Miedo en las calles: una realidad para las mujeres Ciudad PortadaPor Luis García Aravena y Antonia Ortiz - 27 septiembre, 2024 La posibilidad de ser agredidas, violadas o abusadas es un pensamiento que, en la actualidad y desde hace años, ha estado presente en las mujeres. Esto es más que una percepción, es una realidad que ha obligado a muchas a autoimponerse un toque de queda. En los últimos años, la seguridad en el país ha empeorado. Esto ha provocado que la población se resguarde y viva con ciertos temores. Los asaltos, robos y asesinatos forman parte de las noticias y de la realidad de los chilenos. Por esta razón, las personas han tenido que restringirse, especialmente las mujeres. Si bien algunos hombres también sienten miedo al caminar durante la noche, no experimentan lo mismo que las mujeres. Por años, ellas han tenido que autoimponerse horarios y reglas para evitar, en lo posible, exponerse a ciertos peligros, como andar solas cuando ya está oscuro, usar el transporte público, vestir determinada ropa, ir a un bar, entre otras actividades que parecen casi imposibles. Según el informe de Ipsos, el 90 % de las mujeres se sienten inseguras cuando caminan de noche. Por otro lado, la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana informó que muchas han tenido que dejar de hacer ciertas cosas por temor a ser víctimas de algún delito. Cambios de rutina no deseados Carmen Romero tiene 61 años y es educadora de párvulos. Es una mujer independiente que debe trasladarse para realizar sus actividades. Sin embargo, la falta de iluminación representa un problema y un motivo de temor para ella, no solo durante la noche, sino también en las mañanas, que a veces son oscuras y solitarias. “Lo que hago es cambiar la ruta cada vez que viajo en taxibús, porque me da miedo que alguien sepa que camino por el mismo lugar todos los días”, declaró. Cecilia junto a Marina en una actividad que realizaron en Los Ángeles sobre la violencia de género. Fotografía cedida por: Cecilia Bocaz. Organiza sus tiempos para volver a su casa antes de que oscurezca. Si no alcanza, le pide a alguien conocido que la vaya a buscar, ya que prefiere no pedir un úber por temor a lo desconocido: “Tuve que contratar a un vecino que maneja para que me lleve y me recoja cuando lo necesite. Lo hice porque me da miedo viajar sola. No es un favor, pues yo le pago. O sea, esto afecta a mi economía”. Martina Rojas tiene 20 años y es oriunda de Talca, pero desde 2022 vive en Talcahuano, ya que estudia Psicología en la Universidad San Sebastián. Dado que la distancia entre su lugar de residencia y su facultad es considerable, debe viajar en taxibús. Los días en que su horario es extenso y espera la locomoción por la noche, se convierten en un problema para ella. “En el primer semestre, tenía clases hasta las siete de la tarde, y me daba miedo, no solo por estar en la calle, sino también por lo que me pudiera pasar en el taxibús. Ahora intento no elegir horarios tan extensos”, informó. Al provenir de otra ciudad, es inevitable hacer comparaciones. Martina hace una clara distinción: “En Talca me da menos miedo salir. En Concepción veo a muchas personas extrañas y eso me inquieta”. No obstante, reconoce que nunca ha dejado de movilizarse a pesar de este sentimiento. Libertad coartada Claudia Urrutia tiene 37 años y es fonoaudióloga. En varias ocasiones ha tenido que salir tarde del trabajo y debe caminar hacia su casa cuando ya está oscuro. Afirma que siente miedo, aunque prefiere no pensar mucho en el tema y simplemente seguir adelante, ya que no encuentra más opciones: “Me han pasado cosas, pero tengo que hacer de tripas, corazón. Me autoconvenzo de que no me va a pasar nada”. “Una vez sentí que me seguía un hombre. Lo que hice fue pedirle ayuda a un caballero que estaba trabajando en un quiosco. Me indicó que me quedara con él, y ahí esperé a que el tipo avanzara y me fui cuando lo perdí de vista”, recordó Claudia. María Paz Díaz tiene 24 años y es profesora de música. Declaró que, por temas de seguridad, no sale durante la noche, ya que se siente muy expuesta. Ha tenido que rechazar actividades nocturnas porque prefiere no usar el transporte público. “Tengo