El derecho a ser mujer sin ser sexualizada  

Ser mujer y habitar un cuerpo te condena a estar bajo una mirada influenciada por la sexualización. De esto nace la duda ¿las mujeres nos sexualizamos o simplemente existimos?   

Se aproxima el verano, las calles vuelven a llenarse de colores y el ambiente emana una vibra característica de la cálida temporada. De esto, surge la necesidad de buscar prendas más cómodas y ligeras con el fin de soportar las altas temperaturas. Sin embargo, para las mujeres, esta simple acción es un desafío. 

¿Cuántas veces te has sentido juzgada por la ropa que usas? El problema no está en las prendas, ni en el hecho de ser mujer. El conflicto radica en la mirada ajena, que interpreta a los cuerpos femeninos y los convierte en algo sexual. Si tienes pechos grandes, cualquier elección parece ser suficiente para ponerte una etiqueta, con personas juzgándote o, peor aún, sexualizándote. Esto crea la sensación de que tu cuerpo no te pertenece y se transforma en un objeto constantemente analizado e inevitablemente criticado, lo quieras o no. 

Pero, ¿qué deberíamos hacer? ¿Ocultarnos? ¿Disimular la existencia de nuestros propios cuerpos? 

Según El País, seis de cada diez mujeres ha sufrido acoso callejero.
Fotografía extraida de Pie de Página.

Desde pequeñas nos enseñan a ser señoritas, cuidarnos y evitar provocar. Crecemos con la idea de que la ropa y la forma de nuestro cuerpo definen las capacidades propias y cómo se nos trata, pero nadie nos dice que el problema no somos nosotras, sino la mirada que la sociedad impone y que constantemente nos observa. Esto es el reflejo de una comunidad liderada por hombres, con una visión masculina y los múltiples estereotipos culturales que han ido moldeando la manera en la que se percibe la figura femenina, un objeto. 

Todo lo expresado a lo largo del texto no es un invento, esto pasa y es real. No solo se limita la libertad de poder expresar con la vestimenta, sino que también se condiciona el sentimiento de comodidad con nuestra propia piel. No deberíamos sentirnos culpables por el hecho de ser quienes somos, tener cuerpos y existir. 

Es tiempo de avanzar, dejar de ver a las mujeres como objetos que deben ser juzgados. Existir no es un acto para provocar, es el derecho de ser y no ser juzgada ni sexualizada por ello. 

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