Esperar al amor vale la pena

Muchos consiguen su primera relación en la adolescencia e idealizan lo que tuvieron como su primer amor sin saber que hay amores mucho mejores esperándolos más adelante.

Me crie con la regla de que no podía tener pololo hasta los 18, porque los estudios eran más importantes, porque era fuera de lugar, porque me iba a distraer y las mil cosas que dijeron mis papás que consideré malas excusas.

Pero ahora me encuentro dándoles la razón y con tres lecciones extras que no creo que supieran, iban a nacer de esta única regla para evitar problemas o “accidentes” en mi adolescencia.

Las tres lecciones

Al observar a mis amigas pasar por esta etapa, aprendí la primera: intereses propios, lo vital que es hacer cosas que te llenan y no ocultarlos para llamar la atención de alguien en específico.

La segunda fue observando a las parejas de mi generación, aprendí lo que no quería en una relación, al ser una externa me permitió ver las actitudes tóxicas entre novios de las cuales juré nunca ser parte.

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Y por último aprendí del amor propio, quererme y aceptarme a mí antes de dejar entrar a alguien más a mi vida, ya que al estar soltera y haberlo estado siempre en esta etapa de adolescencia me aíslo de mis pares, pero me permitió entender en la soledad el valor que tenía mi propia compañía.

Tres lecciones que una vez aprendidas complicaron encontrar a alguien incluso después de mis dieciocho años, pero después de conseguir lo que sí considero un amor importante, valió absolutamente la pena.

Opiniones diferentes y el beneficio

Una relación sana conmigo misma y un primer amor del cual sí puedo disfrutar plenamente evitando situaciones desagradables innecesarias ya que me di ese espacio de “soledad” en mi adolescencia.

Puede que muchos no estén de acuerdo y aleguen que sus malas o buenas experiencias en la adolescencia son lo que los llevó a poder tener una mejor relación con futuras parejas, pero la manera de tratarse a si mismos se vieron dañadas, lo cual puede llegar a ser igual de perjudicial a la larga.

Darse el espacio en la adolescencia de conocerse, amarse y entender lo que es realmente una relación vale la pena y las recompensas no tardarán en llegar.

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