Isla de Pascua: el paraíso dentro del territorio nacional

Un trozo de la Polinesia en nuestro país y más que una sección del baile escolar de Fiestas Patrias. Se trata de Rapa Nui, una isla llena de sorpresas por descubrir.

Rapa Nui es el territorio que logró denominar a Chile como un país tricontinental. No sólo lo afirmo yo, sino el acuerdo de incorporación de Isla de Pascua, firmado en 1888 por el expresidente José Manuel Balmaceda junto con el consejo de jefes locales.

La isla es, sin lugar a duda, un destino encantador. Al llegar, los isleños te reciben en el pequeño aeropuerto Mataveri con un collar de flores. La única aerolínea que llega al territorio es LATAM y el avión debe ser abordado a través de un ingreso especial en Santiago, capital de nuestro país. No hay necesidad de emitir un pasaporte, pues sigues estando jurídicamente en Chile.

He visitado Rapa Nui en dos oportunidades, la última en enero del presente año. Es un lugar maravilloso para toda la familia. Si puedo recomendar un guía para turistear por la isla, Nicolás Urcelay es el mejor de todos. Su madre, Sonia Haoa, es una brillante arqueóloga local, quien ha recorrido el mundo compartiendo su sabiduría.

Fotografía: Sofía Meier. Los moáis representan a los reyes que lideraban la isla. Constan de dos partes principales: el pukao (pelo) y el cuerpo.

Los puntos turísticos cuentan la historia del territorio a través de dibujos, canciones y por supuesto, los gigantescos moáis. Puedes encantarte de la cultura de Isla de Pascua a través de los shows de baile ofrecidos por diferentes academias. Si amas la playa, puedes visitar Ovahe o Anakena.

Para los amantes de los pescados y mariscos, hacer este viaje es perfecto. En el caso de los alérgicos (como yo) hay excelentes alternativas. Una de ellas es Le Fritz, un restobar ubicado en la calle principal de Hanga Roa, la capital de la comuna. En él encontrarás empanadas de todos los tipos, la mejor para mí es la de pastel de choclo. Deléitate con un mojito de mango del mismo lugar, me lo agradecerás.  

Los rasgos de los isleños son evidentemente polinésicos. Su morfología, expresiones y formas de relacionarse los alejan de los parcos chilenos. Ellos son cálidos y carismáticos, nosotros, por el contrario, tímidos e irritables. Quizá compartimos un carnet, pero somos infinitamente contrastantes.

Sofía Meier Améstica
Estudiante de Periodismo UdeC. Periodista de Diario La Tribuna. Colaboradora Fundación Salvemos el Mundo Hoy. Mamá-gato, hermana, hija, novia. Hablante de alemán, inglés y español.
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