sintiendo, me relaja totalmente”, comentó Pancha. El impacto que presenta el desarrollo de actividades como esta en las personas es alto. En esta línea, la psicóloga María Ignacia Lagunas, destaca la importancia del tiempo de ocio. Según ella, en Chile se le da más importancia a la producción y por ello las personas no le brindan valor a sus momentos libres. Por lo tanto, Lagunas recomienda el desarrollo de acciones que hagan ejercitar la mente, como lo es tejer. Si es que no se adiestra a la mente, se pueden presentar riesgos a largo plazo si es que no, pues el cerebro podría debilitarse con el tiempo, no funcionar bien o presentar mayores dificultades. Así, la psicóloga comenta que el arte de tejer es “un ejercicio muy terapéutico, permite relajarse, sentirse útil. Si hablamos de las personas que tienen estabilidad o que han aprendido y les gusta, por supuesto que va a favorecer más el cuidado de la salud mental”. Es por estas razones que, además, se generó un resurgir del tejer en pandemia, pues desde El Dedal Cordonería se comentó que el encierro provocó que la gente buscara cosas para hacer: “El tejido se vio como una gran terapia”, indicó Luengo. Además, fue una ayuda con ingresos para quienes se dedicaron con más ganas a tejer.

Una práctica accesible para todos

Aprender el arte de tejer ya sea a crochet o a palillo trae muchos beneficios. Si bien puede parecer complicado, con dedicación se pueden obtener buenos resultados. Lo importante es que aporta a la salud mental y es una forma divertida de pasar los tiempos libres. No es necesario convertirse en experto, usar los mejores materiales o asistir a clases especializadas. Solo se requieren las ganas de participar del mundo del tejido, siendo una técnica que incluso se puede aprender mediante el internet y para lo cual existe una gran cantidad de recursos educativos.

Por Constanza Gutiérrez.

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