Emprendimientos estudiantiles y el rol clave de las universidades

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En medio de la necesidad por costear parte de sus formaciones profesionales, diversos alumnos han decidido crear sus propias pymes con apoyo de distintos establecimientos.

Las iniciativas de comercios emergentes han permitido que una gran cantidad de personas pueda obtener ingresos extra e, incluso, vivir de ellos. Por ende, dichas actividades también favorecen un mejor desarrollo de la economía local, brindando una mayor tasa de empleo y calidad de vida, según la escuela de negocios EBC México.

Ahora bien, como indica la página de Santo Tomás, el acto de generar estos emprendimientos no es para nada sencillo, ya que requiere una serie de competencias prácticas. Estas se vinculan con la utilización de habilidades comunicativas, el aprovechamiento de oportunidades, la capacidad de adaptación a los cambios, el poder de liderazgo, el pensamiento crítico, el buen trabajo en equipo, entre muchas otras características.

Distintos jóvenes universitarios que poseen dichas cualidades optan por el camino de los proyectos de comercio. De esta forma, a través de la persistencia, logran mantenerse durante años ofreciendo productos y servicios a un público específico. No obstante, para darse a conocer ante estos posibles compradores, surge la necesidad de participar en espacios que permitan difundir sus pymes. Entonces, ¿es una buena opción hacerlo en el mismo lugar donde cursan una carrera profesional?

Presentación de oportunidades

El trabajo en equipo puede permitir expandir varias áreas de las pymes, garantizando una red de apoyo importante para los emprendimientos.
Imagen de Freepik.

Javiera Soto, dueña de la tienda Isis Chile y estudiante de Ingeniería Civil Eléctrica en la Universidad de Concepción, disfruta de este beneficio y opina que “nos ofrecen varias posibilidades. No solo nos dan un puesto en las ferias, sino que también entregan apoyo compartiendo nuestro material por redes sociales”. La joven ha asistido a una amplia cantidad de encuentros y plataformas destinadas a promocionar varios de sus accesorios de vestimenta. Gracias a esto, considera que la institución a la que pertenece le ha ayudado mucho en la venta de sus artículos.

Por otro lado, está el caso de un comerciante de plantas y servicios relacionados con estas, Rodrigo Barreda, propietario de Mujer Plantae, quien expresa que “claramente podrían presentarse oportunidades adicionales para los emprendimientos, pero por mi parte, busco estas instancias fuera del campus. Aquí no está mi público objetivo, por lo que las alternativas que existen me han sido suficientes”.

Sin embargo, esta no es la realidad de toda la comunidad educativa. Jordan Benalcázar, un joven que se encuentra cursando la carrera de químico analista, exclama que “estoy muy agradecido con todo, aunque podría haber más ayuda. Hay ferias que se realizan una vez al mes, pero el alumno debe comer cada día. Entonces, no es suficiente”. A pesar de sentir gratitud con las circunstancias de participar en iniciativas universitarias, junto a su pyme Mundo de los Cristales, piensa que falta un mayor apoyo.

Gestión temporal de los proyectos

Ahora bien, mezclar esta área con los estudios ha hecho que varios de estos individuos se enfrenten frecuentemente a una sensación de agobio. Esto pasa sobre todo si el tiempo no es administrado de manera adecuada. Según The Conversation, página colaborativa de investigadores y periodistas, “la actividad laboral y académica por sí mismas generan estrés. Cuando esta situación se percibe como exagerada, incide de forma negativa, prevaleciendo una incompatibilidad entre las exigencias en el trabajo y las capacidades de las personas”.

Emprendimientos
Según el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo del Gobierno de Chile, «se constata que el número de micro emprendedores se mantuvo estable entre 2019 y 2022, en torno a los 2 millones».
Imagen de Alametric en Unsplash.

Existe una necesidad por sustentarse y obtener ingresos para continuar con sus formaciones. Esto los mueve a seguir en el camino del sobresfuerzo. Es más, Benalcázar menciona que “balancear eso es muy difícil, pero se hace el intento. Por un lado, o por el otro, siempre termino salvando mis estudios. Sin embargo, todo alumno emprendedor va a tener ese tipo de dificultades al momento de repartir su tiempo”.

El colapso mental que pueden vivir los pequeños empresarios es algo con lo que han aprendido a lidiar, aunque sea por ratos. No obstante, queda en evidencia el desgaste emocional que conlleva enfrentar tantas responsabilidades a la vez.

A raíz de ello, el apoyo de su entorno es crucial para que se mantengan firmes y se sientan respaldados en su deseo de generar su propio dinero y establecer un negocio. Las oportunidades que se les han presentado por parte de sus universidades son sumamente significativas para ellos, ya que les sirven como un impulso y un recordatorio constante de que pueden seguir con sus proyectos. Gracias a esto, han podido dedicar tiempo tanto a sus estudios como a sus emprendimientos.

Pamela Muñoz Parra
Estudiante de Periodismo UdeC
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