Feminismo de clase: contra el verdadero enemigo

Poner al sexo opuesto en el rol del opresor, es uno de los más grandes errores que el movimiento feminista ha cometido en su intento por articularse. La idea de una jerarquía en donde el hombre siempre está por sobre la mujer, nos ha hecho olvidar que ambos vivimos doblegados por una estructura social, política y económica superior a cualquier división de género.

Antes de ser sometidas por el patriarcado, las mujeres fuimos oprimidas por un sistema de explotación de clase: el capitalismo. Y aunque el feminismo ha intentado aproximarse de manera transversal hacia todas, eso resulta complejo cuando entendemos que las diferencias no vienen dadas por el género, sino por el estrato social.

La mujer burguesa no vive la misma explotación que la mujer proletaria, porque esta última la sufre doblemente. En la clase trabajadora, una mujer no puede “emanciparse”, porque su condición precaria no se lo permite. Mientras que en el sector privilegiado se aspira a la realización profesional, la independencia económica, la disminución de la brecha salarial y la protección de los derechos sexuales y reproductivos, en la clase popular se sobrevive a la educación pública deficiente, a la cesantía, al trabajo doméstico forzado y a la informalidad laboral que desprotege la maternidad.

(Fotografía: Observatorio de políticas de género Uruguay) Líderes feministas radicales encabezan movimientos políticos de clase.

Una adolescente en una población, una niña a cargo del cuidado estatal, una migrante o una mapuche en Wallmapu, está expuesta a muchos otros tipos de violencia, que más allá de responder al género que se les otorgó al nacer, tienen que ver con su posición dentro de la sociedad. Además de vivir subyugadas por la hegemonía masculina, también lo están bajo la cadena de producción capitalista.

La lucha no es entre hombres y mujeres, es de la clase obrera contra el sistema que los oprime.  No es posible abolir el patriarcado sin antes revocar esta configuración política. El componente de clase es esencial para el feminismo, como defensa de la mujer y contra toda forma de opresión.

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