La masculinización del desactualizado transporte público del Biobío

Las críticas por malas experiencias por parte de los usuarios, así como la falta de condiciones laborales óptimas para los conductores, evidencian un servicio anticuado. Sin embargo, el sector se ha sometido a algunas regulaciones que buscan su calidad. Es más, recientemente las mujeres se han incorporado a este rubro, rompiendo con la normalización masculina del trabajo.

El rubro del transporte público, tanto a nivel nacional como regional, es sumamente criticado. Los estudiantes se quejan de malas experiencias por presentar el pase escolar y por la nula entrega del boleto. Los adultos reconocen problemas con el cobro de sus tarifas que les corresponden por ser mayores de 65 años. Estas vivencias ponen en duda la formación y capacidad de trabajo de los conductores, pues son la cara visible de este servicio.

Actualmente, en la región del Biobío existen 35 líneas y, según el seremi del transporte, en 2023 se registraron 1 600 taxibuses licitados en el Gran Concepción.

Gary Concha es operador de la línea de buses Las Galaxias y comentó que el rubro está en una etapa de cambios producto de las normativas y las regulaciones del Ministerio de Transportes. “Las nuevas reglas del juego vienen a profundizar de manera más fuerte, lo que es la frecuencia, puntualidad e irregularidades”, señaló.

Estas nuevas reestructuraciones permitirían un mejoramiento del servicio, con las que no solo se realizarían nuevos ajustes, sino que traerían renovadas tecnologías. Gary, reconoce las falencias que existen, por lo mismo, se proyecta y vela por el futuro. “Tenemos que ir avanzando y no solo en eso, sino que también en los funcionamientos propios de la empresa. Hay que progresar en otras políticas, como la sustentabilidad y el cuidado del medioambiente”, agregó.

Adicionalmente, recalcó la idea de evolucionar hacia la electromovilidad y los pagos automatizados, no porque sea una obligación, sino por voluntad propia, para poder seguir mejorando el servicio. “Las tenemos muy bien estudiadas, es un desafío personal como empresa”, aseveró el operador.

Ahora bien, estas nuevas normas no son el único cambio. Recientemente, las mujeres han comenzado el desafío de entrar al mundo del transporte público. Un área tan masculinizada puede que cambie con el paso del tiempo.

La inserción de las mujeres en el transporte público

Según el Observatorio Latinoamericano de Género y Movilidad, en el 2023, Chile tuvo un 62 % más de conductoras. Fotografía obtenida del Facebook de Mujeres Conductoras del Biobío.

Erna Ugarte es la coordinadora del Programa Piloto en Formación Laboral de Mujeres Conductoras, en el cual hubo 60 participantes del Gran Concepción, desde enero de 2023 hasta mayo de 2024. No solo contó con clases de manejo, sino que, adicionalmente, incorporó módulos de comunicación efectiva, trabajo colaborativo, atención al público y control de estrés. Todo esto con el objetivo de ofrecer un mejor servicio a la comunidad.

El plan financiado por el Gobierno Regional tuvo por objetivo la inserción de este grupo al transporte público. Este proyecto realizó dos ciclos, donde 44 mujeres obtuvieron su licencia, pero actualmente solo 15 trabajan de manera frecuente.

Erna manifestó que para las mujeres no hay condiciones laborales atractivas para incorporarse al sector, ya que las jornadas son muy extensas y eso se debe al déficit de trabajadores que existe. Es más, se estima que faltan alrededor de mil en el Gran Concepción.

También, le parece desactualizado el sistema de remuneración de los conductores, ya que ganan por boleto cortado: “Las empresas aún no han hecho las inversiones que se requieren, no dan un paso cualitativo en el ejercicio del negocio. Hoy en día es un sector muy anquilosado en sus prácticas”.

Por último, informó el perfil de las mujeres que participaron del programa: “Preferentemente, debían ser jefas de hogar que tuvieran entre 22 y 55 años. También era deseable que contaran con la enseñanza media terminada, la licencia clase B, un registro social de hogares inferior al 80 % y que vivieran en una de las ocho comunas del Gran Concepción”. 

Experiencias de las conductoras y las dificultades del rubro

Actualmente, dos de las participantes se encuentran trabajando en el sector. Ambas se sienten felices y agradecidas por la formación que les brindó la Fundación TPH, dado que les abrió las puertas al mundo laboral.

