¡Salvemos a las abejas! Pero ¿cuáles?

Cuando alguien habla sobre las abejas, la primera imagen que se viene a la mente es la de la miel (Apis mellifera). Pero muy probablemente has visto alguna de las más de 400 especies de abejas y abejorros nativos que existen en Chile, sin saber cuál era. Incluso, podrías haberla confundido con una mosca.

Para hablar sobre las abejas nativas es necesario derribar algunos mitos. No todas producen miel. De hecho, solo algunas lo hacen, como la Apis mellifera o los géneros Melipona y Trigona. Otro consenso general es que viven con sus colonias dentro de panales. No obstante, la gran mayoría de las abejas nativas son solitarias, juntándose sólo en época de reproducción.

El abejorro europeo (Bombus terrestris) fue introducido en Chile en 1997. Hoy, se sigue importando con autorización del SAG.
Créditos: Rodrigo Sandoval.

Según una nota del Ministerio del Medio Ambiente, la única especie local que tiene un comportamiento social similar a la Apis mellifera es el abejorro o moscardón chileno (Bombus Dahlbomii). Sin embargo, hay que recalcar que el comportamiento de esta anaranjada especie nativa ya no se puede observar tanto porque su población ha disminuido drásticamente.

Esto se debe a la fragmentación de su hábitat, el cambio climático, y al uso de pesticidas y químicos. No obstante, el principal “enemigo” que tiene el moscardón chileno es el abejorro europeo (Bombus terrestris), introducido en el territorio nacional para polinizar en la industria agrícola.

Los himenópteros, orden taxonómico al que pertenecen las abejas, abejorros y avispas, son excelentes polinizadores. De hecho, para eso se domestican algunas especies que tienen características que favorecen el manejo de su comportamiento. Por esto, en Chile se ha introducido al Bombus terrestris y a la abeja de la miel.

La crianza de Apis mellifera

La apicultura es la actividad de criar abejas para poder obtener sus distintos productos. La especie más común en este rubro es la abeja de la miel. Existen varios métodos para trabajar con ellas dependiendo del fin que uno quiera obtener. 

La técnica convencional es la más utilizada en el mundo, centrada en conseguir miel, cera, jalea real o el polen. Otra es la orgánica, con los mismos objetivos pero solamente utilizando productos naturales y libres de químicos sintetizados para tratar a las abejas. Actualmente ha ganado popularidad la apicultura urbana, aprovechando los patios y terrazas en la ciudad para poder criarlas a pequeña escala. 

Francisco Rubilar es un apicultor que se inició en esta última práctica, pero desde el 2018 comenzó a criar abejas en su campo cerca de Ninhue, Región del Ñuble. Según comentó, actualmente utiliza una mezcla de apicultura convencional y natural, “con tratamientos para controlar el ácaro varroa con químicos de síntesis como amitraz y ácido oxálico como tratamiento orgánico”, refiriéndose a un parásito muy común en la Apis mellifera.

¿Qué es la trashumancia?

Una actividad usual en la apicultura industrial es arreglar un intercambio con algún agricultor. El apicultor lleva sus abejas a la plantación y así polinizan lo sembrado en la temporada, beneficiándose ambos. Sin embargo, Francisco comentó que él no ha hecho ese trato: “Lo riesgoso para la abejas son los químicos que aplican en las plantaciones agrícolas. Y también está el riesgo de que se las roben”. Una vez terminada la época, el dueño se las lleva a otro lado.

Esta práctica de mover las colmenas se llama trashumancia. Y aunque tiene beneficios directos para ambas partes, también significa graves problemas para la biodiversidad de las distintas especies de abejas y abejorros nativos.

Pablo Vial, creador de la Fundación Abejas de Chile, explicó que los recursos que existen para que las abejas produzcan su alimento son finitos. Así, cuando traen a la Apis mellifera y al abejorro europeo, las nativas ya no pueden visitar las flores a las que ya fueron las dos primeras especies. Por esto, “tienen que ir a otras más lejanas a sus nidos, gastando más energía y arriesgándose a ser depredadas”, comentó.

¿Polinizar con las abejas nativas?

Según una nota del Instituto de Ecología y Biodiversidad, se descubrió que algunas especies nativas, como las del género Cadeguala y el Bombus dahlbomii, polinizan mejor las plantaciones de arándanos que la abeja de la miel y el abejorro europeo. Esta información resulta más llamativa considerando que Chile es de los mayores productores mundiales de este fruto.

La abeja del notro (Diphaglossa gayi) se puede encontrar desde la Región Metropolitana hasta la de Aysén.
Créditos: Rodrigo Sandoval.

Por eso, surge la duda al conocer la importante capacidad de las abejas nativas. ¿Es posible polinizar solo con estas especies? Según Pablo Vial, actualmente el uso de polinizadores nativos en la agricultura evidencia que pueden “hacer aún más eficiente el proceso y mejorar el rendimiento de cultivos”. Sin embargo, se debe identificar bien qué especies de abejas y plantas se relacionan mejor entre sí.

Marcela Rodríguez, doctora en Biología, explicó que saber sobre estas relaciones a nivel local es complejo. “Hay muchos investigadores interesados en los himenópteros. No obstante, conocer todas las interacciones que tienen las abejas nativas cuesta”, reflexionó aludiendo a la falta de financiamiento.

Descubrir la efectividad polinizadora de las especies nativas en la agroindustria, puede ser una buena noticia para salvar las abejas locales y dejar de introducir otras. Así, existiría un argumento económico para defender su conservación, sumado al importante rol que tienen dentro de los ecosistemas.

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