Los grupos juveniles hicieron sentir su presencia a finales e inicios del siglo XXI, pero la globalización difuminó su existencia progresivamente, quedando solo en nuestra memoria.

La transición a la democracia trajo consigo muchos cambios a nivel político, económico y social. Esta última arista fue marcada por la llegada de tribus urbanas, compuestas por jóvenes que se agrupaban de acuerdo con un pensamiento en común.

Durante los años noventa existió un gran número de ellas, tales como los trasher, punkis o raperos, caracterizados por tener un discurso contestatario hacia la autoridad. De esa manera buscaban incomodar a la sociedad en aspectos morales y políticos, en respuesta a la censura y persecución en dictadura.

Posteriormente, en la primera década del siglo XXI, surgieron nuevas tribus que, a diferencia de sus predecesoras, se caracterizaban mayormente por seguir un estilo de moda en vez de tener una lucha política. A estos los reunía el recién saliente reguetón y el pop depresivo, pantalones rotos que dejaban al descubierto la ropa interior y peinados extravagantes.

Tribus urbanas en el presente

Pero, ¿queda algo de las tribus urbanas en la actualidad? Podríamos decir que no, sin embargo, es evidente la necesidad que tiene la generación Z, de seguir cada fugaz tendencia que nace en redes sociales.

El hecho de que hoy la tónica juvenil no sea tener un discurso contestatario, ¿quiere decir que hemos mejorado como sociedad en términos de gobernanza? O tal vez la juventud actual se ha desencantado con la temática y prefieren desviar su mirada a cosas menos engorrosas y más inmediatas.

Si bien, el panorama sociopolítico actual es diametralmente opuesto a lo que se vivió años atrás, aún existen injusticias y desigualdades. Entonces, ¿por qué las nuevas generaciones no se muestran interesadas por proclamar una crítica al poder?

Es imposible no preguntarse, ¿vamos bien encaminados?

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