Verónica Hernández en el terminal de buses de la línea Nueva Sol Yet ubicado en Hualpén. Frente al autobús que maneja a diario. Fotografía: Verónica Hernández.

Isaura Morales tiene 50 años y es conductora de la línea Vía Siglo XXI. Fue parte del primer ciclo del programa y lleva casi 12 meses trabajando. “Ha sido muy gratificante para mí, la gente me saluda amablemente y yo hago lo mismo. Trato de ser lo más agradable posible con los pasajeros”, señaló. Sin embargo, la competitividad es un aspecto sumamente duro que debe soportar.

Verónica Hernández tiene 45 años y hace cinco meses que es conductora y la única mujer de la línea Nueva Sol Yet. Comentó que no ha podido desempeñarse de manera constante, ya que vive en Tomé, además de cuidar a sus tres hijos y a su sobrino. Con respecto a su experiencia como conductora, señaló que es algo que le gusta hacer y con lo que se ha sentido cómoda, pero una de las cosas negativas son las extensas jornadas laborales: “Al día debo dar más de cuatro vueltas, para eso me levanto a las cinco y llego al terminal entre las seis y ocho de la mañana. Termino mi turno entre las nueve y las 11 de la noche”. 

Es evidente que uno de los problemas del transporte público son sus extensas jornadas laborales y la competitividad. Esto hace que sea una ocupación poco llamativa para las mujeres, ya que la mayoría son madres y jefas de hogar.

Conductas machistas en el sector

Por otro lado, no solo se enfrentan a las dificultades que afectan de manera transversal al transporte público, sino que también a la discriminación de los conductores que no están acostumbrados a que una mujer esté manejando un taxibús.

En ese sentido, Verónica reconoció que es un rubro difícil porque está masculinizado: “Hay algunas personas un poco machistas, una vez alguien me preguntó, ¿qué dice su marido de que esté acá? Pero en general han sido muy respetuosos”. 

Isaura ve lejana la idea de que los autobuseros acepten que ellas también pueden conducir. “Hay algunos que me saludan por cortesía y otros no lo hacen porque no les caigo bien y no les agrada que una mujer esté al volante”, profundizó.

Asimismo, consideró que el oficio es muy demandante, pero no por eso las mujeres no pueden trabajar: “Debemos creer en nosotras mismas, en que somos capaces. Todos tenemos igualdad de oportunidades, si podemos conducir un vehículo particular, ¿por qué no un taxibús?”.

Opiniones de usuarios del transporte público

Isaura Morales, fotografiada y publicada en redes sociales por una de sus pasajeras. Fotografía publicada por Verónica Gonzáles cedida por Isaura.

Olga Cáceres tiene 63 años y vive en Talcahuano. Para caminar necesita apoyarse de un bastón y, mayoritariamente, usa el transporte público para ir al doctor o al centro de Concepción a hacer trámites. Narró algunas dificultades que representa usar este servicio: “A veces me cuesta subirme al autobús, ya que se ubican muy lejos del paradero y tengo que hacer mucho esfuerzo”. También, indicó que le da miedo la velocidad en la que manejan y la irresponsabilidad de los conductores. Para ella es necesario que los autobuses se modernicen y sean más seguros para las personas discapacitadas y los adultos mayores. Finalmente, opinó que las mujeres como conductoras son diferentes a los hombres porque respetan el tránsito y van con mejor humor.

Amanda Romero viaja casi todos los días a la universidad en el transporte público. Expresó que ha tenido algunos problemas con la locomoción, ya que a veces no le paran por ser estudiante y que, por esta misma razón, en ocasiones, el trato de los autobuseros hacia ella es algo desagradable.

El transporte público tiene múltiples imperfecciones que se deben corregir. Los malos tratos y las inadecuadas prácticas de los conductores son frecuentes y resultan agotadoras para los usuarios. Todos estos factores afectan a la gente que usa a diario la locomoción colectiva. Mejorar este servicio es algo trascendental, ya que hace muchos años funciona mal y esto empeora la calidad de vida de las personas. Quizás, con la incorporación de las mujeres y un nuevo enfoque en la formación de los autobuseros, el sector podría progresar hacia la inclusión y la sustentabilidad.

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