un toque de queda personal, pues ando en la calle mientras esté claro”, reveló. “Existe una visión muy distinta de la noche entre hombres y mujeres. Por ejemplo, en mi círculo de amigas no pensamos en un asalto, lo que nos imaginamos es que podrían raptarnos, violarnos o matarnos. Lamentablemente, no es difícil hacerse esa idea porque hay varios casos”, reflexionó. La realidad de las calles del Biobío Cecilia Bocaz es socióloga y estuvo a cargo de un estudio realizado por la Fundación Antonia sobre la violencia de género que sufren las mujeres de la región del Biobío. El objetivo de la investigación fue identificar los tipos de agresiones, los lugares donde hay más probabilidades de que ocurran y sus consecuencias. Actividad denominada Diálogos territoriales que se realizó en Coronel. Fotografía cedida por: Cecilia Bocaz. El estudio, que encuestó a 5528 mujeres de entre los 18 y 85 años, determinó que el sexo femenino identifica la calle como un lugar donde prevalece la violencia, ya que existen diferentes tipos: la física, la psicológica, la sexual y el acoso. Por ende, muchas evitan exponerse e implementan el toque de queda autoimpuesto: “El 81 % no sale durante la noche, después de haber vivido un acto de agresividad”. Las mujeres a menudo deben modificar algunas rutinas para sentirse más seguras. Por ejemplo, comparten su ubicación con otra persona si viajan solas, avisan cuando llegan a su destino y también cambian su vestimenta para salir a la calle. Cecilia aseveró que “esto es algo cotidiano para ellas, pues no se imaginan una manera distinta de hacer las cosas. Se han tenido que adecuar y están todo el tiempo resguardando su seguridad”. Finalmente, la experta señaló que la solución más relevante y transformadora es educar en torno a este problema. Se debe instruir sobre el respeto hacia las mujeres: “Una cámara de seguridad no repara esta situación. Esto es algo muy profundo y lo que hace falta es abordarlo en los colegios y en las casas. Si no se tienen claras ciertas cosas desde la infancia, posteriormente se irán repitiendo patrones”. Igualmente, indicó que es necesario hacer algunas mejoras en la infraestructura urbana y en el transporte público: “Parte de este estudio entrega propuestas para solucionar la violencia. Por ejemplo, se sugiere aumentar la iluminación en ciertos lugares, incrementar el resguardo policial y que los números de ayuda tengan mayor disponibilidad”. ¿Los hombres viven el mismo nivel de inseguridad? Cristian Verdugo, un joven de 23 años, mencionó que en ocasiones tiene preocupación al salir por las noches. Sin embargo, es consciente de que el miedo que siente es diferente al que puede experimentar una mujer, ya que su temor está relacionado con un posible asalto. “Según lo que me han contado algunas compañeras, creo que su nivel de ansiedad es mayor, pues están más atentas ante posibles situaciones, como el acoso sexual”, opinó. Dentro del estudio 1 de cada 10 mujeres pertenecían a pueblos originarios. Fotografía: Fundacion Antonia, desde su cuenta de Instagram. Esta observación no está muy alejada de la realidad. Según un estudio de 2023 realizado por Activa y la Worldwide Independent Network of Market Research (WIN), Chile es el octavo país con el mayor nivel de acoso. Se observó que el 13 % de las chilenas ha sufrido algún tipo de abuso sexual, en comparación con el 9 % de los hombres. Adicionalmente, el 83 % de las mujeres se siente insegura al salir durante la noche, mientras que el 67 % del sexo opuesto experimenta el mismo temor. Sin duda, hay una clara diferencia entre ambos géneros al exponerse durante horarios nocturnos. Como demuestran las estadísticas y los testimonios de diversas mujeres, ellas se sienten más vulnerables, incluso en lugares que deberían ser seguros. Las medidas que se han expuesto son soluciones provisionales que han tenido que implementar durante años para sentirse más seguras. Quizás, si no hubieran sido precavidas, la historia sería diferente. Este problema es real y se necesitan mejoras. No es digno vivir con miedo en los espacios públicos ni tener que limitarse. Te podría interesar: La historia de Marissa Yáñez y su compromiso con la educación.